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La crisis inmobiliaria

Las llaves de casa siguen en manos de los padres: por qué el problema de la vivienda no explota en otro 15M

Las protestas contra las dificultades para acceder a una vivienda se han incrementado en los últimos meses.

La vivienda es el sexto problema que perciben los ciudadanos en España, según el Barómetro de septiembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), aunque llegó a escalar hasta la primera posición el pasado verano. La preocupación está latente. Con ese asunto como telón de fondo, más de 30 organizaciones, entre las que se encuentran la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca (PAH), el Sindicato de Inquilinas, Amnistía Internacional, CCOO o UGT, han convocado una manifestación el domingo 13 de octubre en Madrid bajo el lema La vivienda es un derecho, no un negocio. Y no será la única protesta. Antes, más de un centenar de entidades, sobre todo catalanas, han llamado a otra marcha el próximo miércoles 25 de septiembre en Barcelona contra la tercera edición del congreso inmobiliario The District. Y el Sindicat de Llogateres i Llogaters baraja acciones contra la celebración de la Copa América de Vela, que se celebra en la capital catalana entre el 22 de agosto y el 27 de octubre, dado que “siempre se ponen por encima los intereses económicos de unos pocos, frente al derecho de muchos a la vivienda”.  

En ese hervidero ciudadano, ¿puede la crisis de la vivienda ser el germen de otro 15M en España, en el que organizaciones como la PAH o V de Vivienda jugaron entonces un papel relevante? Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III, cree que “el motor de la crisis de la vivienda es diferente al que generaba la demanda política en el 15M, por eso es muy complicado que se dé con la misma forma”. Sustenta su opinión en varias razones. “La problemática del acceso a la vivienda, a diferencia de lo que ocurría con el 15M, es global. Esto es una novedad, afecta a todo occidente y tiene que ver con la financiación de ese sector, en el que no sólo ha entrado la especulación de los fondos buitres, también los alquileres vacacionales y las dinámicas del turismo, lo que es un segundo punto de novedad”, arranca.

Recuerda que, “cuando se discutía sobre esos temas en el 15M, se hablaba de los desahucios y de la gente que se había entrampado en dos viviendas porque el crédito era barato" y el acceso a un inmueble "notable". "Cuando colapsa la burbuja inmobiliaria –tras las crisis financiera mundial que provocó la caída del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers–, muchos se quedaron atrapados. Pero hoy la problemática de la vivienda va en una dirección distinta”, explica. Junto a esto, anota que el 15M respondió a un abanico muticausal: “La vivienda era una de las demandas, pero había otras relacionadas con la regeneración política, el malestar con el sistema electoral, los bancos, el bipartidismo… V de vivienda fue una de las organizaciones que estuvo ahí, pero también Juventud sin futuro y otras”. Aquello tuvo un caldo de cultivo económico que ahora no existe, argumenta. “No tenemos un incremento del desempleo entre los jóvenes o malestar respecto a la economía”, asevera.

Y hay más diferencias: “El motor del debate de la regeneración democrática es ahora el Gobierno. Entonces se hablaba de despolitizar la Justicia y ahora de que la Justicia está impidiendo al Congreso hacer su trabajo y de que los jueces están persiguiendo al presidente. El marco no tiene nada que ver”. En relación a la vivienda, Simón plantea que, aún reconociendo que hay un runrún social difuso que “se empieza ahora a articular en protestas”, es un tema “muy difícil de regular por la fragmentación de administraciones y porque tiene unos ganadores y unos perdedores muy claros. El 75% de la población tiene vivienda en propiedad, por lo que es muy difícil de tocar. Y ni siquiera está claro que las medidas que están encima de la mesa sean eficaces”, lanza. 

En ese sentido, apunta a otro elemento distanciador del 15M: “No está claro contra quién se tiene que protestar porque el Gobierno quiere aplicar controles de alquiler, mientras las autonomías y los ayuntamientos del PP no quieren”, ejemplifica. Por todo lo expuesto, no ve “el germen de una revolución en diferido que genere que emerjan nuevos partidos o cosas así. El 15M fue un movimiento social espontáneo, con múltiples causas, que hablaba de un reset del sistema político y que se tradujo en que permeó con nuevos partidos y en los viejos”. A juicio de Simón, “pinchar una burbuja inmobiliaria en la que la gente estaba siendo desahuciada o ahogada por su hipoteca genera consensos más transversales que la situación actual, en la que los jóvenes son los perdedores, pero los padres no, porque ya tienen la vivienda en propiedad. Hay una dinámica mucho más complicada porque afecta a sectores muy concretos con una capacidad de movilización limitada”, defiende. Y remata: “Así como las medidas que proponía el 15M podían tener un apoyo transversal, hoy, busca una política que sea popular a derecha y a izquierda para solucionar el problema de la vivienda. Es muy complejo. Los potenciales ganadores son difusos y los perdedores están muy claros y la gente quiere proteger su inversión”.

