Bajar impuestos subiendo los gastos sociales, el difuso programa económico de Giorgia Meloni

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La victoria de Giorgia Meloni llega en un momento delicado de la economía italiana: las cuentas públicas del país están muy deterioradas. La configuración de la política económica dependerá de cómo se materializa la correlación de fuerzas obtenida en las urnas por los partidos de ultraderecha en el Gobierno italiano. Meloni, de Hermanos de Italia, ha ganado con el 26% de los votos, muy por delante de los que serán sus socios, Matteo Salvini, de Liga Norte (8,7%) y Silvio Berlusconi, de Forza Italia (8,1%). No coinciden en todos los puntos y es evidente que las posturas de Meloni prevalecerán, con posibles cesiones a sus socios.   

En los programas electorales de los tres partidos, más allá de señalar las amenazas de la “inmigración masiva”, la “ideología de género”, los “lobbies LGBT”, el “abismo de la muerte (el derecho al aborto)” y la “violencia islamista”, tienen mucho peso los asuntos económicos. Esto era evidente, partiendo de la excepcional situación en la que se encuentra el mundo, y en particular, el continente europeo e Italia. No obstante, las medidas económicas podrían definirse de conservadoras-liberales, para un partido que en lo social es manifiestamente ultra. 

Cabe destacar que muchas de estas medidas son ambiguas. Es difícil extraer cifras concretas del programa electoral. El documento de Hermanos de Italia enumera una serie de principios que a priori podría firmar cualquiera, independientemente de sus ideas políticas: “Uso eficiente de los fondos europeos”, “fiscalidad más justa”, “defensa del poder adquisitivo de los italianos”, “dignidad del trabajo”, “verdadero estado del bienestar”... Sus objetivos más urgentes son tres: reducir los impuestos (los que afectan a las rentas más altas), reducir la factura de la luz y recuperar una pensión para la tercera edad que iba a desaparecer este año. Para todos los objetivos, recibir los fondos europeos es clave, por lo que el programa parte del respeto a las reglas comunitarias, algo que supone, de momento, cierto alivio en Bruselas.

Una filosofía de impuestos por igual para todos

Uno de los principales puntos del programas de Hermanos de Italia es su ambiciosa reforma fiscal: “No se trata de una simple reforma tributaria, ni un programa para simplificar y reducir impuestos, sino un desafío mucho más ambicioso: inaugurar una nueva era en las relaciones entre los contribuyentes y la hacienda pública”. El principal punto de la reforma es sustituir progresivamente el IRPF, el impuesto de mayor peso en las economías avanzadas y que grava a las personas según sus ingresos. 

La idea es sustituirlo por una tarifa plana (flat tax), aunque el programa no especifica la cuantía, ni el proceso. Actualmente, los autónomos que ingresan menos de 65.000 euros tienen una tarifa plana del 15% y Meloni ha anunciado que extenderá esta tarifa a los que ingresen menos de 100.000. Sin embargo, según diversas declaraciones, esta tarifa plana podría ir extendiéndose a otras categorías de trabajadores.

En este sentido, Salvini y Berlusconi apuestan por una tarifa plana para que todas las personas, independientemente de si sus rentas son altas o bajas, paguen lo mismo. Sería como convertir el IRPF en un impuesto más similar al IVA. El líder de la Liga Norte apuesta por una del 15% y el de Forza Italia, del 23%. Berlusconi lleva defendiendo esta medida desde las últimas elecciones, en 2018. El Observatorio CPI, de la italiana Universidad Católica del Sagrado Corazón, ha constatado en un informe que una tarifa plana del 23% beneficiaría principalmente a las rentas más altas y ha estimado supondría dejar de ingresar más de 60.000 millones de euros anuales

Pensiones: aumentar el gasto sin incrementar los ingresos

En Italia, la pensión por jubilación la pueden percibir los trabajadores del sector público y privado a partir de los 67 años, con un mínimo de 20 cotizados. Existe un régimen temporal que permite cobrar una prestación desde los 64 años. Pero esta norma está a punto de extinguirse en diciembre, tras una polémica reforma durante la crisis económica, en 2011, que retrasa el inicio de cobro de esta prestación hasta los 67 años. Uno de los principales puntos de la campaña de Salvini fue este, bloquear esta reforma para mantener la actual prestación.

El gasto de pensiones italiano, según informa Reuters, es el segundo más alto de Europa, después de Grecia. El hecho de que las pensiones están indexadas con la tasa de inflación ha llevado al límite las cuentas públicas italianas. El Tesoro afirmó en junio que la factura de esta partida aumentará un 16,2% del PIB en 2022. El periódico italiano Corriere della Sera señala que Berlusconi defenderá aumentar la pensión mínima a 1.000 euros, una medida que tendría un coste de 31.200 millones de euros. Salvini, por su parte, defendió adelantar la jubilación anticipada a las personas que hayan cotizado 41 años (actualmente es de 42). Esta medida tendría un coste de unos 75.000 millones en los primeros diez años. Todos estos gastos son imposibles de asumir sin disparar aún más el déficit y la deuda, teniendo además en cuenta que paralelamente el programa incluye una reducción drástica de los impuestos.

