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Nos vemos en España, hermano

Paco Ochoa

- ¡Tengo que abrirlo, es mi último verano en España y nunca he abierto uno!

Se reía mientras lo decía, sin estar claro si iba medio broma o medio en serio. ¿Qué tendría de mágico aquel botellón rojo que había en tantas paredes de los edificios españoles?

Para muchos, nada; para los que vivimos el programa Vacaciones en Paz y nos traíamos a un niño de los campamentos de refugiados saharauis, cualquier objeto como un extintor podía portar un halo mágico y literario que perfectamente podría caber en esos Cuentos por teléfono tan divertidos de Gianni Rodhari.

Recuerdo uno que comenzaba con Brahim, un niño saharaui que en su primer día en España le decía a su hermana por teléfono que su padre de acogida español había dicho que le iba a tirar por una ventana; lo cierto es que era real, y tras dos veranos de vacaciones se abrió un ventanal, una gran oportunidad: la posibilidad de estudiar en España.

Así, con esa gran idea sobre el extintor, es como conocí a Rashid en 2017, cuando tenía 13 años. Hoy, desgarbado, guapo y servicial, ya tiene 19, y vive en ese limbo del migrante cuyo futuro pende de un hilo del que cuelgan un papiro, unos sellos y la firma de un funcionario.

Rashid ha estudiado su educación secundaria y bachillerato en España, con su familia de acogida, y ahora está de nuevo en los campamentos por un cúmulo de circunstancias fortuitas, sin poder regresar a nuestro país.

Camino con él por los campamentos, vamos a la marsha a hacer la compra mientras recordamos y bromeamos con el extintor. Es uno de los muchos saharauis serenos y honestos por los que vale la pena seguir en esto y seguir resistiendo a la bota occidental que trata de pisar con más fuerza la agonía del muhayen (campamento).

Consciente de que mi visita es temporal y retornaré a Castilla La Mancha en unos días, experimento esa alexitimia o ausencia de palabras para expresar las emociones o sentimientos que cabalgan en todo aquel que visita este lugar. El impacto es grande y sencillo. Tú puedes viajar y él, no.

Lo bueno, que uno siempre se siente cuidado allí y toda esta jarra de realidad agria se hace más amena y hasta agradable por la cordialidad y la acogida saharaui. "¡Nos vemos en España!", nos dijimos en el epílogo del viaje, pensando mucho cada una de esas palabras, por las dudas, las incertidumbres o los sueños que conllevan las esperas en los días raros.

Nos quedan muchos más

Regalos por abrir

Monedas que al girar

Descubran un perfil

Que empieza el celofán

Y acaba en eco

Escribir es soñar; es representar; es libertad.

Hoy yo escribo con convicción el final de este cuento.

Y es que siempre fue en serio lo de abrir el extintor. Esta vez, apagaremos todos esos fuegos de papeles que dificultan todo el trasiego de este pasillo hasta abrir la ventana y cumplir tu sueño:

Ser ese enfermero íntegro que en unos años nos cuidará, a mí, a ti, a tu padre, tu madre, tu hermana, tu abuela

Nos vemos en España, hermano. Buena suerte. Inshallah.

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Paco Ochoa es socio de infoLibre.

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