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Club de lectura

Contar el cuerpo

Un instante del acto de Nosotras mismas Chamberí.

Leticia Vela

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Como parte de las celebraciones de su 25º aniversario, la asociación feminista Nosotras mismas Chamberí organizó un acto en el Centro Cultural Galileo el pasado lunes 16 de octubre, durante el que se destacó la labor de su taller literario. Al mismo acudieron como invitados los autores Marta Sanz (Madrid, 1967) y Luis García Montero (Granada, 1958). El taller literario, que tiene lugar los terceros lunes de cada mes, reúne a un grupo de mujeres en torno a una obra elegida la sesión anterior y que analizan juntas para ahondar en su sentido. La actual presidenta de Nosotras mismas, Sara Díaz Hernández, agradeció a las sucesivas directoras del taller, Cristina Santa Ana, María Jesús Orbegozo y Koro Aramendi –quienes siempre han realizado su trabajo de forma desinteresada– su labor al frente del mismo.

Tras unas breves lecturas seleccionadas por una serie de participantes del taller, comenzó un distendido coloquio entre los escritores invitados. Abrió el diálogo la madrileña Marta Sanz, creadora de obras en narrativa como Susana y los viejos (finalista en los premios Nadal 2006); Black, black, black (Anagrama 2010); Farándula (Anagrama, 2015, premio Herralde de Novela) o la recentísima Clavícula (Anagrama, 2017). Autora también de ensayos y poemarios, Sanz explicó las circunstancias que la llevaron a ser escritora. En un ambiente relajado, de cercanía y en tono ameno, refirió algunas anécdotas. Como cuando encontró entre las cosas de su madre el que debe ser uno de sus primeros poemas, que escribiría a los cinco años de edad: "Valentina, tienes nombre de traidora". Al margen de estas escenas de su niñez y adolescencia, tanto Sanz como García Montero explicaron que provienen de familias en las que la poesía y la cultura eran muy apreciadas. En el caso de Sanz, además, su madre y la descripción que hizo del parto de la propia escritora han tenido una gran relevancia en su obra (se puede encontrar ejemplo de ello en Clavícula). "El dolor, el cuerpo", afirmó, "hay que contarlo".

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García Montero, por su parte, señaló que vivimos en un mundo "mercantilizado, del instante, de usar y tirar". Ambos coincidieron en que la literatura es un lugar de resistencia "que nos ayuda a ver debajo de las alfombras" y "exorcizar demonios personales y demonios públicos".

Tras el coloquio llegó el turno de preguntas. Una asistente de entre el público preguntó si se imaginaban su vida "sin escribir". La respuesta fue casi unánime: no, no se imaginaban de otra manera. Por suerte para nosotros, los lectores.

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