Por qué se están fugando los nuevos Gasol a las universidades de EEUU y no se quedan con nosotros

Los jugadores Izan Almansa, Jordi Rodríguez y Sediq Garuba posan a su llegada a la celebración por la consecución del mundial sub-19.

Santi Aldama, Aday Mara, Izán Almansa, Baba Miller. Son nombres que probablemente, a día de hoy no nos suenen demasiado, pero si nada se tuerce, serán las grandes estrellas del futuro del baloncesto español. Ellos serán los sucesores de jugadores históricos como Pau Gasol, Felipe Reyes, Juan Carlos Navarro o más recientemente, de los hermanos Hernangómez o de Ricky Rubio. Sin embargo, el camino de estas jóvenes promesas para llegar a la élite del baloncesto no tiene nada que ver con la de sus predecesores. Si las leyendas del pasado elegían masivamente formarse en canteras españolas tan legendarias como las de Joventut, Estudiantes, Barcelona o Real Madrid, estas nuevas promesas han decidido optar por dar un golpe de timón y marcharse a la liga universitaria de Estados Unidos como paso previo a su llegada a la élite. 

El pasado domingo, la selección española ganaba el mundial sub-19 ante Francia. Era la primera vez desde la generación de los llamados “juniors de oro”, un equipo donde estaban jugadores como Paul Gasol o Felipe Reyes, en la que España se alzaba con un campeonato del mundo. Dos de los principales jugadores de esta nueva plantilla campeona eran Izán Almansa y Baba Miller. Ambos tuvieron periplo por canteras españolas, pero pronto decidieron que el mejor lugar para progresar con su carrera no era nuestro país. Miller se marchó a la Universidad de Florida State, una de las mejores de Estados Unidos, y Almansa lleva desde 2021 en la academia Overtime Elite.

No son los únicos. Otros jugadores como Santi Aldama, actualmente en los Memphis Grizzlies, Francis Alonso y Sebas Saiz, también son pioneros en “hacer las américas” como alternativa a las canteras de nuestro país.

Sin embargo, quizás el caso más sonado de esta “fuga de cerebros” y por el cual saltaron todas las alarmas fue el de Aday Mara. 18 años, 2,18 metros, buen tiro y una gran capacidad de pase son algunas de las credenciales que preceden al que para muchos es la mayor promesa del baloncesto español en mucho tiempo. En Estados Unidos, algunos especialistas le colocan en las primeras posiciones del draft e incluso llegan a comparar su juego con el de Pau Gasol

El joven ha jugado esta temporada en Casademont Zaragoza, pero a final del curso se conoció que quería romper su contrato para jugar el año que viene en UCLA, la universidad con más títulos de la historia de la NCAA (la liga universitaria de Estados Unidos). Una decisión que el equipo maño se niega a aceptar, obligando a Mara a cumplir su contrato con el club en contra de su voluntad. Por su parte, el jugador sostiene que este contrato no es profesional y, por tanto puede marcharse a Estados Unidos sin problema. Las posiciones están realmente alejadas y fuentes cercanas a Zaragoza confirman a infoLibre que el pleito podría acabar en los tribunales.

Millones de dólares en un deporte amateur

La liga universitaria ha sido, durante toda su historia, el caladero principal donde los equipos NBA han pescado a sus jóvenes promesas. En todo ese tiempo, la NCAA siempre se ha definido como una liga amateur, y por tanto, los deportistas no cobraban porque, en esencia, continuan siendo estudiantes y no profesionales. Sin embargo, la trascendencia de la liga en Estados Unidos y todo el dinero generado por los jugadores, abrieron el debate sobre si estos deberían tener algún tipo de contraprestación por jugar. Una discusión que finalizó hace unos años permitiendo a los estudiantes cobrar mediante patrocinios deportivos y no directamente un salario abonado por la universidad.

Las cifras mareantes ofrecidas por las marcas a los jóvenes de las principales universidades, algunas de ellas superando incluso el millón de dólares, hacen que las canteras españolas estén muy preocupadas por la posible fuga de talentos. Al no poder competir económicamente con la NCAA, muchas de esas promesas podrían optar por marcharse tentados por el dinero sin que las canteras recibieran ningún tipo de contraprestación económica por la formación del jugador. Todo ello hace pensar a algunos expertos que las canteras, parte fundamental en el éxito del baloncesto español, podrían estar en peligro.

