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"Siguen a la orden del día los asesinatos de mujeres", la denuncia pionera de Pardo Bazán ante los 'mujericidios'

Emilia Pardo Bazán

Fue recién estrenado el siglo XX cuando Emilia Pardo Bazán, gran apasionada de la criminología, empezó a hablar de mujericidios. Se fijaba y ponía el foco en los asesinatos en general y en los de mujeres en particular y, como la gran pionera que era, se adelantaba así cien años al recuento oficial de víctimas de violencia de género que se mantiene vigente desde 2003.

"Siguen a la orden del día los asesinatos de mujeres. Han aprendido los criminales que eso de la pasión es una gran defensa prevenida, y que por la pasión se sale a la calle libre y en paz de Dios, y no se descuidan en revertir de colores pasionales sus desahogos mujericidas", escribió la gallega allá por 1901 en su columna La vida contemporánea, de la revista La ilustración artística.

Unas palabras que siguen resonando dramáticamente actuales y que llamaron la atención de la escritora, criminóloga y farmacéutica Marisol Donis, quien ahora publica Emilia Pardo Bazán y su fascinación por la criminología (Editorial Alrevés), un título en el que explica la capacidad extraordinaria de esta mujer única para desentrañar la esencia de los crímenes de su época. Con una mirada feminista inédita entonces y aún hoy trágicamente inexplicable para todos aquellos que niegan la violencia machista. 

En una librería de viejo, Donis se hizo con un ejemplar que reúne aquellas columnas titulado precisamente La vida contemporánea y editado por la Hemeroteca de Madrid. "Así cogí la costumbre de leerme una de sus crónicas cada mañana, porque parece que estamos en el mismo día y el mismo año", relata a infoLibre la autora, explicando que aunque "los crímenes de entonces eran como los de ahora", le encandiló la "forma tan graciosa" que, paradójicamente, Pardo Bazán tenía de contar sucesos tan luctuosos. 

Así comenzó su indagación y constató que Emilia era "muy partidaria" de escribir sobre mujericidios, que serían los feminicidios de hoy en día, "un término que ella acuñó" y con el que relacionaba también, sin darle ese nombre sino hablando de "prácticas de dominio cotidiano", ciertas actitudes de micromachismos que le resultaban especialmente peligrosas aunque entonces nadie hablaba sobre ellos. "Se fijaba en las tonterías entre novios de 'no me habla' o 'no me contesta cuando le hablo' porque para ella no eran bobadas, puesto que sabía que después iba a venir la bofetada o, peor, el hombre sacaba la faca", explica Donis, sin resistirse a apostillar: "Es maravillosa por escribir ya así, en esos términos, hace ciento y pico de años".

Cita, por ejemplo, el caso del pintor Luna, un hombre de posición alta que asesinó a su mujer y la gente decía, "claro, la ha matado porque él como buen enamorado es celoso y es que la mujer se maquillaba una barbaridad y llevaba una ropa interior muy elegante". "Eso le hizo sospechar y es normal que hiciera lo que hizo", continúa Donis, rememorando el pensamiento generalizado de la época. Una forma de entender el mundo que no convenció en absoluto a Pardo Bazán, quien alertó en Nuevo Teatro Crítico de "una propensión en los tribunales que va erigiéndose en costumbre a absolver los delitos de crímenes y pasión, pues de cada diez delitos pasionales recae sobre nueve el veredicto absolutorio".

De esta manera, rescatando casos como este y con afán de arqueóloga ha ido Marisol Donis quitando el polvo acumulado en miles de legajos y periódicos antiguos, hasta haber leído y recopilado la vasta producción periodística de doña Emilia y, de entre toda ella, ha entresacado, organizado y dado luz con sus explicaciones a sus crónicas y artículos de opinión sobre algunos de los crímenes más populares, llamativos y terribles de su tiempo. Pero no se trata solo de recopilar el suceso, sino de poner luz sobre su punto de vista, sus opiniones, tan brillantes, tan certeras, tan rabiosamente actuales. 

El crimen de Fuencarral, el de Villaverde, el de la calle San Andrés, el del Pinar de Pinacote, el de la calle Pozas, el de la mujer martirizada, la secuestrada de Poitiers, el proceso Humbert o el atentado contra Alfonso XIII en Madrid, son solo otros de los muchos casos que se explican en el libro, siempre mostrando las opiniones y artículos escritos por Pardo Bazán sobre el caso. Cualquier suceso extraño que ocurriera, sobre todo en A Coruña, Emilia Pardo Bazán lo analizaba de forma concienzuda. Incluso se basaba en estos crímenes que tanto llamaban la atención para escribir novelas cortas.

