¿Y si 'Moby Dick' fuera un 'ecothriller'?

Oceánica

Yolanda González

De Conatus (2022)

Océano, mares. Océano, ballenas. Océano, marineros, Historia, historias. Océanos. Ballenas varadas. Mar del norte, costa vasca. Marinos vascos y senegaleses. Otra vez ballenas. Mar. Ecologistas. Cambio climático. G-7. Prepotencia capitalista. Escenografía. Siglo XVI. Siglo XXI. Novela coral. O no. Protagonista principal: el océano. Personajes secundarios: humanos a la caza de la ballena en el siglo XVI. Humanos al rescate de la ballena en el siglo XXI. No hay salida. No hay respuesta. Novela épica. Novela política. ¿Ecos de Moby Dick? La ballena ya no es el Leviatán, la encarnación del mal, el monstruo. Ahora es la víctima, la última que queda, varada en la playa, muerta. En extinción. ¿Cómo hemos llegado a esto?

Si tuviera que resumir esta interesante novela que he terminado de leer, publicada por la editorial De Conatus y escrita por Yolanda González (Mérida 1965), no la abarcaría con el párrafo anterior. Es una novela épica, también humana, incluso animal, que intenta no ser antropocéntrica, tampoco quiere dar alternativas, ni salidas, solo contar una historia, o dos historias paralelas: una en el siglo XVI cuando los vascos eran los maestros balleneros, cuando su caza posibilitó el alumbramiento del mundo nuevo, del Renacimiento, cuando su grasa era imprescindible para prolongar el día sobre la noche. La otra historia ocurre en vísperas de la cumbre del G7, en Biarritz, en el verano del 2019.

Contiene ingredientes de novela policíaca sin serlo: una muerte, en este caso de una ballena; múltiples sospechosos, múltiples culpables; una investigación que llevan a cabo unos y otros, el poder y el contrapoder, para explicar las causas y lo que ha pasado, quién es el responsable y si lo que se quiere es sabotear la cumbre. Contiene ingredientes de novela política, aunque es más bien una historia social y ecologista. La escritora dice que el protagonista principal es el océano, yo creo que es más bien una novela coral: el cambio climático, la degradación del planeta afecta a todos por igual, ya sea el mar, el aire, la lluvia, las plantas y bosques, los animales o los humanos dentro de los animales. Hay múltiples personajes que son presentados por un narrador omnisciente, que nos conoce, no es neutral, toma partido, asciende o desciende en función de los acontecimientos. Una novela difícil de escribir y fácil de leer. Pero que nos increpa. Nos deja pensando: Buf. ¿Hay salida? ¿Estamos realmente tan locos? La literatura no está para dar salidas, sino para plasmar una realidad. ¿Cómo hemos llegado a esto? La autora nos lleva con su escritura hasta el siglo XVI, cuando la caza de ballenas era aún cuerpo a cuerpo, cuando los marinos arriesgaban sus vidas, vidas que se medían por toneles y barriles por parte del armador. Dos barricas = un hijo muerto = una chalupa. Lucha de clases pura y dura.

Hay personajes del pasado y del momento actual.

Mujeres del pasado, madres:

"Una madre con el útero gastado y la vagina seca, que se mea encima cuando corre y engaña a la gente crédula con ungüentos y conjuros. No debería gritar, no debería provocar a los dioses. Solo se le ha muerto un hijo, le quedan todavía dos y tiene también dos hijas para que la consuelen de las tristezas y del frío. Pero Oihana no baja los brazos. Oihana la montañesa, la herbolera, la bruja, la sorguiña; la madre de Basoa, y de Mikel, y de Peru; Peru, que no descansa en paz y vaga en la mar con el cortejo de los náufragos. Nadie tiene la culpa de su desgracia, los marineros mueren en la mar, la mar es el cementerio de sus hombres, debería aprenderlo y vivir con ello. Así es esa tierra; y es la tierra la que hace a los hombres, no las madres. Oihana no debería olvidarlo".

Hombres del presente, marinos senegaleses:

"—  Importan mucho las ballenas. Más que algunos hombres. Importan vivas y también importan muertas. Todos quieren saber de qué ha muerto ésta. ¿Tú lo sabes?

Abre la cerveza y la deja junto al vaso vacío.

—  De nosotros. Todas mueren de lo mismo, de nosotros. Arrolladas por un carguero, expulsadas de las aguas que les dan vida, muertas de inanición por el expolio industrial de su alimento, intoxicadas por un derrame, ahogadas por tragarse los plásticos o enredadas en los aparejos desechados, cazadas ilegalmente…

Digiere la respuesta, se toma su tiempo. Espera a que Gabriela vuelva a sentarse frente a él y lanza las palabras suavemente, casi deja caer las sílabas.

—   Como nosotros, entonces. Nosotros morimos también de lo mismo.

Las manos llenas de heridas siguen expuestas frente a ella. Tiene dos marcas iguales en cada muñeca, cicatrices de ataduras. El nosotros de Mamadou Gaye no es el mismo que el de Gabriela Martí…".

Los saltos históricos entre el siglo XVI y el momento actual son fáciles de seguir. La edición acompaña: los capítulos que hablan del pasado están introducidos por una cola de ballena, la misma que aparece entreverada en el quinqué de la portada. Es una novela con tintes de drama griego, la hibris, el coro que evoluciona según avanza la historia, presentado en páginas negras y letras blancas. Es una edición muy cuidada, bajo el diseño de Álvaro Reyero.

Vayamos ahora al G7: "los siete paseantes sobre el acantilado asumen sus destinos de jefes del mundo frente a ese paisaje…"

Y deciden buscar un enemigo etéreo, que aúne a unos y otros, capitalistas y ecologistas. Ya está:

"Ceodós. Deben insistir en la batalla contra el ceodós y reconducir la problemática social. Se trata de cambiar la cara al demonio. El ceodós es el perfecto leviatán para la segunda década del siglo veintiuno, un inmejorable sustituto del terrorismo… La trama del Mal debe renovarse a la misma velocidad que las tecnologías que lo empujan … Los inmigrantes no tienen la suficiente altura dramática para convertirse en el nuevo leviatán, nunca pasarán de ser coro, de cantar en el foso, como simples sombras. Se impone ya el giro narrativo… el mal que nos amenaza hoy de muerte a todos es el mismo mal, el Mal con mayúsculas, invisible e intangible como la época, que se filtra por los poros y envenena a los hombres y a las plantas y a los mares…"

Hasta ahora, el tema del cambio climático ha sido abordado, mayoritariamente, en el ensayo. Este libro es un salto a la narrativa. Y aún hay pocas novelas que nos acerquen a este tema. Y menos que estén tan bien escritas como Oceánica. Conjugar todos los elementos como lo ha hecho Yolanda González supone un trabajo ímprobo que se merece un buen puñado de lectores. Ojalá sea así. Ojalá aprendamos y rectifiquemos. No sé.

Para releer a Ana María Matute

Yolanda González es licenciada en Filología Árabe. Colaboró como crítica literaria en el diario El País y trabajó como profesora en la Escuela de Letras. Su novela Las llamas tiemblan fue premio Café Gijón y Punto Cero ganó el Premio de novela Ciudad de Torremolinos.

P.D. Este libro está dedicado a Ángeles Martín. Esta reseña también.

Carmen Peire es escritora y su último libro es 'Cuestión de Tiempo' (Menoscuarto).

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