'Balbuceos', bebés en el patio de butacas

La posibilidad de que niños y niñas pudiesen disfrutar de intervalos al aire libre tras semanas de encierro fue una de las primeras reclamaciones de oxígeno durante el confinamiento. Por una vez, reparamos en las necesidades sociales de los más pequeños, en lo vital que es para su desarrollo un adecuado intercambio de experiencias con sus pares y con el entorno. Pero la crisis sanitaria también nos hizo añorar los espacios culturales en los que nos sumergimos en nuevos mundos, o en otras caras del nuestro.

“La sala Tyl Tyl está pensada para el ser en la representación”, puede leerse en la web de un lugar pionero en la creación y programación de teatro dirigido a la infancia. Este espacio artístico ubicado en Navalcarnero (Madrid) ha demostrado a lo largo de los 25 años que ahora cumple la necesidad de interactuar con aquello, aquellos y aquellas que nos rodean desde las edades más tempranas. Algo que vuelve a reivindicar con la primera muestra de teatro para bebés BalbuceosBalbuceos.

Pury Estalayo y Daniel Lovecchio, directora pedagógica y director artístico de Tyl Tyl, valoran muy positivamente la respuesta que la iniciativa ha tenido hasta el momento. Balbuceos arrancó el pasado fin de semana con los espectáculos Grillos y luciérnagas y Bola, y continúa este sábado 27 de marzo con La luna en el jardín, así como el domingo 28 de la mano de La flor de la maravilla.

“Poquito a poco los padres y las familias van perdiendo ese pudor a estar en un espacio cerrado”, comenta Estalayo, que se muestra “gratísimamente sorprendida” ante la acogida del festival. Lovecchio reivindica el valor de los espectáculos que integran la programación, “muy trabajados y muy pensados”. Matiza que, pese a tratarse de una muestra de teatro infantil, el límite por arriba es difuso cuando no inexistente: “También abarca a los hermanos o los adultos porque son trabajos muy elaborados, más allá de que estén pensados para una etapa de la vida”.

Arte, sentidos y salud

La directora pedagógica de Tyl Tyl destaca la función del arte como “parte de la salud integral del ser humano”, circunstancia que la pandemia ha puesto de relieve una vez el acceso físico al mismo se volvió una quimera. “Ahora más que nunca es totalmente necesario posibilitar esos espacios simbólicos donde los niños, las familias y los educadores puedan sentir, encontrarse y comunicar dentro de las medidas que tenemos que tomar”. Estalayo afirma cómo se están percatando de que atravesamos un momento de “emociones ampliadas” en el que el agradecimiento a este tipo de propuestas es especialmente amplio y generalizado.

Daniel Lovecchio cree que “la proximidad y el conocimiento sensorial son la base de la inteligencia para que exista una regulación extrasensorial”. En su opinión “si esto es deficitario, los efectos los comprobaremos en unos años”. El máximo responsable artístico de Tyl Tyl recuerda que “el ser humano es un ser de proximidad y de comunicación inmediata con los demás”, lo cual es compatible con las medidas de seguridad y responsabilidad.

Reconectar con el entorno

La luna en el jardín es una exitosa propuesta de Teatro Silfo que parte del escenógrafo italiano Marcello Chiarenza, reconocida con el Premio FETEN al mejor espectáculo para la primera infancia en 2019 y con el Premio AZAHAR al mejor espectáculo y al mejor espectáculo para público infantil el mismo año. “Habla de las estaciones, el tiempo y aquello que los niños van vivenciando a través de los sentidos”, indica Lovecchio.

La propia Compañía Tyl Tyl es responsable de La flor de la maravilla. El director artístico de la institución remarca su “anclaje histórico en la figura de Ana Pelegrín”. La flor de la maravilla es el título de su libro póstumo, “una investigación sobre la literatura oral, la palabra ritmada y la palabra poética”. Una puesta en escena que indaga en cómo damos forma al mundo a través de los sonidos, las palabras y los movimientos.

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25 años un paso más allá de la exhibición

En una época en la cual el debate sobre el modelo educativo se recrudece, el Teatro Tyl Tyl cumple 25 años que, relata Estalayo, arrancaron con un recorrido previo “como compañía especializada en un lenguaje específico para la infancia, derivado a su vez de los movimientos de renovación educativa de principios de los 80’”. Surgió así un espacio “pionero” con el objetivo de ser “un centro dramático para la infancia, algo más que un espacio de exhibición de espectáculos”.

A la creación escénica se suman otras vertientes: una línea editorial para profesionales, una escuela de formación artística para alumnado de 3 a 18 años, una línea audiovisual con producciones para infancia y juventud o un festival de cine familiar. “Lo que posibilita tener esta infraestructura propia es que se trata de un organismo vivo”, reivindica Pury Estalayo. Todas estas iniciativas, también ‘Balbuceos’, encuadran la necesidad de “volver a cimentar el arte para los más pequeños”. Para la también actriz y autora debemos conceptualizar la salud no solo en el cuidado físico: “Los seres humanos necesitamos espacios para hacernos también inmunes a través del desarrollo emocional, del bienestar, de la felicidad y del contacto con los otros”.

La posibilidad de que niños y niñas pudiesen disfrutar de intervalos al aire libre tras semanas de encierro fue una de las primeras reclamaciones de oxígeno durante el confinamiento. Por una vez, reparamos en las necesidades sociales de los más pequeños, en lo vital que es para su desarrollo un adecuado intercambio de experiencias con sus pares y con el entorno. Pero la crisis sanitaria también nos hizo añorar los espacios culturales en los que nos sumergimos en nuevos mundos, o en otras caras del nuestro.

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