El paro, clave

De su lado, la politóloga Cristina Monge sostiene que “es verdad que en la emergencia del 15M la vivienda fue importante, la PAH tuvo un papel muy relevante, pero también Juventud sin futuro, entre otras entidades, que fue una de las impulsoras de todo aquello y hablaba mucho del tema. Pero además había un malestar social más amplio, que tenía que ver con el desempleo porque estábamos en años en los que superaba el 50% en el caso de los jóvenes”. En agosto de este año, el desempleo de los menores de 25 años subió un 1,25% respecto al mes anterior, para colocarse en las 177.112 personas, si bien se trató de la cifra más baja de la serie en ese periodo. Y acumula 40 meses consecutivos de caídas interanuales.

“Había –enlaza Monge– una crisis económica grave, casos de corrupción continuamente en la prensa… Fue el conjunto de todo eso lo que hizo prender la mecha y, de momento, en 2024 no hay ese problema de empleo. Aunque sí hay una sensación de precariedad, el empleo se está comportando bastante bien”. 

Añade que, cuando surgió el 15M para trastocar códigos habituales y hacer entender que ya no servían, “la percepción de la sociedad era que, en aquella coyuntura de crisis, su Gobierno, en vez de intentar solucionar los problemas que estaba generando, lo que hacía era proteger a los poderosos que la habían creado”. En la actualidad, “esa sensación no está instalada en la sociedad”. “Podrás estar más o menos de acuerdo o contento con el Gobierno, pero no se piensa que no nos representan”, une, para concluir: “Hay que ver cómo evoluciona, pero a priori, no se dan todos los elementos que se juntaron entonces y ni están surgiendo nuevos movimientos ni nuevas entidades”.

"Legislativamente no se va a solucionar nada"

Javier Gil, investigador del Grupo Estudios Críticos Urbanos de la UNED, comparte que “no se dan las condiciones para que se repita un 15M, en el que se juntaron una serie de factores que facilitaron que se produjera la movilización que se dio. Y no sólo en el Estado español, también en otros lugares”. Centrado el foco en 2024, considera que “la rabia en torno a lo que está pasando con la vivienda está yendo a más” y habrá que ver “cómo canalizarla en movilización política”.

A su entender, “la clave va a ser la capacidad que tengan entidades como el Sindicato de Inquilinos de organizar a las personas que están sufriendo la situación de la vivienda”. ¿Por qué? “Legislativamente no se va a solucionar nada, lo vimos en la votación reciente en el Congreso –alude a la que el no del PP, Vox y Junts tumbó una proposición de ley para intentar regular el alquiler temporal–“ y, más allá de las movilizaciones que puedan ir brotando, Gil piensa que será fundamental “cómo los inquilinos, que se están empobreciendo masivamente por culpa del alquiler, se organizan para transformar esa situación de injusticia y de rabia en formas de desobediencia civil colectivas y masivas, que agiten a la sociedad para que empiece a haber cambios. En corto: “Más que algo como el 15M o cambios legislativos que puedan solucionar, entramos en una fase de cómo organizar la rabia para transformar la situación de todas esas personas”.

Alba Agraz, coordinadora del área de Trabajo y Vivienda en el think tank Ideas en Guerra, afirma que “la vivienda podría ser la causante de la siguiente movilización masiva”, pero para que cristalice, “hace falta cambiar el rumbo de la batalla cultural”. Mover el foco, por ejemplo, de “que los malos son los okupas, y ponerlo en que la problemática de que la juventud para emanciparse, a los 29 años de media, tiene que destinar el 80% de su sueldo”. Igualmente tilda de “indispensable” la “organización colectiva” y “el pensar este conflicto como conjunto, no como que yo no me puedo emancipar o yo no puedo vivir de alquiler o mi salario no me da para llegar a fin de mes. No habría que verlo como un problema individual, sino como uno que afecta a toda la sociedad” para poder perforar creencias.

Agraz hace notar que uno de los ejes del Manifiesto por el Bienestar que han armado y lanzado en Ideas en Guerra recientemente, versa sobre la vivienda y se proponen en él algunas posibles soluciones, reconociendo, como el resto de los sondeados, que es un debate complejo porque el inmobiliario podrá ser un negocio, pero es un negocio con gente de por medio. “Hay que organizarse en sindicatos de barrios y asociaciones vecinales para poder llegar a soluciones y presionar a las clases políticas para que aborden el problema”, remata.

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