Continuará

‘Estrella’, el poder del arte, el poder de la televisión

'Estrella'

Hay series que admiramos, nos encantan, nos deslumbran intelectualmente con su agudeza y precisión. Y luego hay otras que analizamos menos. Nos enamoramos de ellas. Como la protagonista de la película de Woody Allen La rosa púrpura del Cairo, queremos traspasar la pantalla y vivir entre los personajes.

Hay quien sería feliz entre los empleados municipales de Parks and recreation, montando en bici con la pandilla de Verano Azul, o en el apartamento de Mónica de Friends. Yo podría trasladarme a Corfú y vivir entre Los Durrell eternamente o trabajar en Minneapolis con Lou Grant como jefe si pudiera tener a Mary Tyler Moore como compañera en La chica de la tele.

Creadores de lugares felices

El matrimonio de Amy Sherman-Palladino y Dan Palladino han dedicado su carrera juntos como creadores de series, guionistas y directores a crear esos lugares felices. Lo hicieron con su primera serie juntos, Las chicas Gilmore, y lo bordaron con la última La maravillosa Sra. Maisel.

Amy Sherman-Palladino es hija de cómico y bailarina. Reflejó el mundo de la comedia con la señora Maisel y ahora hace un homenaje a su madre y a sí misma. Ella también estudió ballet y lo practicó justo hasta que comenzó su carrera como guionista en la serie Roseanne.

Historia de dos compañías de ballet

En Estrella, dos de las más importantes compañías de ballet del mundo, una en Nueva York, otra en París, buscan reactivar sus precarias situaciones intercambiando algunas de sus primeras figuras. 

La acción de la serie se desarrolla paralelamente en las dos ciudades. En Nueva York dirige el teatro del ballet Jack McMillan, adinerado miembro de una ilustre familia, interpretado por Luke Kirby, que en La señora Maisel daba vida al cómico Lenny Bruce, mito entre los monologuistas de Estados Unidos. 

Parte en Nueva York, parte en París

Por el lado francés, Geneviève Lavigne dirige el Ballet Nacional de París de forma interina jugándose el puesto cada día ante el intervencionismo de la ministra de cultura. Le da vida la cantante e intérprete Charlotte Gainsbourg, hija de la actriz y cantante británica Jane Birkin y del cantante francés Serge Gainsbourg. 

Kirby vuelve a hablar como si su boca fuera una ametralladora en esta serie. Él, que en la vida real se expresa con calma y despacio. Pero su unión con los Palladino es firme. Afirman quererlo en cualquier proyecto. Gainsbourg es más conocida por dramas intensos de Lars Von Trier como Melancolía, Anticristo o Nymphomaniac. Aquí rebosa encanto chic y una comedia sutil, sin subrayados.

En el intercambio de talentos Nueva York se hace con la estrella mundial del baile, Cheyenne Toussant, interpretada por Lou de Laâge. Esta actriz practicó ballet antes de ser modelo y de ahí pasar a la interpretación en cine y teatro.

La conflictiva relación entre el arte y el dinero

La iniciativa para revitalizar estas compañías viene acompañada de un nuevo patrocinador. Un oscurísimo hombre de negocios encarnado por Simon Callow, quien fuera Mozart en la película Amadeus, entre otros trabajos.

Este personaje, al que se dota de cierta simpatía, está escrito como referencia directa a David Koch, empresario estadounidense del petróleo considerado uno de los mayores contaminantes del país, donante de causas ultraconservadoras y negacionista del cambio climático.

Filántropos con las manos sucias

Este destructor de mundos también fue filántropo del baile y la sede del Ballet de Nueva York se ubica en un edificio que lleva su nombre. De forma desenfadada, la serie aborda la tensa lucha entre el arte y el dinero. La faceta gestora de las compañías de ballet es uno de los temas centrales.

Sherman-Palladino ha declarado a Next Best Picture que, en su opinión, el mundo del ballet ha sido retratado de forma intensa, con bailarinas celosas que despeñan por las escaleras a sus rivales. 

Serie de ambiente laboral

Ella quería hacer una serie de ambiente laboral: “Una serie sobre el trabajo, el frikismo, las meteduras de pata, la camaradería, la competitividad, el amor a ese arte que no va a darte nada de dinero y puede dejarte en la estacada con un mal giro de rodilla o tobillo”.

La pareja de autores ya se había acercado a este mundo, con Paraíso, uno de sus contados fracasos, que no llegó a renovarse. Aún no se sabe si esta vez la cosa ha salido mejor en sus resultados, pero el argumento pide segunda temporada. 

Una golosina visual

Visualmente, Estrella está llena de decorados maravillosos y del colorido vibrante que gusta a sus creadores, con unos títulos de crédito tanto de entrada como de salida llenos de bailarines reales estirando, practicando, preparando sus pies. Con una música de Sons of Raphael, grupo que raramente toca en directo y que sin embargo hizo una gira con Gainsbourg.

Respecto a los diálogos, recuerdan a los de la señora Maisel en el intercambio de energía, y la agudeza. La particularidad de esta serie es que está llena de “estrellas”. Cada uno de los protagonistas lo es a su manera. 

Lucha de egos entre estrellas

No solo la furiosa bailarina principal, también el coreógrafo más brillante, al que por su talento se le perdona la disfuncionalidad. O el bailarín hambriento de protagonismo de París. Los propios ejecutivos son estrellas en lo suyo con sus egos en lucha. El filántropo es un divo, la ministra una prima dona. 

Los Palladino buscan crear un universo en el que la común pasión por el baile, más allá de lo razonable para la gente ajena a ese mundo, permite a un grupo de individualistas caprichosos ponerse al servicio de una obra común

Perros ladradores

Lo mismo hacen con un grupo de personajes que se relacionan entre sí mediante la confrontación, la vehemencia, las discusiones a gritos, pero que se reconocen como iguales, se quieren y se necesitan.

Esa pasión por encima de todo, la que les hace amar su vocación, amar el arte y la honestidad es la que convierte esta serie en un lugar feliz para quien entre en sus claves. Contiene casi todos los elementos de lo que el escritor Stefan Weiz llamaba “los auténticos valores de la vida -el trabajo, el amor, la amistad y la naturaleza-”.

El poder redentor del arte

‘El jardinero’ o la esquiva fórmula del éxito

‘El jardinero’ o la esquiva fórmula del éxito

O como la propia Amy Sherman-Palladino declaraba a Vanity Fair: “Francamente, el arte puede salvar la vida de la gente. Puede cambiar el proceso de pensamiento. Puede hacer tolerables las cosas intolerables del mundo… Un montón de veces es la razón para levantarse por la mañana. Necesitas arte, literatura, teatro, baile. Sin eso la vida simplemente no es vida”.

Ella lo sabe. Tras un trabajo horrible que la arrastró a la depresión quiso dejar el negocio. Fue su esposo quien la animó a recuperarse sin buscar otro empleo, escribiendo desde casa lo que de verdad le gustase. De esa catarsis surgió Las chicas Gilmore y los Palladino pasaron de empleados a creadores de ficciones a su medida en las que volcar sus pasiones para alegría de millones de seguidores.

Igual que el arte tiene el poder del que habla Sherman-Palladino, la ficción en televisión tiene a veces el enorme poder de crear lugares tan felices que, por imaginarios que sean, existen para nosotros, para nuestra sensibilidad, mejoran nuestro estado de ánimo y por tanto se convierten en parte de nuestra biografía.

Más sobre este tema
stats