"El mundo no es una mierda, hay que ser optimistas": Amaral canta a la 'Dolce Vita' reivindicativa

Juan Aguirre y Eva Amaral publican 'Dolce Vita', su nuevo disco

Casi seis años después de su hasta ahora último disco de estudio, Salto al color, Amaral regresa este viernes con nuevo disco, Dolce Vita, el noveno ya de su larga trayectoria de tres décadas poniendo banda sonora al menos, como poco, a un par de generaciones. Un álbum con quince canciones que hablan de un "ideal de libertad, de belleza, de conexión de tu entorno y contigo mismo", tal y como trata de resumir (porque es mucho más) a infoLibre Eva Amaral (Zaragoza, 1972), mientras asiente Juan Aguirre (San Sebastián, 1965). Un LP que "pueda acompañar a la gente y provocarle euforia, o quizás melancolía en algún momento", comenta a su vez el guitarrista, mientras es ahora la vocalista la que asiente. Un ente de dos cabezas, en definitiva, tan compenetrado que ya sabe lo que va a decir el otro antes de que empiece a hablar. Lo vamos a comprobar.

Seis años casi desde el anterior disco. No es demasiado usual, más en estos tiempos veloces en los que los artistas tienen que estar constantemente activos publicando canciones. ¿No es mucho tiempo?

JUAN: Es verdad, sí. De hecho, estábamos planteando que los conciertos de presentación de este disco sean más limitados para poder grabar de nuevo antes, porque lo cierto es que hemos hecho una gira interminable. Era ya como La historia interminable (risas). Empezamos a tocar muchísimo cuando acabó el confinamiento, cada vez ante aforos más grandes, y no supimos resistirnos a propuestas muy bonitas que nos hacían. También porque la banda estaba sonando increíble y lo pasábamos muy bien en escena. En nuestro caso, además, es que lo hacemos todo, es decir, componemos, hacemos casi todos los arreglos y estamos pendientes de todos los precios, igual que con las giras. Quizás hay artistas que delegan en un equipo de composición y pueden hacer más cosas, pero en nuestro caso era imposible grabar antes.

EVA: Y nos parecía interesante que el disco tuviera la energía del directo. Estábamos todos los fines de semana tocando y eso al final también queda grabado. Por si fuera poco, intentábamos abarcar muchas canciones, porque al final han sido quince pero teníamos muchas más, por lo que era algo difícil de manejar.

Tampoco hay prisa, que parece que tenemos que hacerlo todo corriendo siempre.

E: Es importante hacer las cosas al ritmo que sientas que las tienes que hacer. Nos hubiera gustado hacerlo más rápido, no hemos podido, pero todo está bien, nadie ha muerto por ello (risas). Las cosas tienen su proceso.

Eso también es lo que defiende Dolce Vita.

E: Sí, totalmente, esa es la filosofía del disco.

¿Qué es la Dolce Vita? ¿Un estado de ánimo? ¿La felicidad buscada? ¿Parar el tiempo que cada cual necesite para hacer lo que quiera?

E: Habla de un ideal de libertad, de belleza, de conexión de tu entorno y contigo mismo.

J: De equilibrio.

E: De equilibrio y de controlar tu tiempo, porque tu tiempo es tuyo y de nadie más. Y también habla de que tú has generado ese paraíso y esa burbuja en la que quieres vivir pero muchas veces la vida real también te golpes y la dulzura de vivir a veces también amargura, por lo que hay que aprender a manejar esos parámetros.

Víctor Jara es un icono de la música en español, un grandísimo cantante y guitarrista, que es increíble más allá de las canciones conocidas

Juan Aguirre

¿Es cada vez más difícil crear ese espacio ideal? No sé si por eso Dolce Vita es una especie de oda o manifiesto libertario, pues son varias las canciones que transmiten ese espíritu.

J: Esa percepción es tuya y es la que cuenta, pero igual en el disco lo que hemos hecho desnudarnos emocionalmente y hablar de muchas relaciones. Con nosotros mismos, entre las personas... Y luego es cierto que todas las relaciones tienen un entorno, pero el protagonista del disco es nuestra desnudez emocional, hablar de las cosas desde un prisma mucho más personal. Que luego a veces descubres que cuanto más personal es la cuestión más universal se vuelve, lo cual te lleva a pensar que a lo mejor no somos tan diferentes entre nosotros como especie. 

E: Al mismo tiempo, el disco está lleno de contradicciones, porque hay algunas canciones que hablan de sentirse fuerte y hacer el propósito de mirar hacia delante siendo consecuente con tus decisiones, pero también hay otras que hablan de abrazar la fragilidad.

¿Podría ser el disco más protesta de Amaral, en la forma de Amaral, que no es necesariamente política, sino emocional y hasta si me apuras social? ¿Una forma de protestar contra el mundo en el que vivimos es denudarse emocionalmente?

