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Borrell intenta que la UE tenga voz propia en la guerra de Gaza: se cita con Hezbolá en busca de acuerdos de paz

El ministro de Asuntos Exteriores libanés, Abdallah Bou Habib, recibe al Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, en Beirut.

Josep Borrell quiere creer en la contención en Gaza del conflicto en Oriente Medio –además de los episodios violentos en Cisjordania– pese a los temores de que aliados de Irán como el Hezbolá iraní, milicias sirias o los hutíes de Yemen puedan buscar generalizar la guerra. El alto representante europeo se reunió este sábado con Mohamed Raad, jefe del grupo parlamentario de Hezbolá. No es habitual que dirigentes europeos mantengan reuniones con miembros de Hezbolá, al menos no que estas sean conocidas, pero Borrell está buscando compromisos de paz por parte de todos los actores regionales con posibilidades de hacer que la guerra se extienda. La reunión fue desvelada por medios libaneses y confirmada en Bruselas por fuentes comunitarias. Una fuente diplomática la justificaba este lunes por la necesidad de “dialogar con todos los actores relevantes y con influencia en la región”.

Hezbolá es clave. Por potencia militar es mucho más fuerte que Hamás, sus misiles pueden alcanzar Tel-Aviv y sus tropas resistir mejor a Israel que las de Hamás en Gaza. Hezbolá es además clave para la estabilidad del Líbano. Los milicianos de Hezbolá reaccionaron de forma bastante contenida al asesinato, el pasado 2 de enero en Beirut y manos de Israel, del número dos de Hamás, Saleh Al-Arouri, protegido de Hezbolá. Su respuesta fue el lanzamiento de cohetes contra una base israelí de control aéreo y aunque Hezbolá dijo que se trataba de una “respuesta preliminar”, no se espera una respuesta mayor.

Borrell salió de la reunión con Mohamed Raad, cuentan fuentes comunitarias, convencido de que Hezbolá no quiere un conflicto mayor con Israel. Durante su conferencia de prensa con el ministro de Asuntos Exteriores libanés, Abdallah Bou Habib, Borrell dijo que es “absolutamente necesario evitar que Líbano sea arrastrado a un conflicto regional”. El uso de las palabras es clave y al decir “arrastrado” el alto representante deja claro que las autoridades libanesas no quieren una guerra, y que quien podría arrastrarles sería Israel o Hezbolá, que dijo a Borrell que no quiere ese escenario. Borrell también dijo que el asesinato del número dos de Hamás en Beirut a manos de Israel podría “provocar una escalada del conflicto”.

Tras la reunión con Raad, Borrell dijo a la agencia Efe en Beirut que Hezbolá además no quiere una guerra con Israel porque “está perfectamente advertido” de que podría arrastrar a la misma a Irán y eso desencadenaría un conflicto regional mucho mayor. Borrell dedujo que “Hezbolá no está buscando una guerra, o no una guerra de mayor intensidad y mayor extensión”. El asesinato de Arouri se produjo tres días antes de la llegada de Borrell, que nunca pensó en aplazarla o cancelarla (la reunión estaba en su agenda oficial antes del asesinato de Arouri) porque estima que, al contrario, hace más necesario que nunca el papel de la diplomacia europea en la región.

Hezbolá ha dado alguna muestra de buena voluntad, como cuando la semana pasada su líder, Hassan Nasrallah, se abrió a que en el futuro se negocie un acuerdo definitivo que demarque la frontera entre Líbano e Israel, a quienes sólo separa legalmente una línea trazada por Naciones Unidas y protegida por más de 10.000 cascos azules, entre ellos varios cientos de españoles.

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El viaje por Oriente Medio de Borrell, que continuaba este lunes en Arabia Saudí, se complementa con una visita a la región del secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, que busca el mismo objetivo. Desde Atenas, primera parada de su periplo, el jefe de la diplomacia estadounidense dijo que quiere asegurar que el conflicto en Gaza “no se extienda”. Blinken, respaldando las palabras y reuniones de Borrell (sería muy extraño verle reunirse con el liderazgo de Hezbolá), dijo que “una de nuestras principales preocupaciones es la frontera entre Israel y Líbano, y queremos hacer todo lo posible para asegurarnos de que no hay una escalada”. Esa frontera lleva tres meses en alta tensión y con intercambios de artillería entre Hezbolá e Israel que hasta el domingo habían matado a 135 milicianos de Hezbolá, a varias decenas de civiles y a tres periodistas. Del lado israelí han muerto nueve soldados y cuatro civiles.

Borrell repite un mensaje contra la escalada y la ampliación del conflicto: “Cada acción provoca una reacción, que a su vez provoca otra. Eso es la escalada. Si nadie frena eso podemos llegar al borde del precipicio”. Ese precipicio, que nadie quiere ver, es que las milicias aliadas de Irán terminen por arrastrar al propio Irán a una guerra regional. Borrell no se llama a engaño y reconoce que es cada vez más difícil para Irán y sus milicias aliadas permanecer de brazos cruzados mientras Israel cumple su tercer mes de bombardeos sobre Gaza tras el ataque terrorista de Hamás en el sur de Israel que provocó más de 1.200 muertos y casi un centenar y medio de secuestrados.

Más allá de las divisiones de enfoque de los gobiernos europeos sobre el conflicto en Oriente Medio, Borrell intenta mantener un mensaje propio y claro. El fin de semana dijo que “no es aceptable que en un gobierno de un país democrático y aliado de Europa (en referencia a Israel) se digan algunas cosas sobre la suerte de los palestinos”, referencia a los ministros israelíes que han hablado de deportar a toda la población de Gaza. Y además dijo a Israel que “tiene que entender que la crítica al Gobierno israelí no puede ser acusada de anti-sionista”.

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