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CULTURA

Salman Rushdie: "El humor es una respuesta frente al fanatismo. ¿Imaginamos un talibán que fuera cómico?"

Desayuno con el escritor Salman Rushdie en Madrid

El Ateneo de Madrid hasta la bandera a las 9:30 de un lunes para hablar de literatura, de muerte y de vida. Tal es el poder de convocatoria de Salman Rushdie (Bombay, 1947), de visita para presentar Cuchillo, meditaciones sobre un intento de asesinato (Random House), unas memorias en las que relata lo vivido a partir del 12 de agosto de 2022, cuando fue atacado con un cuchillo por un hombre que le asestó varias cuchilladas en una mano, el pecho, el cuello y un ojo durante una conferencia en el estado de Nueva York. Un ataque que tuvo lugar treinta y tres años después de que el régimen del ayatolá Ruhollah Jomeini emitiera una fetua pidiendo su asesinato por su novela Los versos satánicos.

"Pensaba que ya no había peligro, llevaba 25 años viviendo en Nueva York y hacía todo lo que hace un escritor, no sólo en Estados Unidos, sino en otros lugares del mundo: giras literarias, charlas, debates, lecturas... y nunca pasaba nada, por lo que pensaba que este tema ya no le interesaba a nadie e iba tranquilo por el mundo, sin mayores precauciones", ha confesado desde el escenario del Ateneo durante una conversación con el también escritor Javier Cercas y la periodista Montserrat Domínguez, y desde donde también ha reconocido que con un mínimo de seguridad, quizás una o dos personas, se hubiera podido evitar la agresión. "Él tuvo suerte, pero eso no quiere decir que yo tenga que tener miedo durante el resto de mi vida. Hay que mantener cierto grado de precaución, eso sí, pero la precaución y el miedo no son lo mismo", ha apostillado.

"No quiero parecer más heroico de lo que soy", ha continuado, asegurando que "vivir una vida normal no es tan arriesgado como pudiera parecer", aunque siempre quedaba "el riesgo de que apareciera alguien como este chico", lo cual requiere un nivel de seguridad mínimo. Pero lo cierto es que su atacante consiguió llegar hasta él y, durante 27 segundos, asestarle múltiples puñaladas que bien pudieron ser mortales. "Yo estaba en el suelo tirado pero escuchaba una voz que me decía 'no te mueras'. Algo inconsciente, quizás. Creo que esa fuerza vital que me hablaba me hizo superar la situación", ha destacado.

Quizás tengamos todos ese instinto de supervivencia tan potente que no somos conscientes de lo fuerte que es hasta que estamos ante la muerte. Porque cuando este peligro de muerte aparece, aparece también la fuerza de la vida

Y aún ha proseguido: "Quizás tengamos todos ese instinto de supervivencia tan potente que no somos conscientes de lo fuerte que es hasta que estamos ante la muerte. Porque cuando aparece, también lo hace la fuerza de la vida. A pesar del estado mental confuso, sí fui consciente de la agresión desde el principio, cuando toda la gente vino a ayudarme, incluyendo médicos entre el público para darme los primeros auxilios. Hasta que llegué al hospital y me durmieron fui muy consciente. Para mí, eso fue muy importante porque si hubiera perdido la consciencia quizás no hubiera podido volver a recuperarla. Con este hecho descubrí que soy más duro de lo que pensaba, lo cual es bastante útil. Está bien saber que uno tiene esa resistencia que yo no sabía que tenía".

No faltan en Cuchillo, además del tránsito por hospitales y quirófanos, las reflexiones sobre las secuelas, el regreso a casa y el impacto psicológico de un atentado que trastoca su existencia y la de su esposa, la escritora y fotógrafa Rachel Eliza Griffiths. Todo ello con un inesperado tono humorístico porque, a su juicio, "el humor en cierto modo es una respuesta frente al fanatismo, porque es algo que el fanatismo no tiene". "¿Podemos imaginar a un talibán que fuera cómico? Es una contradicción en sí misma. Este libro, que surgió a partir de un acto de fanatismo horrible, es bastante divertido. Quizás no debería serlo, pero lo es y me encanta el tono que tiene, que no es pesado ni didáctico, sino ligero, lleno de comedia", ha argumentado.

Rushdie ha admitido también que llegó a pensar en la posibilidad de reunirse con su atacante en prisión, si bien terminó concluyendo que "no iba a sacar nada limpio de esa conversación" porque el chico no iba a sincerarse con él para explicarle sus motivaciones. Por eso, pensó que era mejor que él mismo se inventara esa conversación para intentar meterse en su cabeza: "Este hombre es un enigma. Tenía 25 años cuando me agredió, sin ningún antecedente penal ni vinculación con grupos extremistas o terroristas. ¿Por qué dio el salto desde cero hasta el intento de asesinato? Decidió matar a un extraño sin saber ni siquiera quien era yo. Es un enigma que se puede explicar en cierta manera a través de la radicalización islámica si se quiere, pero no se sabe".