J: La búsqueda esencial no es tanto la protesta, porque para eso hay otros medios que a lo mejor son más directos y efectivos. Hay que pensar también que un disco no solo se analiza por los textos, que pueden ser historias de relaciones o hablar de lo que te gusta, sino también por las texturas y los sonidos. Esto es algo muy hedonista, porque cuando a lo mejor inviertes toda una mañana en buscar un sonido muy concreto te aíslas un poco del mundo, y sin ese aislamiento no podrías afrontar lo que estás haciendo. Por eso, creo que en este disco, que es el más abierto musicalmente que hemos hecho, somos sobre todo músicos en el momento presente, y eso supone y abarca muchas cosas, dejarte influir por mucha gente que a lo mejor está empezando ahora, redescubrir cosas que tenías olvidadas porque has vuelto a la ciudad donde creciste... Queríamos que fuera un disco que reflejase la complejidad de cómo somos los dos.

No es natural que haya tan pocos nombres de mujeres en los carteles de los festivales

Eva Amaral

Musicalmente es vuestro disco más abierto, sigue ahí la electrónica al tiempo que entran ritmos e instrumentos del folclore y la música de raíz, pasajes casi tribales. ¿Hay ahí cierta conexión con haber vuelto a ciertos lugares, como la ciudad donde creciste, o con la tierra y la naturaleza incluso, que está muy presentes en estas canciones?

E: Igual lo hicimos de forma inconsciente, pero sí que es posible que fuéramos buscando esa conexión más terrena.

J: Sí, la verdad. Nosotros hemos crecido escuchando música anglosajona, pero nos hemos dejado contagiar por todo lo que sonaba en la tele, en nuestras casas o las cosas que escuchaban nuestros padres o hemos descubierto en los viajes, que no necesariamente tienen que ver la música que empezamos a escuchar de adolescentes. Todo eso forma parte de tu ADN, aunque no lo hayas elegido del todo.

E: Los flirteos que hemos tenido con el mundo de la electrónica nos han aportado mucho y muchas veces pensamos en ella con los parámetros de las dinámicas que utilizan los artistas de electrónica en las canciones, que nos parecen súper interesantes para implementarlas, en directo sobre todo, porque son muy de comunión con el público y nos gusta mucho como mueven las energías. Pero nosotros venimos de hacer música con guitarras y eso es lo que hacemos y seguimos haciendo (risas).

¿Hay un sonido Amaral? Desde luego está aquí, pero enriquecido.

E: Sí, está ahí, con muchas cosas que escuchamos.

J: Tuvimos una época de fascinación por los instrumentos electrónicos sobre todo por mí, y creo que en estos últimos años de gira yo personalmente he vuelto a las guitarras no ya solo como fuente de sonido, sino como instrumento icónico de lo físico. Ahora mismo ponemos aquí una guitarra y va a sonar, aunque suene mal, va a hacer ruido. Se la das a un niño e inmediatamente va a generar un caos sonoro. Esa inmediatez del uso de las guitarras a mí me ha vuelto a fascinar, después de un tiempo en el que quizás me empecé a interesar más por la música más cerebral, programada con un montón de parámetros. Pero ahora mismo me entusiasma la música hecha con guitarras, que no es necesariamente rock. 

Hay algo en el subconsciente, algo cultural que llevamos impreso, que tiende a minusvalorar todo lo que venga de las mujeres

Eva Amaral

Me gustaría destacar Podría haber sido yo, una canción dedicada a Víctor Jara. ¿Qué significa para vosotros su figura?

J: Chile es el primer país que visitamos después de España, tenemos amigos y hemos visto allí un montón de conciertos. Más allá del localismo, Víctor Jara es un icono de la música en español, un grandísimo cantante y guitarrista, que es increíble más allá de las canciones conocidas. Siempre que escuchamos a Víctor Jara nos acordamos de Antonio Arias, de Lagartija Nick, porque una vez nos llevó en coche a un estudio para hacer algo con ellos y nos puso a Víctor Jara. Aquello hizo que saliera de nuestro disco duro y se quedara en nuestro escritorio, por así decirlo. La base de la canción es que cualquiera de nosotros podría haber estado en su piel de haber nacido en un lugar equivocado, en su playa, como dice la canción.

E: Y podríamos haber terminado en aquel Estadio Nacional de Chile donde murieron miles de personas.

J: Exacto. Por eso, es una reflexión sobre la fragilidad del ser humano ante la naturaleza y ante las turbulencias. Tampoco es una loa a la figura de Víctor Jara, que no la necesita, sino más bien una sensación de decir cómo te puede cambiar la vida en un momento por estar en determinado lugar.

Por ser quien es, lo relaciono también como una manera de que merece la pena cantar en general y reivindicar en particular a una figura como Víctor Jara en un momento en el que el mundo está en la deriva que está con tanto discurso de odio o extrema derecha. Esto lo pienso porque habéis cantado A galopar en vivo recurrentemente, que es también una forma de decir mucho y plantarse ante un mundo que puede parecer que se va a la mierda.

