Vivos de business, muertos de primera. Vivos de turista, muertos de segunda
Recordatorio para todos nosotros, sin distinción alguna, de todos los muertos, sin excepción alguna, de las miserias, lacras y muertes que ilustran todo combate bélico.
La historia de los enfrentamientos entre Israel y el pueblo palestino comienza en 1948, fecha en la que la ONU dio carta de naturaleza al Estado de Israel en tierras palestinas por ser su asentamiento antes de la diáspora judía. Miles de muertes han sido labradas sobre esos territorios en estos últimos 75 años. Cientos de argumentos pretenden explicar los comportamientos de israelíes y palestinos, muchos de ellos encubren la naturaleza real del conflicto y los que pretenden ahondar en las causas del mismo son ahogados en un mar de informaciones y desinformaciones que ocultan los intereses geoestratégicos y petrolíferos que latieron y permanecen latiendo en la actualidad. De ahí la presente guerra bélica entre los combatientes en primer plano, la guerra bélica de los combatientes en segundo plano, mediante soportes armamentísticos y financieros, y la guerra mediática a nivel global para relatar bulos y medias verdades y mentiras incluidas, los porqués del apoyo a unos o a otros.
Hecha esta brevísima introducción, pero ineludible, comienza esta carta:
Ahora que yacen bajo los escombros, tirados al descubierto en campos, en cementerios, morgues u hospitales. Ahora que el polvo de la muerte cubre los harapos de sus uniformes y vestimentas. Ahora que las armas, lápices, teléfonos y cubiertos son amasijos de abalorios tan inútiles como desechos de vida y muerte. Sí, ahora que sus cadáveres se encuentran cara a cara con el infinito, ahora lo podrían saber si no fuera porque todos ellos recibieron a la muerte de improviso o apenas la duración del chirriar de dientes, vislumbraron tan repentina visita. No, no les dio tiempo a comprender, solamente a morir.
Algunos encontraron la muerte eligiendo los riesgos del combate por la defensa de unas creencias o de unos recursos, ambos disfrazados de patria o de un inmisericorde dios; unos pocos la encontraron por estar en el sitio inadecuado en un momento inoportuno; los más carecieron de elección, así se ubicaban donde los lazos laborales, familiares, económicos o geopolíticos les permitían u obligaban; a los menos, el discriminado azar elaboró coartadas para alejarlos de la visita de la muerte o bien les facultó para ir a su encuentro.
Todos estos muertos sin distinción de uniforme o vestimenta tienen el mismo valor ante la historia que se escribirá en unos años, pero no para la historia del presente donde, al calor de los edificios ardiendo, los cuerpos destruidos, se limita el duelo a los miembros del pueblo caídos. No existe el otro pueblo, carece de derechos humanos por no serlo, son animales, son bestias. Esta deshumanización del otro permite actuaciones como las que vemos en las noticias; aún más, permite que se atrevan a deshumanizarse a pecho descubierto. Ante bestias no caben referencias a los derechos humanos. Todo vale.
Esta deshumanización del otro permite actuaciones como las que vemos en las noticias; aún más, permite que se atrevan a deshumanizarse a pecho descubierto. Ante bestias no caben referencias a los derechos humanos. Todo vale
Lo que tiene una explicación plausible por parte de los combatientes, en el rabioso presente, no significa que sea válido como justificación de sus actos. Lo que no tiene explicación alguna es que determinados partidos políticos y medios de comunicación rindan homenaje a los caídos de una parte y no se mencionen a los del otro bando. Se justifican diciendo que los unos cometieron un acto terrorista y en cuanto terroristas no merecen respeto y consideración, pues ellos eligieron la muerte. ¿También la eligieron los civiles muertos de todas las edades y condición? Estos que así rinden homenaje son los mismos que lo rendirían a los otros si cambiaran las tornas. Se escandalizan por ser actos de terrorismo, pero silencian sus altavoces cuando es un Estado el que comete esos mismos actos o más atroces. También silencian que para parte del pueblo del que surgen los llamados terroristas, estos son considerados soldados de su causa.
Esta flagrante parcialidad no nace solamente de su ignorancia de la realidad y de su contexto histórico, (bueno, en el caso de alguna política, creo que sí, pero incluso en este particular caso, la falta de empatía por los otros es el resultado de la abulia ante el acto de pensar, tal vez, también incapacidad), sino de que están al servicio de los que abonan sus salarios y promocionan en sus empresas mediáticas y partidos políticos.
La conclusión es que hay vivos que son de business, los que defienden los mismos intereses, y de clase turista, los otros. Por lo tanto hay muertos de primera a los que se les homenajea como un modo de restituir los honores que les pertenecían en vida, así se comprende que a los vivos de clase turista, una vez fallecidos, nada hay que restituir pues no había honores que reconocer.
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José Amella Mauri es socio de infoLibre.