Día Internacional de la Mujer

Hermanas ilustradoras

Ilustración de Carmen Segovia para la muestra 'Aliadas'.

Lucía González suele recurrir a la misma anécdota para ejemplificar la evolución de la presencia de mujeres en el mundo del tebeo y la ilustración. Al principio —habla de su comienzo, hace unos diez años—, ir a un salón del cómic suponía formar parte de una ínfima minoría. Las mujeres que paseaban por los corredores de Expocómic y demás ferias eran muy pocas. Pero, sobre todo, eran las "novias de". Los verdaderos aficionados al cómic eran ellos, y a ellas se las consideraba advenedizas. "Incluso a Lynn Varley, que es la que hacía el color a [Frank] Miller... Bueno, no se la llamaba 'colorista', sino 'pareja de Miller", apunta González, conocida como Chapi Kawaii en el mundillo. Poco a poco, las mujeres fueron conquistando aquellos pasillos, como lectoras y como creadoras. Un día, en un salón —no recuerda cuál, pero debió de ser en 2013—, un grupo de autoras charlaba animadamente. ¡Al fin! Pero no pudieron alegrarse durante demasiado tiempo: de todas ellas, solo dos o tres habían sido invitadas por la organización como firmas importantes en medio de un plantel de autores. 

La respuesta de González fue: "Si no nos invitan a la fiesta, tendremos que montarla nosotras". Y fundó el Cómicca Fest de Granada, que tuvo su primera edición en 2014 y celebrará la segunda el próximo noviembre. Su respuesta ejemplifica el desarrollo de la lucha por el reconocimiento que han llevado a cabo muchas autoras. Allí donde se topaban con el ninguneo de la industria, ellas respondían con sororidad, con unión y apoyo entre ellas. Gracias a esa relación, cultivada en la red, se han publicado libros, descubierto nombres e incluso agitado los movimientos sociales.

"La revolución será feminista o no será". Es la ilustradora Carmen Segovia la que recuerda el lema, refiriéndose al episodio que inspiró su obra en la muestra colectiva Aliadas (del 10 de marzo al 4 de septiembre en el CentroCentro de Madrid). En la noche de las elecciones generales, acudió a la celebración de un partido. Sobre el estrado, un número igual de mujeres que de hombres. En un momento dado, comenzaron a hacer el gesto que ha simbolizado la liberación de la mujer, los extramos de los dedos índice y pulgar unidos formando un rombo. "Me pareció que había un momento de alianza entre los asistentes", recuerda. La misma que siente entre las mujeres de su sector. Ese gesto revolucionario se extiende, para ella, al cómic. También ahí, "la revolución será feminista o no será". "El patriarcado alcanza todos los campos. Si los cambios suceden, será en toda la sociedad", defiende. 

"En el colectivo somos muy variadas, y todas tenemos distintos puntos de vista. Pero nos ha unido esa incomodidad de movernos todavía en un mundo tan masculinizado", explica la dibujante Susanna Martín. No es que este movimiento haya hecho crecer a las autoras como setas, es que las ha unido. Donde había grupos aislados y creadoras sin ningún apoyo de la comunidad, ellas han construido una red. O un Enjambre(Norma Editorial, 2014). Ese es el título de la antología publicada por Martín que se convirtió en un catálogo —más limitado cuantas más ilustradoras se dan a conocer— del ambiente que se vive en el sector. Hace poco tiempo, antes de involucrarse en la Asociación de Autoras de Cómic, ella misma conocía "a tres, a las que publicaban más". Gracias a este proyecto, se hizo con nuevos nombres. 

Encontrarse —a través de la asociación, fundada hace dos años, pero también a través de Internet— ha hecho posibles dos fenómenos aparentemente opuestos. El primero lo resume Martín: "Necesitábamos compartir experiencias, para mí, sobre todo, poder reflejarme en otra autora". Reconocimiento. Lo mismo que sintió Lucía González cuando dio con la dibujante Carla Berrocal en un festival por primera vez: "¡Haces cómics! Por fin alguien". O lo que es lo mismo: por fin alguien como yo. El segundo fenómeno parece ir en sentido contrario: "Nos hemos dado cuenta de que somos diversas. De que, por ser mujer no tenemos una sola forma de dibujar". Que no estaban esclavizadas por esa idea de "lo femenino" que debería haberlas enclaustrado en historias románticas y dibujos suaves.

