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CRISIS ENERGÉTICA

El beneficio de las grandes petroleras en el año de la guerra equivale al PIB de los 54 países más pobres

Exxon ha cerrado 2022 con récord de beneficios, 51.437 millones de euros.

La petrolera francesa TotalEnergies anunció este miércoles los mayores beneficios de su historia, 19.147 millones de euros. Ha ganado un 28% más que el año anterior y lo celebrará aumentando el dividendo que pagará a sus accionistas y con un programa de recompra de títulos por importe de 2.000 millones de euros en el primer trimestre. La francesa sólo ha sido la penúltima –aún falta la italiana ENI por publicar sus resultadosde las grandes petroleras mundiales en comunicar unos beneficios que escapan a todas las métricas. La anglo-holandesa Royal Dutch Shell tuvo el año anterior su mejor resultado desde que se creó la compañía, en 1907, tras aumentar sus ganancias un 110% respecto a 2021: 38.795 millones de euros. Las de la estadounidense Chevron crecieron aún más, un 126,9%, hasta los 32.666 millones. Exxon también duplicó sus números y llegó a los 51.437 millones de euros. La británica BP se ha apuntado 25.696 millones, un 116% más que en 2021. La noruega Equinor disparó sus beneficios nada menos que un 235,7%, por lo que sumó 26.772 millones. Y la tejana ConocoPhillips ganó 17.420 millones de euros, la mejor cifra desde 2012.

En total, los beneficios de estos siete gigantes del petróleo sumaron 226.340 millones de dólares, unos 211.096 millones de euros, en 2022. Para hacerse una idea de la magnitud de la cifra basta con señalar que equivale al Producto Interior Bruto (PIB) de los 54 países más pobres del planeta. Según los registros que publica el Banco Mundial, las economías de esas 54 naciones valían en 2021 un total de 212.067 millones de euros. Entre ellas se encuentran Somalia, Bután, Sierra Leona, Kosovo, Mauritania, Chad o Guinea Ecuatorial.

Otra comparación puede ser de ayuda: sus ganancias se acercan al presupuesto de la Seguridad Social española para este ejercicio: 224.690 millones de euros. De hecho, servirían para pagar todas las pensiones del año, 190.000 millones, y aún sobraría.

Y una tercera: las siete mayores petroleras han ganado tanto como produjeron las economías de Portugal –214.771 millones de euros– o Nueva Zelanda –208.676 millones– en 2021.

Beneficios de guerra

La guerra de Ucrania, que ha provocado una crisis energética sin parangón desde las del petróleo en los años 70, explican el maná que ha llenado las cuentas de las petroleras. No sólo el barril de crudo ha vuelto a superar los 100 dólares, una cota que no había tocado desde 2014, sino que también se han disparado los márgenes del refino hasta niveles de récord, como resultado de una caída de la capacidad de la industria, la primera en más de 30 años, que ha coincidido con el rebote de la demanda tras la pandemia y el descenso de las exportaciones desde Rusia y China. Ese es el análisis que hace la Agencia Internacional de la Energía en su informe de perspectivas de 2022.

Una buena muestra de que el diagnóstico acierta se extrae del hecho de que los beneficios históricos de Exxon superaran con creces el año pasado su récord de 2008, 45.200 millones de dólares, pese a que entonces el petróleo cotizaba a 142 dólares por barril, un 30% por encima del precio medio de 2022. Su directora financiera, Kathryn Mikells, atribuyó los excelentes resultados de Exxon a “una combinación de mercados fuertes, fuerte rendimiento, fuerte producción, y un buen control de costes”.

Pero la escalada de la energía, además de enriquecer a las petroleras, está empobreciendo a millones de ciudadanos en todo el mundo. La Agencia Internacional de la Energía constata la “enorme transferencia de riqueza desde los consumidores a los productores” que han ocasionado los elevados precios energéticos. Por ejemplo, destaca que hasta el 90% del aumento de los costes medios de la generación de electricidad debe achacarse a la subida de precios de los combustibles fósiles. Sobre todo al gas, que es responsable él sólo del 50% de ese sobrecoste. Como consecuencia, denuncia la AIE, cerca de 75 millones de personas en todo el mundo que acababan de conseguir acceso a la electricidad no podrán pagarla ahora.

