Los diablos azules

Por una "mirada transatlántica"

Imagen de la costa.

Marisa Martínez Pérsico

En un libro de 2008, Interculturas/Transliteraturas, la investigadora española Amelia Sanz Cabrerizo señalaba que no es que las sociedades hayan cambiado en su diversidad sino que algo ha sucedido en nuestra mirada crítica y con nuestros modelos de análisis, que "han dejado de ser monoculturales y han hecho perceptibles las migraciones, de forma que las distingamos como categoría operativa y objeto de estudio en sí. [...] Y es que la multiplicidad de contactos y préstamos provisionales hace que no sirvan las oposiciones binarias que distinguen entre nosotros y ellos".

Me parece importante defender aquí, hoy, el estudio de la literatura escrita en lengua española desde una mirada crítica renovada, panhispánica, intercultural y transatlántica, focalizada en la alteridad de la mezcla y en los espacios de enunciación entendidos como espacios de negociación no exentos de tensiones, pero siempre espacios híbridos, sin verticalismos. Los estudios poscoloniales vinieron a consagrar este espacio intermedio: "No en vano el siglo XX ha desarrollado toda una epistemología de la otredad. Sartre, Piaget, Kristeva, Todorov, Deleuze y Guattari han replanteado el dualismo entre el yo y los otros para acogerse a sistemas de raíces y caminos, conexiones y cruces de fronteras como metáforas para la representación de la identidad. [...] La hermenéutica intercultural tiene que ser desafío de la curiosidad y la disonancia cognitiva [...] su interés no será tanto la comparación como el encuentro en sí y la cuestión de cómo dentro de lo ajeno se conserva lo propio o al revés", continúa Sanz Cabrerizo.

Abordar la literatura escrita en lengua española desde los estudios transatlánticos implica estudiar y documentar la naturaleza de los intercambios de sus actores, hacer visibles las tensiones en la intersección de campos culturales nacionales, regionales e intercontinentales, mostrar los procesos que evidencian la lucha por la autonomía y la influencia, los puntos de fértil encuentro y de distancia polémica, de retroalimentación en espiral del diálogo geocultural que modificó la cartografía de las letras hispánicas especialmente desde el Modernismo y las Vanguardias hasta el día de hoy, en que asistimos a una literatura fuertemente marcada por la posnacionalidad y la extraterritorialidad de la que ya hablaba George Steiner en los años setenta.

Quiero destacar aquí el enfoque de los "nuevos hispanismos" promovido por Julio Ortega, profesor de la Universidad de Brown, quien amplía la línea de los convencionales estudios de crítica literaria hispánica refundando una teoría y práctica que denomina transatlántica e interdisciplinaria que permite expandir el eje geocultural: Hispanoamérica, España, el mundo de habla hispana en Estados Unidos y otras latitudes. Se trata de adoptar nuevas prácticas "inclusivas y plurales, críticas y divergentes", escribía Ortega en un libro de 2012, Nuevos hispanismos. Para una crítica del lenguaje dominante. Esta decisión implica abandonar "el predominio de una única nación que irradia hacia periferias colonizadas, adoptando la idea de desplazamientos hacia escenarios múltiples descentrados donde se estimula el diálogo transoceánico entre todas las culturas del mundo hispanoparlante", sostiene la crítica argentina Laura Scarano en un ensayo de 2016 publicado por la Universidad Nacional del Litoral. También destaca Scarano otra iniciativa convergente y paralela a la propuesta transatlántica de Ortega, la abierta por Jean Claude Villegas, profesor de la Universidad de Borgoña, con su colección Editions Orbis tertius que porta el lema de "Nouveauté hispanisme".

La complejidad de las relaciones entre Latinoamérica y Europa no se debería subestimar ni generalizar: en el plano literario bastaría señalar el influjo de Rubén Darío sobre el Modernismo español, la gravitación fundamental del joven Borges y de Huidobro en el Ultraísmo peninsular, así como la vinculación que con las revistas de este movimiento tuvieron otros hispanoamericanos: el ecuatoriano César Arroyo en Cervantes o el uruguayo Julio C. Casal desde Alfar. En un foro sostenido en el año 2000, como parte de la convención anual de la Asociación de Lenguas Modernas, Edward Said constató la erosión de los contextos nacionales en la crítica literaria contemporánea, haciendo notar que la nación es un marco de referencia cada día más incapaz de reclamar autoridad sobre los objetos literarios. Aunque Said no profetiza el fin de las literaturas nacionales, críticos como el mexicano Christopher Domínguez Michael sí dan ese paso, proclamando la cancelación de "la identificación romántica entre cultura y nación, la misma que convertía al escritor latinoamericano en una suerte de embajador ontológico de su país, destinado a explicar los misterios esotéricos de México, del Perú, de Colombia al público europeo" (citado por Ricardo Rodríguez Mouat, "Cosmopolitismo y latinoamericanismo: nuevas propuestas para los estudios literarios", 2010).

