¿Es ‘Separación’ la nueva ‘Perdidos’?

Fotograma de la serie 'Separación'.

Perdidos volvió loco al mundo con su propuesta de una realidad alternativa que parecía tener una explicación con su propia lógica interna. Esa solución al enigma nunca llegó. Su final fue una verbalización apresurada de una especie de purgatorio, tras una realidad alternativa que era lo que había contado la serie.

Una explicación que dejaba sin cerrar un montón de cabos sueltos, intrigas sobre las que se había sustentado el argumento durante temporadas enteras. Por mucho valor narrativo que tuviera toda la serie, incluida la intensidad emocional de su final, con el reencuentro de los personajes muertos y vivos, quedaba un regusto a camelo.

Consecuencias de alargar y alargar un misterio

La realidad sobre porqué ocurrió esto es que la serie estaba concebida para dos temporadas y dado su éxito se renovó sucesivamente hasta alcanzar las seis. De las de entonces, la década de los dos mil, 121 episodios, nada menos.

Bastante mérito tuvieron sus creadores, J.J. Abrams, Damon Lindelof, Jeffrey Lieber y Carlton Cuse, y el resto de guionistas entreteniéndonos, fascinándonos con la peripecia humana de unos náufragos en una isla apartada de la civilización.

Una propuesta elegante

Separación, la serie que puede verse en Apple TV+, llegó hace ya tres años a la pantalla con una propuesta elegante e hipnótica. Algunos trabajadores acceden voluntariamente a escindirse en empleados que no recuerdan dentro de la oficina quienes son fuera y a la inversa. Hombres y mujeres disociados.

La primera temporada cuenta una fisura en ese sistema de separación y un intento de rebelión de los empleados en su deseo de saber qué pasa realmente. La serie tiene múltiples lecturas, todas interesantes y bien planteadas.

Jugar a adivinar los acertijos

Es esa intriga sobre las intenciones de la empresa la que puede recordar a Perdidos y está empezando a desatar hipótesis por parte de la audiencia que se comparten en redes sociales.

Una de ellas dice por ejemplo que Lumon, la siniestra corporación que ha ideado esta disociación de empleados, está trabajando en la clonación de humanos y que los personajes no están “separados”, sino clonados.

¿Separados o clonados?

Una teoría sugerente en la que encajarían varios de los misterios de la serie. El actor protagonista, Adam Scott, la ha cortado de raíz en una entrevista. “Eso es lo que haría Lumon en una versión aburridísima de Separación” ha dicho. Su compañera de reparto, Patricia Arquette, ha añadido que esta posibilidad está muy lejos de la realidad. Frío, frío.

Los creadores de la serie no sueltan prenda sobre el asunto. Se centran en explicar los porqués de lo ya visto. Ben Stiller, el famosísimo actor cómico, productor ejecutivo y director de una mayoría de episodios, comentaba en el Podcast de Conan O´Brian que para él lo que les ocurre a los personajes cuando están dentro de la oficina es “una analogía de la vida”. “Estamos vivos, hacemos nuestras cosas, pero no sabemos qué pasa” señala.

La premisa que le hubiera gustado a Karl Marx

Por su parte, Dan Erickson, el guionista y creador de Separación, partió en primer lugar de una premisa que vivió en primera persona pero que le hubiera interesado mucho a Karl Marx.

Cuando fue a vivir a California para perseguir su sueño de trabajar en la industria audiovisual tuvo que conformarse con un empleo en la oficina de una fábrica de puertas.

Trabajos alienantes

A través de un espacio dividido en cubículos por paneles podían verse catálogos de picaportes o bisagras. “Odiaba el trabajo” explicaba en el Festival de Cine de Austin.

“Un día pensé algo que había pensado millones de veces ante, que ojalá pudiera saltar al final del día. Una manera de no experimentar las próximas ocho horas del día”.

Marx había propuesto en su día la teoría de la alienación, su interpretación de un concepto psicológico y sociológico llevada al trabajo. La definió como “el proceso por el cual las personas se vuelven ajenas al mundo en que viven”. Algo propio del sistema capitalista, en el que la persona trabajadora es una mercancía más para el capital.

Empresas como religiones

“Es algo extraño desear estar menos tiempo en este precioso mundo” continúa Erickson. Y cuenta que la idea de la serie se fraguo los siguientes cinco minutos a su momento eureka. Escribir el piloto le llevó seis meses en los que cambió de trabajo.