Además, en Europa y Estados Unidos, los precios desbocados de la energía han disparado la inflación tras poner por las nubes los bienes de consumo. Los presupuestos familiares se resienten, sobre todo los de menor renta, que dedican un porcentaje mayor de sus ingresos a pagar los recibos y los alimentos. A su vez, los gobiernos, al menos en los países más desarrollados, se han apresurado a compensar a los ciudadanos por la erosión que sufren sus bolsillos. La AIE calcula en 550.000 millones de dólares el monto de las intervenciones públicas aplicadas para proteger a los consumidores de la inflación.

Impuestos en EEUU, la UE, Reino Unido y España

Y de ahí las sucesivas iniciativas, en Estados Unidos y en Europa, para que las petroleras contribuyan con sus ganancias estratosféricas a financiar ese escudo protector para los contribuyentes. “Los últimos informes de resultados dejan claro que las petroleras tienen todo lo que necesitan, incluidos beneficios récord y miles de permisos no utilizados pero aprobados, para aumentar la producción, pero en lugar de ello optan por destinar esos beneficios a llenar los bolsillos de sus ejecutivos y accionistas mientras los republicanos de la Cámara de Representantes fabrican excusa tras excusa para protegerlas de cualquier responsabilidad”, fue la airada reacción de la Casa Blanca al anuncio de beneficios récord de Exxon.

No es la primera vez que el presidente de EEUU, Joe Biden, arremete contra las grandes petroleras de su país. El pasado junio incluso envió una carta a los principales ejecutivos de Exxon, ConocoPhillips, Chevron, BP, Shell, Marathon Petroleum y Valero, donde les reprochaba que hubieran recortado la producción para aumentar sus beneficios, según publicó la agencia Reuters. En noviembre amagó con subirles los impuestos sobre sus beneficios extraordinarios si no invierten más y bajan los precios de los carburantes. “Sus beneficios son dinero caído del cielo gracias a la guerra”, aseguró, “es hora de que estas compañías dejen de aprovecharse de la guerra”.

La Unión Europea se lo ha pensado menos y desde diciembre aplica a petroleras, gasistas y refinerías un impuesto extraordinario del 33% sobre los beneficios que superen el 20% de la media de los últimos cuatro ejercicios. Por esa “contribución solidaria” y los límites impuestos al precio de las renovables, Bruselas prevé recaudar 140.000 millones de euros. Exxon, que ya anunció el año pasado que presentará una demanda ante el Tribunal General de la UE para derogar el gravamen, cifra en 1.300 millones de dólares lo que tendrá que pagar en la Unión Europea por sus beneficios en el cuarto trimestre de 2022.

Mucho antes, en mayo, el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, anunció un impuesto temporal del 25% para gravar los beneficios extraordinarios de petroleras y gasistas. Su previsión era recaudar casi 5.900 millones de euros anuales.

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En España, el impuesto a las energéticas gravará este año y el próximo con un 1,2% la cifra de negocio de las empresas cuya facturación supere los 1.000 millones de euros. Iberdrola y Repsol han anunciado que acudirán a los tribunales para anular el nuevo tributo, con el que el Gobierno pretende recaudar 2.000 millones anuales.

Al mismo tiempo que protestan por los impuestos, las grandes petroleras hacen gala del reparto de dividendos que acompaña a sus beneficios astronómicos. Shell lo elevará un 15% y recomprará acciones –otra forma de retribuir a los accionistas– por importe de 3.668 millones de euros. BP aumentará el dividendo un 10% y recomprará acciones por valor de 2.555 millones. El programa de recompra de acciones de Equinor alcanza los 931 millones de euros.

En 2023, pese a las incertidumbres de la guerra, los analistas prevén que el barril de crudo siga subiendo. La reactivación de la economía china tras el fin de las restricciones por el covid, y el veto europeo a las importaciones de crudo de Rusia, que entraron en vigor el pasado diciembre, junto con la prohibición de comprar diésel ruso desde este mismo febrero, componen un paisaje propicio para una nueva escalada de precios: mayor demanda y menor oferta. El barril de Brent cotizaba este miércoles por encima de los 85 euros. El precio medio de la gasolina en España era de 1,643 euros el litro, y de 1,642 euros el diésel.

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