Hibridación, transculturación, heteroglosia del discurso, posnacionalidad y extraterritorialidad son categorías de análisis operativas, hoy. El concepto de hibridación, consagrado por Bhabha (1994) y desarrollado por toda la crítica postcolonial (Young 1995), es entendido como aquel lugar de negociación, interacción y dialogismo entre culturas. El concepto de transculturación del formidable crítico uruguayo Ángel Rama (1982), elaborado a partir de las aportaciones sobre la aculturación de Franz Boas (1920) y de las reflexiones antropológicas del cubano Fernando Ortiz (1940), tienen en común su interés en explicar la doble direccion del intercambio cultural en forma de proceso por el que una cultura abandona componentes propios, toma los de otra cultura y se aparta para crear algo nuevo inexistente hasta entonces (la transculturación). La hermenéutica cultural conduce a la exploración de ese tercer espacio en la definición de un sujeto intercultural, y a estudiar "los mecanismos culturales, personales e históricos que llevan a procesos de interacción, las modificaciones que producen las asimilaciones del otro a sí, los mecanismos de contacto, el cruce de discursos y códigos, la interacción dialógica [...] las situaciones interculturales que generan nuevas formas de literatura y la desterritorialización nómada", nos dice Sanz Cabrerizos.

La crítica transatlántica que defendemos, entonces, es la que  "recupera la textualidad aleatoria y discontinua de los contactos, intercambios, negociaciones, fracturas, cruces y mezclas de los lenguajes culturales, con una visión más procesal y desencadenante que genealógica", nos dice Ortega en Nuevos hispanismos interdisciplinarios y transatlánticos, de 2010.

La explosión tecnológica y de comunicaciones acorta cada vez más las distancias y facilita cierta concomitancia de modas artísticas e intereses estéticos. Aunque los movimientos estéticos europeos han servido durante los últimos cuatrocientos años como modelo y fuente de inspiración en América Latina (y desconocer la realidad de este proceso sería falsear los hechos mismos, en palabras de Mihai Grünfeld), también es cierto que desde la misma época de la colonia ha existido en la producción literaria latinoamericana una corriente de resistencia anticolonial o anti-establishment que se esmeró en marcar la diferencia entre la metrópolis y las colonias, entre Europa y América. Tanto la crítica que define lo latinoamericano en términos de lo europeo como la que intenta autorizar la corriente de resistencia presuponen un mundo escindido en dos, una conciencia binaria definida en torno a dos polos, o más bien a dos conceptos muy comunes en la crítica de hoy: un centro y una periferia.

Los estudios transatlánticos proponen una metodología superadora de esta posición binaria entre Europa y Latinoamérica, entre centro y periferia, entre la norma y lo marginado.

  Fragmento de la introducción de Manual de espumas. Estudios, balances y relecturas de las vanguardias históricas en una dimensión transatlántica, Valencia, Calambur, en prensa. Autores del volumen: Gabriele Morelli, Antonella Cancellier, Luis García Montero, Antonio Jiménez Millán, Carlos García, María del Rocío Oviedo Pérez de Tudela, Sergio Arlandis, Carlos Frühbeck Moreno, Armando Francesconi, Jesús Cano Reyes, Giuseppe Gatti Riccardi, Almudena Mejías Alonso, Rose Corral, Yanna Hadatty Mora, Carla Zurián de la Fuente, Celina Manzoni, Gersende Camenen, Victoria Liendo, Jesús Dávila, Bernat Padró Nieto, Laura Cilento, Luciana Del Gizzo, Mara Donat, Dóra Faix, Fernanda Elisa Bravo Herrera.

Una conciencia enriquecida por el viaje a la naturaleza

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Marisa Martínez Pérsico es crítica y escritora. Su último libro es Las manos en la madre (novela, RIL Barcelona, 2018).

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