“Sinceramente no creo que desaparezcan. El 90% de los clubes españoles tiene una buena parte de financiación pública y dejar de trabajar cantera significaría dejar de trabajar con la comunidad de alguna forma, sería un perjuicio reputacional muy grande”, opina Piti Hurtado, entrenador de baloncesto y actual comentarista de la Euroliga en DAZN.

Sin embargo, y pese a ser un servicio a la comunidad, Hurtado piensa que el trabajo de las canteras debe ser recompensado económicamente y propone que la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), organice un sistema de compensación para que, como sucede en el fútbol en el caso de los traspasos, esos clubes de formación reciban un beneficio por sus servicios.

El mejor lugar para formarse

Pese a todo, solo tener en cuenta la parte económica sería quedarse con una parte muy pequeña del pastel, porque, además de poder ganar miles o millones de dólares con sus contratos, los jugadores cuentan en la NCAA con un espacio de trabajo inigualable. “Universidades potentes como UCLA garantizan unas instalaciones de élite, por encima incluso de las de NBA, un trabajo diario muy importante con el jugador, entrenamientos, una disposición de preparadores de forma continua continua y, aparte, una educación universitaria gratuita”, opina Gerard Solé, periodista y experto en baloncesto universitario. 

Además, si estas instalaciones de élite no fueran ya suficientemente tentadoras, la liga universitaria ofrece a los jugadores españoles una plataforma inigualable de visibilidad de cara a darse a conocer en la mejor liga de baloncesto del mundo, la NBA. En Estados Unidos, la NCAA es una competición que, en los últimos años ha marcado récords de audiencia, teniendo incluso más presencia en el país americano que algunas competiciones deportivas profesionales. Los partidos de las mejores universidades se televisan a nivel nacional y tienen una visibilidad que nunca tendrá el baloncesto europeo de cara a la NBA.

Por otro lado, si en España la formación que reciben los jugadores se centra en desarrollar un juego colectivo, la táctica y la lectura de juego, en la NCAA los jugadores estarán obligados a adquirir nuevas competencias. “Llegar a la liga universitaria es llegar a una jungla; el jugador debe adquirir mayor capacidad anotadora e individual. El jugador español es muy bueno para desarrollar el juego colectivo, pero allí van a tener que cambiar su formación y ser más egoístas”, opina Hurtado.

La liga universitaria también es un lugar ideal para trabajar a nivel físico. Solé opina que la evolución del baloncesto hace que cada vez tenga mayor importancia la condición física y para desarrollarla, no hay mejor lugar que Estados Unidos. Así, en los próximos años existe la posibilidad de que el jugador español, el cual nunca ha destacado especialmente por su físico y sí por su inteligencia y lectura de juego, pueda combinar ambos aspectos y convertirse en un jugador mucho más completo.

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A todo ello se le suma, sobre todo en los últimos años, la poca apuesta que hacen los clubes de ACB por los jugadores jóvenes. En una competición tan dura como la Liga Endesa, el cortoplacismo y el ganar de forma rápida parecen primar por encima del desarrollo de talento. “¿Vale la pena darle 20 minutos a Aday Mara? Probablemente sí, es un chico que hoy estos 20 minutos no los aprovechará demasiado pero que le servirán para ser más eficiente y mejor poco a poco. El problema es que si tú eres el entrenador y pierdes ese partido, el siguiente y el siguiente, mientras este chico está evolucionando, tú estás en la calle”, zanja Solé.

Por este motivo los jóvenes tienden a tener pocos minutos, y sobre todo en equipos grandes como Barça y Madrid, donde los minutos están aún más caros, las posibilidades de evolución se complican. Muchas veces, tampoco se opta por ceder a este tipo de jugadores a clubes donde puedan disfrutar de más minutos, y por ello, una opción como la NCAA es cada vez más atractiva. Sin embargo, para Solé la liga universitaria no tiene por qué ser vista como un enemigo sino como un aliado para formar a estos jugadores y desarrollarlos

Por todo ello, la evolución de carreras como la de Izán Almansa, Baba Miller o, si finalmente se da el caso, la de Aday Mara, marcarán el futuro de la opción universitaria. Si tienen éxito y su progresión es buena, probablemente se consolidará y se verá como una alternativa a un baloncesto europeo que, ni mucho menos dejará de ser parte importante en la formación de las jóvenes promesas.

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