Reducir la factura de la luz

La crisis energética “será la primera prueba para el nuevo Gobierno”, dijo Matteo Salvini ante la prensa italiana. Según informa Reuters, Mario Draghi ha apartado 66.000 millones de euros para deducciones fiscales y subvenciones para ayudar a los hogares vulnerables y a las empresas electrointensivas. Estas ayudas expiran en noviembre y extenderlas un mes más costaría 4.700 euros más a las arcas públicas italianas. 

Una de las medidas planteadas por Meloni es limitar el precio del gas, en un sentido similar al que ya se aplica en España y Portugal por la llamada “excepción ibérica”. En este sentido, la candidata criticaba adoptar medidas para pagar la factura de la luz sin topar el precio del gas, porque así el dinero “iría al bolsillo de los especuladores”. “Cuando el mercado no funciona y viene un meteorito, es necesario intervenir”, añadió. 

Meloni sostiene que respetará las reglas presupuestarias

En Bruselas preocupa la postura que pueda asumir la tercera potencia europea. Uno de los motivos que generaban intranquilidad era la posibilidad de que Meloni no respetara las normas de estabilidad presupuestaria, que obligan a los países europeos a reducir su deuda pública por debajo del 60% del PIB y a tratar de no gastar mucho más de lo que se ingresa, es decir, un déficit fiscal por debajo del 3%. La preocupación se fundamentaba en posturas antieuropeístas que Hermanos de Italia había exhibido. 

Pero Meloni durante la campaña afirmó que respetaría estas normas, indispensables para recibir los fondos europeos, que en el caso de Italia suponen 200.000 millones de euros. La líder, a sabiendas de que era la candidata favorita, afirmó a principios de septiembre que Italia debería ser capaz de modificar su programa de recuperación, en base a las “nuevas prioridades” del país. Son 200.000 millones de euros, para el que Italia debe emprender algunas reformas. “No puede ser una herejía decir que los fondos de recuperación, que fueron redactados antes de la situación actual, no se pueden modificar”, dijo Meloni. 

Según afirma Reuters, Meloni sugirió que una parte de los fondos podría desviarse para algunas medidas de su programa, como la mencionada desvinculación del precio del gas del de la electricidad y para ayudar a los italianos a pagar las facturas: “Ninguna persona responsable, antes de tener un panorama completo de los recursos que se pueden invertir, puede imaginar arruinar las finanzas del país”, dijo.

Un panorama oscuro en Italia

El cambio de Gobierno se producirá aproximadamente en un mes, hasta que se produzca el relevo con Mario Draghi. Esta semana está previsto que el primer ministro en funciones revele los nuevos pronósticos económicos, que se prevén más oscuros

Con los datos sobre la mesa, la situación de las cuentas públicas italianas está en una situación delicada. Es el segundo país de la Unión Europea con el peor dato de deuda pública, que supone un 151% de su PIB (la media europea es del 88%). En cuanto a déficit público, fue el cuarto país con peor dato: gastó el equivalente al 7,3% del PIB, respecto a lo que ingresó (en la UE fue del 4,7%). En desempleo, también se encuentra en cuarto lugar, con un 7,9%, aunque no muy distanciada de la media europea, que es del 6%.

Según el Fondo Monetario Internacional, Italia crecerá un 3% en 2022 y un 0,7% en 2023 (las previsiones de la eurozona son de 2,6% y 1,2%), aunque estas previsiones están sujetas a una gran incertidumbre. La tasa de inflación está en la media europea, del 9,1%. En un contexto de alta dependencia energética, Italia depende en un 73,5% de las importaciones, muy por encima del dato europeo (57%). El gas supone un 43% de su consumo energético, frente a una media de la UE del 25%.  

La victoria de Giorgia Meloni llega en un momento delicado de la economía italiana: las cuentas públicas del país están muy deterioradas. La configuración de la política económica dependerá de cómo se materializa la correlación de fuerzas obtenida en las urnas por los partidos de ultraderecha en el Gobierno italiano. Meloni, de Hermanos de Italia, ha ganado con el 26% de los votos, muy por delante de los que serán sus socios, Matteo Salvini, de Liga Norte (8,7%) y Silvio Berlusconi, de Forza Italia (8,1%). No coinciden en todos los puntos y es evidente que las posturas de Meloni prevalecerán, con posibles cesiones a sus socios.   

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