Durante el proceso de recuperación y rehabilitación de las heridas, ha asegurado el escritor haberse sentido "más vinculado" a su propio cuerpo, en cierta manera como un atleta. Por ello, ha intentado que el lector pueda acompañarle en esta "experiencia tan rara dentro del mundo hospitalario y de la medicina". "Hubo momentos en que la cosa se puso fea, fue muy difícil, no fue un proceso rectilíneo, y cuando empecé a escribir el libro todo esto fue bastante interesante porque hay una especie de absurdo, es como que tuve que convertirme de nuevo en un ser humano", ha señalado, salpicando sus palabras con ese sentido del humor tan suyo y que sigue acompañándole: "Cuando tienes heridas mortales la gente es más maja contigo".

La gente decía que no era para tanto. Llegaron incluso a atacarme como víctima diciendo que por qué tuve que escribir Los versos satánicos para ser rico y famoso. Muchos escritores y amigos me decían esas cosas, lo cual me dolió mucho porque no me lo esperaba. Al cabo de tantos años, al final me hirieron. 'Pobre tipo', pensaban

Por eso, ha contado que, a diferencia de cuando se declaró la fetua contra él en 1989, en esta ocasión "la solidaridad y el apoyo han sido bastante unánimes porque la gente sí pudo darse cuenta de que era algo grave". Porque durante los años noventa, ha dicho, nadie sabía en realidad el nivel de "amenaza, riesgo y peligro" que había contra él en un momento en el que "se interceptaron seis atentados serios con matones profesionales" enviados por Irán para matarle: "Pero yo nunca pude decirlo públicamente y por eso la gente decía que no era para tanto. Llegaron incluso a atacarme como víctima diciendo que por qué tuve que escribir Los versos satánicos para ser rico y famoso. Muchos escritores y amigos me decían esas cosas, lo cual me dolió mucho porque no me lo esperaba. Al cabo de tantos años, al final me hirieron. 'Pobre tipo', pensaban".

Vivimos en el mundo de la mentira, todo el mundo miente constantemente. Cuanto más poderoso es uno mayor es la mentira y más miente. Putin dice que los ucranianos son nazis y mucha gente cree eso. Trump dice que las elecciones fueron un fraude y eso lo piensan uno de cada cuatro americanos. Esa una situación muy peligrosa

Por último durante su intervención en estos Desayunos del Ateneo, el escritor ha afirmado que "la literatura no puede cambiar el mundo" -salvo, quizás, algún libro de Jane Fonda, ha bromeado-, por lo que no se puede dar a la literatura, a la poesía y a la novela "una fuerza y un poder que no tiene". "¿Cómo puede la literatura afrontar las atrocidades del mundo?", se ha preguntado, para acto seguido lamentar que en guerras como las que padece el mundo ahora son "muy pocas las cosas útiles" que puede aportar un escritor. "En Ucrania sí que se puede dar voz a aquellos que padecen la guerra, amplificar esas voces y eso es algo que los escritores pueden hacer para apoyar las víctimas", ha planteado, luego apostillando: "Vivimos en el mundo de la mentira, todo el mundo miente constantemente. Cuanto más poderoso es uno mayor es la mentira y más miente. Putin dice que los ucranianos son nazis y mucha gente cree eso. Trump dice que las elecciones fueron un fraude y eso lo piensan uno de cada cuatro americanos. Esa una situación muy peligrosa. Nos vemos en un mundo de falsas narrativas que se nos presentan y se nos inculcan. Si te dedicas a la narrativa, hay que hacer algo al respecto, y los novelistas a menudo acaban diciendo la verdad, extrañamente".

Encuentro privado con la prensa

Una vez terminada la conversación abierta al público, Rushdie ha mantenido un encuentro privado con una quincena de periodistas en el que ha reconocido que el ataque ha sido un "punto de inflexión" en su vida, y que este libro "es una forma de afrontarlo para luego superarlo". "El trauma fue muy intenso", ha destacado, para después contar que ha trabajado intensamente con médicos y terapeutas. "Lo sorprendente es que hay efectos muy conocidos de estrés postraumático, y aparentemente yo no los tengo. Pregunté a mi psicólogo y me dijo que soy un tipo duro", ha dicho divertido, luego confesando: "Una de las cosas que me preocupaban de estas giras literarias para hablar del libro era el riesgo de que ese trauma se reprodujera en conversaciones como esta y volviera a experimentar lo que ocurrió. Pero eso no ocurre porque estoy hablando del libro y no del hecho. En lugar de estar hablando de alguien tumbado en el suelo sangrando estoy hablando de alguien que ha escrito un libro sobre alguien tumbado en el suelo sangrando. Eso me ayuda mentalmente".

