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JORNADAS IZQUIERDA EUROPEA

Irene Montero: "Es una mentira antipolítica que se pueda transformar sin hacer ruido"

La ministra de Igualdad, Irene Montero, junto a la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Victoria Rosell, y las demás ponentes.

A primera hora de la tarde de este martes, el Espacio Larra ubicado en el centro de Madrid se llenaba de feminismo. La Izquierda Europea (The Left), capitaneada por Podemos e Izquierda Unida, organizaba unas jornadas en torno a las victorias y los retos del feminismo en los últimos años. Ha sido la ministra de Igualdad, Irene Montero, la encargada de poner en valor frente a sus colegas europeos los avances en políticas feministas en suelo español, a pesar de la "reacción machista" que echa raíces en las calles y en las instituciones. Y entre el legado que deja su departamento, una ley especialmente relevante: la ley del sólo sí es sí. "Situar el consentimiento en el centro es de los cambios y transformaciones más profundas exigidas por el movimiento feminista" y esa demanda llevaba aparejada "un impacto institucional", ha defendido. 

La ministra ha recuperado las movilizaciones feministas tras las primeras sentencias contra los agresores de La Manada, y ha subrayado que "las feministas nunca salieron a las calles para pedir más penas, sino para cambiar la definición de lo que es una agresión sexual". 

Montero ha impugnado los discursos que señalan al feminismo como germen de la reacción ultra. "Hay quien dice que si se hace demasiado feminismo ponemos en riesgo los proyectos progresistas, porque la derecha se enfada mucho", ha criticado. Una idea que relega al feminismo a la categoría de "provocación" y lo degrada como el "culpable de la llegada de la extrema derecha". Lo cierto, ha añadido, es que "los sectores reaccionarios han puesto a las feministas en el centro de sus ataques", pero si hay cada vez un número mayor de adeptos que "compran el discurso de la extrema derecha", ha defendido, es "por la falta de ambición y el desencanto con los proyectos de izquierda". En cualquier caso, ha insistido la ministra, "es una mentira antipolítica que se pueda transformar sin hacer ruido y sin generar una reacción".

El elogio a las políticas feministas desarrolladas en los último cuatro años no ha impedido la crítica por parte de la ministra en funciones, quien ha enarbolado un reproche por las tareas pendientes y por las aspiraciones que se han quedado a medias. Algunas de las políticas legisladas no han conseguido superar el plano de lo meramente formal. Un ejemplo: los centros de crisis que deberían estar en vigor, uno en cada provincia, a finales de año. Las comunidades ya han pedido un año de prórroga para poder cumplir con el mandato. La ley del sólo sí es sí, ha abundado, lleva un año en vigor y "el Gobierno no ha iniciado los trámites para la especialización de la justicia".

Montero entrevé en los recursos económicos el principal lastre a las políticas feministas: unos presupuestos que tilda de históricos, cifrados en 575 millones, se quedan sin embargo muy lejos de lo deseable. "Compárenlo con el de un Ministerio de Defensa", ha instado a los asistentes. Idealmente, unas cuentas a la altura rondarían los "mil millones para la lucha contra la violencia de género y mil millones para cuidados", ha cifrado. Sin embargo, "en cuatro años y con una mayoría de izquierda en el Congreso, sólo hemos conseguido 575 millones. Y son unos presupuestos históricos".

Pero los desafíos en el contexto actual no son sólo materiales: "El reto está en entender la potencia transformadora del feminismo. No sólo cuando tenemos una victoria, sino cuando vienen los momentos difíciles, cuando viene la reacción", ha zanjado.

La reacción en los tribunales

La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, hizo suya la crítica a la reacción machista y la encajó en el contexto de la judicatura. "El poder judicial, el menos democrático de los tres poderes, ha incrementado el protagonismo antifeminista que en otro tiempo compartió con otros, como la iglesia católica o los medios ultraconservadores", ha analizado durante su intervención. La durísima respuesta ante la ley del sólo sí es sí es en realidad el espejo de otros episodios del pasado, insistió la delegada, quien puso como ejemplo las críticas hacia la Ley de 2004 contra la violencia de género, hacia la de 2005 del matrimonio igualitario o hacia la de 2010 del aborto. 

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La Ley de Libertad Sexual, ha añadido, "les quita poder y esta es la clave: lo que estamos viendo es la reacción de un sistema que se resiste a perder poder". Para Rosell, "el poder judicial pretendía tener en exclusiva la respuesta a la violencia machista". Hasta ahora, era una verdad incuestionable la premisa por la que una víctima sólo podía ser reconocida como tal si así lo indicaba una sentencia. Pero la ley del sólo sí es sí, especialmente en su vertiente integral, "hace agua" esta idea. La respuesta penal "siempre llega tarde, aísla el problema, desatiende todo lo que de sistémico y colectivo tiene la violencia y responde con más violencia, ya que su prioridad es el castigo". La ley no sólo trata de corregir esta realidad, sino que busca ensanchar el abordaje de la violencia sexual "abriendo otras puertas" a las víctimas.

La voz de las mujeres

Las voces de la investigadora y experta en violencia sexual Nerea Barjola, junto a la de la periodista y escritora Cristina Fallarás, han completado la mesa. Durante sus intervenciones, ambas han insistido en el cambio de paradigma protagonizado por el feminismo en los últimos años y que ha priorizado la voz de las víctimas. "No podemos enfrentar la violencia machista y la violencia sexual sin el relato de esa violencia. No se puede enfrentar la violencia en abstracto", ha defendido Fallarás. Con el #MeToo y su homólogo #Cuéntalo, las mujeres "empiezan a relatar uno a uno sus testimonios", lo cual abre algunos interrogantes: "¿Qué habíamos hecho hasta entonces? ¿Sobre qué habíamos legislado, si la niña no había contado lo que le hace el padre, si la mujer no había contado lo que le hace el marido, si la trabajadora no había contado lo que le hace el patrón?".

Hasta ahora, ha cargado la periodista, "los medios, las instituciones y la academia desertaron de relatar la violencias" y tuvieron que ser las mujeres, una a una, las que asumieran esa tarea. Hoy lo hacen con un contundente #SeAcabó como telón de fondo. "Y el relato hace que sus historias sean irrefutables". Precisamente, ha completado Barjola, lo que "vertebra toda la genealogía del feminismo es esa tarea de cómo las mujeres se juntan y hablan de las violencias". Es, a su juicio, el punto de partida de la transformación: "Crear las bases para dejar de reaccionar y empezar a construir narrativas".

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