De teatro a refugio antiaéreo en Kiev: "Los dictadores mueren, las guerras terminan, pero el arte vive"

De la noche a la mañana, el ProEnglish Theatre de Kiev se vio obligado a convertirse en refugio de guerra, acogiendo y prestando ayuda a los vecinos del barrio donde se encuentra y a ucranianos que han sufrido ataques en otras ciudades. El teatro, una vez más, al servicio de la vida, aunque en esta ocasión adaptándose a la realidad por pura supervivencia.

"Pasamos de repente de ser un teatro normal a un refugio con cuarenta personas", relata a infoLibre la actriz y directora del ProEnglish Theatre, Anabell Sotelo Ramírez. Y en semejante contexto, sobreponiéndose al miedo, continuaron con su actividad ensayando obras, pues sintieron que seguir desarrollando su labor principal era la única manera de afrontarlo.

"Es una sensación muy rara, sentíamos que estábamos en una obra surrealista, como que eso no pasaba con nosotros. Lo observabas pero no podías digerir lo que estaba pasando", explica la ucraniana, quien todavía añade: "Volver a hacer teatro nos ayudó mucho a poner todo en su sitio, en la cabeza y los sentimientos, a digerir y analizar".

Allí mismo, refugiados en el sótano, los integrantes de la compañía del teatro crearon una obra inédita llamada The book of sirens, basada en La ladrona de libros, de Markus Zusak, y El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. "Esta obra fue creada en el sótano de nuestro teatro", remarca Sotelo, actualmente representándola por primera vez en gira por España, tras su estreno en Kiev en abril.

Ese sótano blindado está en los bajos de un edificio del distrito de Shevchenko y fue utilizado por la Gestapo para realizar interrogatorios. Pero desde hace ocho años es la sede de la compañía ucraniana ProEnglish Theater, la única que representa obras en inglés. Un refugio antibombas de la Segunda Guerra Mundial que ha recuperado su función original y cobija de forma permanente, desde el primer día de invasión, a una veintena de miembros de la compañía, que también decidieron refugiarse en el arte para calmar la ansiedad e incertidumbre de una ofensiva armada contra la capital.

Según relata Anabell, al comienzo había alrededor de cuarenta personas, vecinos del barrio, familias con niños y gente muy mayor junto a los miembros de la compañía teatral. "Fueron saliendo cuando tuvimos la oportunidad de encontrar las maneras y nos quedamos unas veinte personas que iban cambiando cada día. A comienzos de abril casi todos se marcharon a sus casas, pero el teatro se convirtió en un espacio tan importante para esas personas que volvían a visitarnos para encontrar consuelo, alegría o esperanza. Casi todas las personas que estuvieron con nosotros en marzo siguen por allí para ayudar. Mis compañeros en Kiev organizan ahora un concierto, por ejemplo", destaca.

Desde que empezara la invasión rusa de Ucrania el pasado mes de marzo, Anabell ha tenido tiempo de reflexionar largo y tendido sobre la importancia del arte en general y del teatro en particular como vía de escape y posicionamiento vital contra la violencia total de la guerra. "Los dictadores mueren, las guerras terminan, pero el arte vive", remarca, asegurando después que el arte en su caso les "ayudó a mantener la mente lúcida", pues de no haberlo tenido se habrían vuelto "locos".

Y agrega: "Antes de que la guerra comenzara siempre creí en el poder del arte, pero lo veía muy limitado. Ahora te puedo decir una veintena de puntos de por qué el arte es básico para el ser humano. Porque con la creación logras la trascendencia en el tiempo y ganas a la muerte, la guerra y la destrucción. El arte saca lo bueno a la superficie, te lo muestra y te dice haz algo con esto, tú tienes fuerza para crear cosas y crear bondad".

Desde su propia experiencia, subraya la dramaturga que "la guerra te deprime, te deja sin esperanza en el futuro, te lo quita todo". Para paliar en parte esa angustia, el arte "entra en ese espacio vacío y pone semillas de esperanza". "El arte te lo da todo", sentencia.

The book of sirens cuenta la historia de una niña que está en un pequeño pueblo alemán bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial, y que aprende a leer en un refugio antiaéreo. "La experiencia que pasa esta niña es muy parecida a la que nosotros vivimos el pasado mes de marzo y que mucha gente sigue ahora viviendo en otras ciudades", plantea Anabell, estableciendo un claro paralelismo con la invasión de Ucrania.

Tras pasar por Bilbao y Aranjuez, Anabell Sotelo Ramírez ha representado este lunes este montaje en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid, antes de la fecha final el 12 de mayo en Alicante. La función en la capital ha tenido un alto componente simbólico, al coincidir la fecha -9 de mayo- con la conmemoración en Rusia del final de la Segunda Guerra Mundial con el Día de la Victoria.

Ha sido, asimismo, una representación solidaria para recaudar fondos en ayuda del pueblo ucraniano. Para determinar la cantidad económica, el medidor de energía del teatro madrileño ha transformado los aplausos del público en una donación de dinero que se enviará a través de la Fundación SMedia al teatro ucraniano para comprar medicinas, alimentos y suministros esenciales para la población que está sufriendo los efectos devastadores de la guerra.

Y es que, el pasado mes de abril, el Teatro EDP Gran Vía se hermanó con el ProEnglish Theatre de Kiev para prestarle toda su ayuda durante el conflicto. Así pues, toda la energía generada en el patio de butacas desde el mes de septiembre se convirtió en 6.000 euros que fueron donados al teatro ucraniano, que ha destinado el dinero a la compra de un generador de energía para Bucha, compra de alimentos y medicinas para la población.

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La responsable de comunicación de EDP en España, Aroa Feito, ha explicado a infoLibre que desde que su empresa está patrocinando el teatro, han llenado el patio de butacas de pequeños micrófonos que captan todos los sonidos, que "luego se llevan a una máquina que convierte los decibelios en kilovatios a través de una fórmula matemática". 

"En este caso, teníamos una dotación de dinero importante y fue cuando vimos que había un teatro en Kiev que podía ser un buen sitio para hacer esta donación. Nos pusimos en contacto con ellos y de ahí nació esta amistad que se ha traducido en traer a Anabell a Madrid para que pueda hacer su representación", ha detallado Feito. En la función de este lunes ha habido también un aplauso solidario, durante el cual se abrieron las puertas del teatro para invitar a entrar a todas las personas que anduvieran por allí (la entrada era gratuita).

Más allá de esta función, el Teatro EDP Gran Vía va a continuar generando kilovatios con los aplausos para "poder seguir manteniendo una línea de donación con el ProEnglish Theatre", según Feito, quien termina así: "Ellos estaban allí en su refugio haciendo teatro mientras en la calle todo eran bombas. El poder de la cultura ayuda a la gente a sobrevivir de alguna manera".

De la noche a la mañana, el ProEnglish Theatre de Kiev se vio obligado a convertirse en refugio de guerra, acogiendo y prestando ayuda a los vecinos del barrio donde se encuentra y a ucranianos que han sufrido ataques en otras ciudades. El teatro, una vez más, al servicio de la vida, aunque en esta ocasión adaptándose a la realidad por pura supervivencia.

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