"Jugabas esquivando las jeringuillas en el parque": 'La niña de la cabra', cine familiar en el Madrid de los 80

Alessandra Gonzálz y Juncal Fernandez protagonizan 'La niña de la cabra'.

Madrid, 1988. Elena afronta la reciente pérdida de su abuela mientras se prepara para hacer la Primera Comunión. Termina el colegio, se acerca el verano. Tiempo de libertad total. Su amistad con Serezade, una niña gitana que no se separa de su cabra, le lleva a plantearse si realmente el mundo es tal y como se lo han contado. Surgen las dudas, todo son preguntas sin aparente respuesta. Pocas ganas de entrar al mundo de los adultos, aunque también mucha curiosidad por todo lo que pasa 'ahí arriba', donde no alcanzan todavía sus ojos.

Sobre esta ausencia de certezas de la infancia construye la cineasta Ana Asensio su segunda película, La niña de la cabra, que llega este viernes a los cines con Alessandra González y Juncal Fernández como pareja protagonista. Dos niñas que bien podrían no tener nada en común, con vidas diferentes, pero que se reconocen desde el primer instante mutuamente como iguales. Con esa inocencia y también veracidad palpitante que todos tenemos de niños y que vamos perdiendo a medida que cumplimos años y acumulamos prejuicios y recelos.

"No es fácil ser niño, aunque por supuesto tiene cosas maravillosas", apunta a infoLibre la directora. "Mi mayor preocupación como madre a día de hoy es proteger que mis niños no dejen la infancia antes de tiempo. Yo se lo digo siempre a mi hijo mayor, de nueve años: una vez abres la puerta al mundo de los adultos ya no hay vuelta atrás. Es tan corta y tan importante la infancia, que me gustaría que la sociedad entera protegiera más a los niños", plantea. "Porque los niños sufren mucho. Tienen la misma capacidad de sufrir, de emocionarse y querer que los adultos, pero atrapados en esos cuerpecitos tan pequeños. Por eso a nosotros como adultos nos cuesta darnos cuenta de que ellos tienen la misma capacidad de nosotros, no ya de entendimiento, pero sí de sentimiento", agrega.

Junto a las dos jóvenes debutantes, completan el casting Lorena López (Nosotros no nos mataremos con pistolas, Cinco Lobitos), Javier Pereira (Stockholm, Que Dios nos perdone), Enrique Villén (Balada triste de trompeta, Ninette) y Gloria Muñoz (Los buenos modales, Mi querida cofradía). Entre todos reconstruyen las propias vivencias de la directora en el madrileño barrio de Cuatro Vientos, una infancia eterna de descampados y libertad innegociable en estos tiempos que corren prácticamente inimaginable.

"Es una película original, muy bella, que te va a trasladar a la infancia y a los años ochenta. Es sencilla, no cuenta grandes cosas porque es más de sensaciones, onírica, sensorial", resume a infoLibre el actor Javier Pereira. "Reflexiona acerca del momento en el que empiezas a hacerte preguntas sobre todos los temas que te empiezan a preocupar a esa edad, contada con los colores, transmitiendo muy bien el verano", continúa, proponiendo a través de esta historia "recordar al niño que llevamos dentro" y aquellos años lejanos de nuestra infancia, "porque de mayores con tantas responsabilidades se nos olvida un poco de donde venimos y que fuimos niños también". 

"¿Te acuerdas de cuando tenías ocho años? Vas a revivirlo de verdad", lanza divertida Asensio, que recuerda su propia niñez pero va de lo personal a lo universal para retratar esa "España de antes, en este caso en transición". "Te bajabas a la calle, tus padres te llamaban por la ventana, no sabías qué hora era, no teníamos relojes ni teléfonos... Había una sensación de libertad en un mundo extraño y peligroso, porque había muchos yonkis y jeringuillas, y aprendías a jugar en el parque esquivando las jeringuillas para no pincharte", explica, asegurando que no ha tratado de "retratar una infancia idealizada, y tampoco un mundo de los ochenta idealizado". "He intentado reflejar lo que yo recuerdo con la mayor verisimilitud posible", resume.

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Cine familiar para toda la familia pero de verdad, huyendo de clichés y con fondo para la reflexión. "El cine familiar a veces es demasiado de comedia y superficial", concede Pereira, para quien este film, "sin ser denso, está entre el ocio y hacerte pensar, en un punto medio muy conseguido". "Creemos todos los que hemos hecho la película que no hay demasiada oferta de cine al que puedas ir con tus hijos y también tú sientas que es una película que te apela", tercia la directora.

Y todavía continúa: "Muchas veces vamos con nuestros hijos a ver las películas de animación, que siempre tienen algún guiño simpático para los adultos, o las de súper héroes, pero pienso en las películas de los ochenta de Spielberg, que estaban perfectamente narradas para un niño y también para los adultos. Por eso, creo que no hay muchas películas como esta, que puedes ver con tus hijos y con los abuelos. El cine familiar queda un poco de verano, al aire libre, muy de comedia. Las películas familiares que se hacen en España son sobre todo comedias, pero esta no es una comedia. Te puede hacer sonreír en algún momento pero realmente es un drama".

La niña de la cabra es, en definitiva y en esencia, una historia de amistad improbable, de dos niñas que se miran "de tú a tú sin saber quienes son, de donde vienen, de qué clase social, raza o edad son", remarca Pereira. "Me cuesta ver hoy en día ese tipo de unión, y es una pena porque separa y segmenta a la gente, de manera que solo aprendemos de los que piensan como nosotros y se mueven en los mismos ambientes, cuando es muy bonito aprender de todo tipo de personas. No debemos sentirnos ni mejores ni peores, nada nos separa tanto, al final a todos nos preocupan más o menos las mismas cosas", reflexiona, antes de sentenciar para terminar: "En la variedad está la riqueza".

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