ENERGÍA

La gasolina y el gasoil siguen al nivel del inicio de la guerra aunque el petróleo ya está un 35% más barato

Colas en una gasolinera de Ribadeo en el último día que se aplicó el descuento de 20 céntimos del combustiblem el 31 de diciembre de 2022.

El precio del barril de Brent, el de referencia en Europa, está esta semana a una media de 74,91 euros, un 35% por debajo del precio medio que marcaba en la semana en la que Rusia empezó la invasión de Ucrania. Esa semana, que fue la penúltima de febrero de 2022, el barril estaba a 118,11 euros. Sin embargo, pese a que el impacto en los precios de la gasolina y del gasoil fue prácticamente inmediato cuando empezó la guerra, la bajada está tardando más en trasladarse: la gasolina y el gasoil aún no están por debajo de aquellos precios

“Las materias primas energéticas están pasando por un período de gran volatilidad: estamos en una tormenta y las olas son grandes”, explica Roberto Gómez-Calvet, profesor de Economía en la Universidad Europea de Valencia. No obstante, estos vaivenes salpican a los combustibles especialmente cuando a las empresas energéticas les conviene: “Cuando sube el petróleo, hay un argumento inmediato para subir los precios en las gasolineras… pero cuando baja, baja como una pluma”, añade este experto en energía.

Los precios de las materias primas han caído, especialmente tras un invierno benigno, en el que el consumo energético ha sido mucho menor del esperado y ha permitido a las economías desarrolladas hacer acopio tanto de petróleo como de gas natural. La menor demanda ha reducido los precios. Esto ha provocado que el precio de los combustibles empiece a bajar en consecuencia, pero no al mismo ritmo: “Tras ver precios de hasta 2 euros, quizás ahora nos parece que 1,6 puede ser barato, pero siguen siendo precios altos”, lamenta el profesor. 

El gran culpable de la oleada inflacionista

El precio de la energía es un coste que afecta a toda la actividad económica. El gran aumento de los precios que se produjo como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania impactó rápidamente no solo en los combustibles, sino en toda la producción de bienes y servicios. No obstante, numerosos organismos han empezado a señalar que si bien las empresas, no solo las energéticas, trasladan este aumento de costes rápidamente al precio que paga el consumidor, hay más resistencia a aplicar las bajadas, especialmente en los sectores concentrados, en los que hay poca competencia empresarial.

“No hay tantas empresas de refinería”, explica Gómez-Calvet. “El mercado debe tener muchos actores para evitar que no puedan pactar entre ellas. En este mercado hay cierta rigidez. Las petroleras tienen capacidad para trasladar, incluso en cuestión de horas, el aumento de los precios del petróleo a las gasolineras. Luego, es un hecho que bajan como una pluma”, observa el experto.

El precio del petróleo lleva en descenso desde que alcanzó su pico en verano de 2022. “Si se consolida, seguirán bajando poco a poco los precios de los combustibles”, añade el profesor Gómez-Calvet. La gasolina 95 está en la UE a una media de 1,71 euros. El gasoil, a 1,67. La semana que empezó la guerra, los precios eran de 1,70 y 1,59, respectivamente.

Respecto el resto de bienes y servicios, el Instituto Nacional de Estadística publicará la próxima semana los datos provisionales del IPC en España, que mide los precios de la cesta de la compra, índice esencial para negociar salarios, pensiones y usado para marcar los tipos de interés. Muchos analistas coinciden en que este mes debería producirse una bajada sustancial.

En primer lugar, porque el IPC es un porcentaje que calcula los precios de un mes con respecto al mismo mes del año anterior, y en marzo de 2022 se produjo un enorme aumento de los precios, impacto directo de la guerra. Por lo tanto, la comparación con marzo de este año ya será de menor magnitud que en meses anteriores. En segundo lugar, porque los precios energéticos han seguido alcanzando cotas mínimas este mes.

“En este sentido, si no sucede nada raro, la mayor bajada se producirá en verano, cuando se compare con los precios del año pasado, que estuvieron muy altos. Tanto el Brent, de referencia en Europa, como el americano, están marcando una tendencia a la baja. En los futuros se ve que en las operaciones a plazo se están cerrando a precios por debajo de los actuales”, incide el experto. ¿Qué podría suceder para que aumentaran repentinamente los precios? “Un vuelco en la guerra. Eso añadiría miedo a la economía”, responde Gómez-Calvet. 

Los márgenes de las empresas energéticas

“Yo no cojo mucho el coche, pero el otro día me llevé una sorpresa”, explica el profesor. “Vi que en la mayoría de gasolineras el gasoil estaba en torno a 1,60 euros el litro. Sin embargo, fui a una que estaba desatendida [gasolineras automatizadas sin empleados], y el precio estaba a 1,39. Me quedé muy sorprendido. Es solo un ejemplo, pero me parece un indicio de que hay un abanico de precios bastante amplio”, añade. 

El beneficio de las grandes petroleras en el año de la guerra equivale al PIB de los 54 países más pobres

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Como informó infoLibre, la coyuntura bélica ha sido tremendamente beneficiosa para las empresas petroleras, hasta el punto de que el beneficio de las siete grandes del sector han ascendido a 211.096 millones de euros, lo que equivale al PIB de los 54 países más pobres. Esto ha llevado a numerosos gobiernos a elevar los impuestos a estas empresas, como el gravamen que impuso el Ejecutivo de Pedro Sánchez, con el respaldo del FMI. 

El próximo 31 de marzo terminan las bonificaciones que algunas empresas energéticas, como Repsol, Cepsa, BP o Shell mantuvieron, tras decaer la ayuda general de 20 céntimos del Gobierno el 31 de diciembre de 2022. Repsol, que la ha mantenido de 10 céntimos, ha anunciado que la extenderá a partir del 31 de marzo y podrá elevarse hasta 20 céntimos. Solo hay que cumplir una condición: ser cliente de sus programas de electricidad, gas o butano. Es una manera de utilizar el margen que tiene para bajar sus precios para atraer o fidelizar clientes en otros servicios de la empresa.

“Creo que hay que mentalizarse de una cosa”, reflexiona Roberto Gómez-Calvet. “No porque hemos pagado unos precios altos hace poco tenemos que estar contentos con lo que estamos pagando ahora. Si hace tres o cuatro años nos hubieran dicho los precios de electricidad que estamos pagando ahora habríamos hecho una huelga general. Ahora parece que hemos pasado una fase de resignación y hemos aceptado que los precios son altos. Si los salarios no suben, seguiremos perdiendo poder adquisitivo”, remacha el profesor.

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