Fragmento de Poesía Reiki, a partir del poema de Martha Asunción Alonso, ilustrado por Nathalie Bellón en Exploradoras.

Esa necesidad de crear un relato propio está llevando al cómic a fundirse con otras artes. Es el caso de Exploradoras (Libros de la Herida, con presentación en la librería Traficantes de Sueños de Madrid el 12 de marzo), en el que Nathalie Bellón ha ilustrado poemas de 12 escritoras contemporáneas: Sara Castelar, Carmen Camacho, Isabel Escudero, Miriam Reyes, Francisca Aguirre, Alba González Sanz, Mª Ángeles Pérez López, Elena Berrocal, Amalia Bautista, Laura Casielles, Martha Asunción Alonso y Laura Giordani. "Quería visibilizar el trabajo de compañeras, conocidas por mí en un inicio o no. Si no nos unimos, estamos ocultas por los medios, editoriales, premios, festivales… Me han llegado a llamar de un salón del cómic porque les faltaban mujeres en el cartel Eso está bien, pero... ¿también se lo dices así a los hombres?", comenta la creadora. Sus exploradoras son "heroínas de su propia circunstancia. Toman posesión de lo que quieren que pase. Todas ellas, aunque hagan cosas de lo más cotidiano. Van mucho más allá que quedarse a mirar".  

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La comunidad se ha ido construyendo, en gran medida, gracias a las redes sociales. "Sin ellas, no se habría podido generar tanta empatía y tanto compañerismo", dice González, "Aquellas a las que no conocíamos o que no podían ir a los eventos nos han ido localizando. Cada vez somos más". Lo que empezó en webcómics como Caniculadas —que ha reunido durante cinco años las creaciones de Andrea Torrejón, Clara Soriano, Carla Berrocal, Mamen Moreu, Bea Tormo, Nat, Srta. M y Mireia Pérez— o Tik Tok —donde también participan hombres— se ha extendido por Twitter y Tumblr, que a su vez han engendrado más proyectos y amistades. "Entre Carla Berrocal, y la Galvañ están poseyendo las redes, y está estupendo", celebra la dibujante Nathalie Bellón, "Puede que sea porque el cómic sea un medio visual tan rápido, tan asumible para todo el mundo… Es instantáneo y cuenta la realidad del hoy". 

Quizás por eso las autoras han llevado su activimo más allá de su propio campo. El asesinato de las dos turistas argentinas que viajaban por Ecuador generó decenas de ilustraciones, compartidas a través de Twitter con los hashtags #ViajoSola y #NiUnaMenos y con el lema "No viajaban solas, viajaban juntas". Una réplica a menor escala de lo que fue en España la iniciativa Wombastic contra el anteproyecto de reforma de la ley del aborto. La web reunió 255 obras —había fotos y vídeos, pero sobre todo ilustraciones— que rechazaban el intento del PP de limitar este derecho y creó una marea de reacciones en la red. "Fue algo extraordinario, esa unión de fuerzas que hicimos, y que nos uniéramos al movimiento de las mareas...", recuerda Bellón. Su impacto es incomparable con el de cualquier otra acción reciente llevada a cabo por mujeres artistas. 

Claro que queda mucho por hacer. Carmen Segovia recuerda que, pese a que la ilustración haya sido tradicionalmente un oficio de mujeres, mucho más que el cómic, y pese a que ha habido grandes ilustradoras públicas desde sus inicios, "la parte protagonista siempre se la han llevado los hombres. El prestigio, el que se considere que una obra es importante, sigue siendo todavía de los hombres". ¿Cuándo llegará la victoria? "Cuando nos acerquemos a un libro para leerlo, comprarlo o editarlo, sin que influya el hecho de que lo haya escrito un hombre o una mujer. Hasta entonces, sigue haciendo falta una perspectiva de género". 

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