Era como si le hubieran dado el doctorado en criminalística y criminología, porque sabía muchísimo de lo que escribía, no era una mera aficionada a los sucesos, y estudiaba el delito en profundidad

Marisol Donis — Autora de 'Emilia Pardo Bazán y su fascinación por la criminología'

"Yo soy criminóloga y veía que ella se había preparado como para hacer una carrera universitaria de criminología, porque tenía todos los libros que se publicaban, en el extranjero sobre todo, porque aquí había muy poquitos. Se aficionó a este tipo de lecturas y era como si le hubieran dado el doctorado en criminalística y criminología, porque sabía muchísimo de lo que escribía, no era una mera aficionada a los sucesos, y estudiaba el delito en profundidad", defiende Donis, recordando a su vez que "dejaba en evidencia a todos los investigadores".

Y es que su dedicación era total cuando había un suceso que llamaba su atención. Así, cuando pasaba algo cerca de su casa en Madrid en la calle San Bernardo, "se acercaba, miraba el portal y los balcones" en busca de respuestas a sus elucubraciones. "No sé si eso le daba pistas", prosigue la autora, quien remarca que debido a sus amplios conocimientos, "jamás entró a ver una escena del crimen porque ella había estudiado todos los libros de criminología y criminalística y sabía que el escenario de un crimen no se debe contaminar y no debe entrar nadie que no sean los investigadores". 

'El asesino no ha sido habido' era la expresión pintoresca que utilizaba cuando un crimen no era resuelto por una mala investigación

Emilia Pardo Bazán

Unos crímenes que, por cierto, no siempre eran resueltos por la mala investigación, lo cual le llevaba a concluir, contrariada en no pocas ocasiones al final de sus artículos, con una expresión bien pintoresca: 'El asesino no ha sido habido'. "Una frase muy de ella", concede divertida Donis, quien aún recuerda otro de sus dichos: 'Vivimos en chico, sabemos hasta el número de camisas que tiene el vecino y, sin embargo, cuando ocurre un crimen nadie ha visto nada'. "Lo que más me gusta de ella son las frases porque era como muy castiza y no tenía pelos en la lengua para nada", remata Donis.

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A pesar de esto último, aclara la autora que Pardo Bazán no era para nada partidaria de publicar los crímenes con todos los detalles en la prensa, pues eso propiciaba una especie de copia en sucesos posteriores: "Sobre todo en los casos, que se dan varios en el libro, de suicidios pactados entre parejas jóvenes de esos de 'yo te mato a ti y luego me mato yo', porque a la semana pasaba otro suceso igualito y luego otro. Y ella decía que no se debían contar los crímenes al detalle. Dar la noticia, sí. decir que ha muerto una pareja en tal barrio, y punto. Pero no al detalle porque lo copian, y me parece interesantísimo que dijera esto hace tanto tiempo".

Lo que sí hacía era, sin entrar en profundizar de más, un "balance". Por ejemplo, en 1902 hizo un balance de lo que había ocurrido en 1901, y hacía "recuento de la criminalidad en España, contando las mujeres muertas, como hacemos ahora, y decía 'es que solo veo puñaladas y tiros y sangre y exterminio y desolación'". "De manera particular, ella llevaba una agendita y decía tantos robos con violencia, tantos descuideros, tantos robos de alfileres de corbata, tantos muertos... y al final de año lo publicaba", señala Donis, quien recuerda con ironía, asimismo, que Emilia se quejaba de que todos esos crímenes ocurrieran en una sociedad supuestamente tan avanzada que ya tenía "telegrafía sin hilos".

Una sociedad que cien años después se enfrenta a problemas idénticos a pesar de tanto avance tecnológico y tanto cachivache inalámbrico. A través de estas lecturas comprobamos que no somos tan diferentes porque a través de los crímenes establecía Pardo Bazán un estudio social que ahora recoge también un siglo después Marisol Donis. "Hay que estudiar no solo el crimen, sino cómo era el país en esa época, cómo era esa masa social que iba a las ejecuciones como si fuera una verbena. Y las señoras aristocráticas llevaban a las sirvientas a las ejecuciones para que vieran lo que les podía pasar a ellas. Incluso se llevaba a los niños con la merienda. Al mismo tiempo, el periodismo tenía un poder tremendo y muchas veces incluso hacían un héroe de un criminal si era elegante, atractivo o robaba como nadie", plantea la autora, antes de remachar: "Hace un siglo y pico las cosas estaban así".

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