Preguntado por la muerte del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, uno de los principales representantes de la línea dura y uno de los favoritos para reemplazar en el futuro al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, Rushdie ha respondido que no sabe demasiado sobre el país. "Lo único que sé de Irán es que intentaron matarme. Él era un hombre de la línea dura y quien le sustituya no parece que vaya a ser un liberal", ha afirmado. Ha añadido, además, que él sabe que el estado iraní no estuvo involucrado en el ataque de 2022, "ni pretende planificar ningún atentado" contra él. "Ese fue siempre el mayor de los peligros", ha resaltado: "En el caso de esta agresión concreta, las autoridades norteamericanas tampoco están buscando a nadie más, por lo que parece que actuaba en solitario".

Tan solitario que el escritor ha planteado que su agresor pudo haberse radicalizado por pasar demasiado tiempo solo. "Sé pasó cuatro años en el sótano de su casa absorbido por las redes sociales. y esto es parte de ello, porque parece ser que su radicalización empezó cuando visitó a su padre en un pueblo dominado por Hezbolá en el Líbano en 2018. ¿Estaba en el sótano jugando al Call of Duty matando miles de personas? Si uno pasa tanto tiempo, horas y horas inmerso en ese tipo de juegos y luego escucha a algún sacerdote islamista o radical, evidentemente eso tiene efectos en su carácter".

Cuchillo, de hecho, es una manera también de intentar entender todo eso. "¿Cómo un chico de 25 años que no es delincuente ni criminal decide matar a una persona de la que no sabe nada? Como escritor, es una cuestión interesante y trato de responderla en el libro. No sé si lo que respondo es correcto o no, pero he querido responder algo convincente, del mismo modo que cualquier otro personaje que otro crea como escritor quiere que sea convincente para el lector. Por eso, he convertido a este chico en un personaje de ficción y yo soy su propietario ahora, esa es mi venganza", ha argumentado.

La idea de que la religión iba a pasar a formar parte del pensamiento fundamental de la gente parecía algo imposible en los sesenta, pero nos equivocamos

Tras asegurar que "vivimos en un tiempo peligroso para los artistas en todas partes del mundo, y no solamente por razones de fanatismo religioso", ha admitido que le "sorprende" el auge de los discursos de odio nacionalista de corte ultraderechista porque él es una "criatura de los sesenta", cuando creían que "el mundo iba a mejor" con revoluciones feministas y movimientos por los derechos civiles. "Es sorprendente ver lo que está pasando ahora, porque en aquel entonces la religión no era un tema, nadie hablaba de ella, la idea de que iba a pasar a formar parte del pensamiento fundamental de la gente parecía algo imposible, pero nos equivocamos".

En relación con esto último, ha comentado también su experiencia en el momento inmediatamente posterior a ser acuchillado, cuando no vio "ninguna puerta que se abriera, ni ángeles, ni demonios". "No había puertas del cielo, ni del infierno, nada sobrenatural", ha dicho, comentando de paso el estado de las heridas en su mano izquierda y en su ojo, definiéndose a sí mismo como un "milagro médico". "Se puede decir que tengo una mano y media. Sin embargo, mi ojo no va a mejorar, porque el cuchillo llegó al nervio óptico y lo dañó, con lo que no hay forma de arreglarlo. Pero si estamos hablando de milagros, si el cuchillo hubiera llegado un milímetro más dentro hubiera habido daño cerebral, y sin embargo, me hicieron un par de escáneres cerebrales y vieron que no había daño. Tengo todo mi cerebro intacto y puedo seguir siendo yo mismo, lo cual es una bendición impresionante", ha indicado.

Por último, ha comentado entre risas que el abogado de su agresor les pidió un ejemplar del libro antes de su publicación, algo que evidentemente no cumplieron. "Cuando se publicó, le dijimos 'paga los 25 dólares, por lo menos así me ayudas a pagar el alquiler. No sé si lo hicieron o no, pero cuando nos lo pidieron sí que les mandamos a paseo", ha asegurado, para concluir contando que a quien sí mando un ejemplar fue a su amigo Paul Auster, recientemente fallecido: "Le envié uno y le dije que no hacía falta que lo leyera, porque estaba en la fase terminal del cáncer. Pero fui a verle dos días antes de que muriera y me dijo 'he leído tu libro'. Ese es el tipo de cercanía que teníamos".

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