Uno de los empleos mientras seguía desarrollando su concepto fue en una multinacional, de la que extrajo todo ese discurso corporativo. En la serie, ya que los personajes solo viven la realidad de su horario laboral, la corporación se vive como una religión que estructura la vida y crea toda la realidad que conocen. Un mundo completo.

La lista de los mejores proyectos descartados

El agente de Erickson movió el guion todo lo que pudo sin éxito. Lo llevaron a su lugar natural, el canal estadounidense Syfy, especializado en ciencia ficción, que no lo quiso. Alguien del canal nominó ese guion para la Blood List.

La Blood List era uno de esos itinerarios originales de la industria americana. Los profesionales del sector se avisan de los buenos guiones a los que no han dado el sí por cualquier motivo.

Se hace una encuesta entre los mejores del año de los géneros de horror y thriller, a imagen y semejanza de la Black List que hace lo mismo con todo tipo de proyectos no aprobados. Este recurso de la Blood List se ha cancelado de momento, pero en su día sirvió para que Ben Stiller llamara a Dan Erickson y se unieran para desarrollar la serie. Muchas series y películas han salido de esta ingeniosa repesca de guiones.

Renegar de nosotros mismos

Desde el principio Erickson se dio cuenta de que no podía tratar solo sobre que “el trabajo apesta”, como dice. Eso daría para un episodio, no para una historia larga. Le dieron entonces una carga más filosófica y universal.

El guionista, que nunca había hecho un proyecto de esta envergadura, quiso abordar la tristeza que hay en cómo nos escondemos a nosotros mismos elementos propios. Cómo nos mutilamos “por vergüenza o duelo”.

La separación reversible

Algo a lo que se recurre a través del alcohol o las drogas, por ejemplo. En esta ficción el proceso de separación es reversible. Se puede querer huir del trabajo rutinario o refugiarse en él por problemas en la vida externa.

Erickson también lo había experimentado. Tras una ruptura sentimental dolorosa entendía bien “ese extraño confort de hacer un trabajo sin plantearte nada más”, obedecer órdenes y descansar de la reflexión y las dudas sobre el sentido de las cosas.

Rebelde por un lado, dictadora por otro

Y algunas personas se comportan en el trabajo con criterios éticos que no emplearían en su vida personal amparados en que allí es su deber, disociándose de su propia moral.

A este respecto, destaca el personaje de Helly, interpretado por Britt Lower. Llega como una rebelde y al final de la primera temporada se ve su lugar en el sistema, como parte de la “dictadura”. Según Erickson, a veces la diferencia entre ser uno y otro radica en la posición en la que están colocados. Ejemplos hay en la historia que le dan la razón.

Brillante puesta en escena

La estética de la serie sigue siendo otro de sus puntos fuertes. Un laberinto de pasillos blancos sobre iluminados con moqueta verde. Un lugar con ecos de Stanley Kubrick o David Lynch, para asfixiarse y no poder desplegar humanidad. La segunda temporada sigue siendo crucial, pero se alterna más con el mundo exterior.

El nivel del elenco es espectacular, con veteranos imponentes como la propia Arquette, John Turturro o Christopher Walken e intérpretes menos conocidos como el propio protagonista, Zach Cherry o Tramell Tillman, todos en una clave sobria y desconcertante.

Guionista y productor-director vienen ambos de la comedia y se mantiene en esta temporada, siempre desde la tristeza, o desde la extrañeza, introducida con estilo, sutilmente. Como esa música de pocas notas, pocos instrumentos, compuesta por Theodore Shapiro, compositor habitual de las películas de Ben Stiller y que ha ganado un premio Emmy.

La ansiedad disfrutable

Una serie como Separación te proyecta hacia un futuro buscando respuestas a cada acertijo, lo que provoca cierta ansiedad que es también parte del disfrute. Pero después de varias series como Twin Peaks o Perdidos, que parecían apuntar a una solución que cuadrase y no fue así, hay que mantener la cautela.

Ben Stiller ha confirmado que están trabajando en la tercera temporada. Según dijo a la revista Collider, Apple no les está presionando para mantener la serie a toda costa mientras sea un éxito y entienden que prime contar una historia hasta donde de de si. Veremos.

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