J: Pero el mundo no es una mierda. Yo creo que tenemos que ser optimistas, porque una cosa son los procesos de las élites y otra cosa es el ser humano con sus necesidades y aspiraciones del día a día. Yo creo que ese es el verdadero motor.

E: No nos debemos dejar aplastar por la negatividad, porque eso sí que nos puede envolver en una maraña.

¿Por eso canciones como La unidad del dolor o Eso que te vuela la cabeza? La importancia de encontrar lo que nos hace bien en el día a día para evadirnos.

E: Sí, aunque sea pensando en pequeño. Porque es verdad que muchas veces te ves sobrepasado por un universo tan negativo de noticias o lo que sea. Leía el otro día un artículo que nuestro cerebro tiende a fijarse muchísimo más en las cosas negativas porque es una forma de aprendizaje y de supervivencia incluso. Si tú sabes que en ese lado del lago hay un león, esa información la vas a guardar con muchísima más atención que otra. Entonces, todas esas noticias negativas nos influyen muchísimo más por eso, porque es algo que va en nuestro ADN. Una vez que sabemos esto, es importante poner mucho más el acento en lo positivo y en hablar de las cosas pequeñas que hacen que tu vida sea un poquito mejor y veas el mundo de una manera más bella. Porque si no, nos va a comer. 

J: Eso que te vuela la cabeza empezó hablando de una pulsión sexual intensa y acabó hablando de una pulsión intensa, simplemente. De pronto, nos dimos cuenta de que la letra estaba lo suficientemente abierta como para que eso que te vuela la cabeza puedan ser muchas cosas. Por eso, yo creo que lo bueno de una canción es que pueda ir de lo particular a lo universal. Al menos a veces, luego hay otras en que no debe estar tan abierta, porque cada canción te pide un poco como quiere ser. Por eso digo que hemos intentado hacer un disco que pueda acompañar a la gente y que pueda provocarle euforia, o quizás melancolía en algún momento. Nuestra primera preocupación a la hora de hacer el disco era hacer algo que influya en tu estado de ánimo, no como una fuerza transformadora, porque sería como suplantar a las verdaderas fuerzas transformadoras, cuando nosotros somos músicos. Yo me levanto por la mañana, tengo la fortuna de vivir de la música y me como la cabeza con sonidos, y si quisiera hacer otra cosa tendría que renunciar a ese tiempo. Pero el trabajo de músico es en principio muy solitario.

Llevamos ya muchos meses en infoLibre centrándonos en 'grupos de chicas', siempre entre comillas. Una etiqueta que no existe como tal, pero que de alguna manera nos vale para entendernos. Muchas de ellas (Nat Simons o Repion, entre otras) nos han hecho notar que, si no fuera por Amaral, no habría mujeres como cabeza de cartel en los festivales, donde hay una clara infrarrepresentación femenina.

Nat Simons: "Si no estuviera Amaral no habría ninguna mujer como cabeza de cartel en los festivales"

Nat Simons: "Si no estuviera Amaral no habría ninguna mujer como cabeza de cartel en los festivales"

J: Son amigas todas y, cada una en su estilo muy buenas. Son gente muy interesante y muy diferentes entre sí, lo cual quiere decir que no hay uniformidad y que esa especie de categoría de 'música de mujeres' es una etiqueta que se queda corta. Al mismo tiempo, sí que es verdad que ese cuestionamiento esté en el aire, y es reciente, además. Nosotros también lo hemos notado. ¡Como para no verlo!

E: Creo que hay algo en el subconsciente, algo cultural que llevamos impreso, que tiende a minusvalorar un poco todo lo que venga de las mujeres. Desgraciadamente, esto es así. Creo que ahora mismo está pasando del subconsciente al consciente y estamos poniéndolo encima de la mesa y dándonos cuenta de que no es natural que haya tan pocos nombres de mujeres en los carteles de los festivales, igual que tampoco lo es en las empresas o donde sea. Por eso, creo que estamos todos un poco pendientes de este tema. Y a mí, de verdad, me angustia la responsabilidad de que seamos muchas veces el único nombre con una mujer en la parte de arriba de los carteles de los festivales. Ojalá a partir de ahora esto cambie.

J: De los discos que más he escuchado en los últimos meses, está el de Fontaines D.C., que es un grupo de chicos, y luego el de St. Vincent, que es una mujer y está a años luz de otras cosas que se han hecho, además en un terreno de música intensa con una profundidad increíble. Me parece mejor que algunos discos por bandas míticas de hombres que en el pasado me influyeron. Tampoco hace falta citarlos, como decía mi madre, "no hace falta desvestir a un santo para vestir a otro" (risas). Pero St. Vincent es maravillosa y de lo mejor que puedes escuchar ahora mismo como música hecha con guitarras y con energía.

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