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Crisis de los refugiados

Italia se prepara para una llegada masiva de refugiados tras el acuerdo de la UE con Turquía

Protesta ante la embajada turca en Roma en contra del acuerdo europeo para expulsar inmigrantes.

Belén Alarcón

El pasado mes de marzo saltaron todas las alarmas. El número de inmigrantes llegados a las costas italianas se disparaba respecto al año anterior. Más de 9.600 personas alcanzaron territorio europeo a través de la ruta del Canal de Sicilia frente a los casi 2.300 que lo hicieron en marzo de 2015, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Este significativo aumento se producía tras el cierre de la ruta de los Balcanes y el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para expulsar a los refugiados que lleguen a Grecia después del 20 de marzo. Con el aumento del flujo de migrantes en una mano y el acuerdo con Turquía en la otra, Italia empezó a temer un cambio de ruta de los refugiados para llegar a Europa a través del Mediterráneo central. El Ministerio del Interior italiano, tal y como recoge en un artículo el diario La Repubblica, ha estimado que este año llegarán a las costas del país 270.000 migrantes, casi el doble que los 150.000 de 2015.

Durante el mes de abril se han sucedido numerosas operaciones de salvamento en el Canal de Sicilia en las que eran rescatadas miles y miles de personas en solo dos o tres días. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en los últimos 15 días (hasta el 27 de abril) han llegado a Italia 4.095 personas.

En total, en lo que llevamos de año, la cifra supera los 27.200, mostrando un flujo constante en sintonía con el del año anterior, cuando en el mismo periodo arribaron 26.200 personas. No obstante, en este último mes el número de inmigrantes y refugiados llegados al territorio italiano se ha reducido aproximadamente a la mitad respecto a 2015. Así, por el momento, la tendencia que parecía dispararse después del mes de marzo se ha moderado en las últimas semanas.

Tomasso Fabbri, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Italia, considera que “con el cierre de la ruta de los Balcanes, el Mediterráneo central es hoy una de las pocas posibilidades para las miles de personas que buscan refugio en Europa” y, aunque todavía es demasiado pronto para observar un efecto inmediato, “es posible que el cierre de esa ruta tenga consecuencias sobre los flujos procedentes del Mediterráneo central”.

Para el portavoz en Italia de la OIM, Flavio Di Giacomo, “el cierre de la ruta balcánica y el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía no ha tenido todavía ningún tipo de efecto sobre los flujos migratorios italianos”. Subraya que el aumento registrado en marzo se explica por las altas temperaturas, el empeoramiento de la situación en Libia (desde donde parte el 90% de los inmigrantes que llegan a Italia) así como por la falta de seguridad de las personas procedentes de países subsaharianos que han viajado hasta Libia.

Además, entre las nacionalidades de los llegados a Italia no se encuentran todavía sirios. La procedencia continúa siendo mayoritariamente la de los últimos años: Nigeria, Gambia, Senegal, Mali, Eritrea, Somalia o Sudán. Este año, a diferencia de los anteriores, hay más personas que proceden de Egipto: 2.000 frente a las 200 de 2015.

Que el número de inmigrantes llegados a Italia se duplique dependerá de la apertura de una nueva ruta para los refugiados que les traiga al país transalpino, así como de la situación en Libia y del asentamiento del nuevo Gobierno de unidad nacional. Lo que se sabe por ahora es que el flujo actual está compuesto “por personas del África subsahariana que escapan de guerras o persecuciones de regímenes políticos u otras huidas por motivos diversos: seguridad, como es el caso de algunos nigerianos que escapan de Boko Haram, motivos económicos o ligados a la extrema pobreza o incluso por el cambio climático”, nos cuenta el portavoz de la OIM.

Cuando estas personas dejan sus países de origen no tienen un plan migratorio claro, sino que deciden la próxima etapa durante el viaje. Su destino por tanto no es desde un primer momento Italia, Alemania o los países del norte de Europa, como puede ocurrir con otros refugiados. Di Giacomo sostiene que los subsaharianos deciden ir hasta Libia “porque creen que allí encontrarán algún trabajo fácilmente” pero cuando llegan se dan cuenta de que la situación no es como esperaban: “A menudo son víctimas de violencia, sobre todo por motivos raciales, ligados al color de su piel, por lo que nada más llegar a Libia pueden ser encarcelados sin motivo o trabajar sin ser pagados. Muchas veces estas personas no son capaces de volver a sus países de origen, porque el viaje es demasiado peligroso, y por tanto la única solución para encontrar protección es atravesar el mar para llegar a Europa”.

Médicos Sin Fronteras reanudó la semana pasada las operaciones de búsqueda y salvamento en el Mediterráneo central. El jefe de misión en Italia nos explica que las cifras registradas en los últimos meses muestran cómo “la falta de canales seguros y legales junto a la llegada del buen tiempo” está provocando que “miles de personas sigan poniendo en riesgo sus vidas en el mar”. “En ausencia de un mecanismo adecuado de búsqueda y salvamento proactivo en el Mediterráneo, no teníamos otra opción que reactivar nuestras operaciones para ofrecer asistencia médica a estas personas”, explica Fabbri.

Una nueva ruta más larga, peligrosa y cara

Las organizaciones humanitarias, basándose en experiencias pasadas, saben que con el cierre de la ruta de los Balcanes se abrirá una nueva más larga y peligrosa para los refugiados. La del Mediterráneo central es de hecho la más peligrosa y mortífera. De las 1.244 muertes en el Mediterráneo en lo que va de año, 851 se han producido en el Canal de Sicilia. Hace dos semanas 500 personas morían en un naufragio, entre Libia e Italia, después de que los traficantes intentaran trasladar a los migrantes de una embarcación más pequeña a otra de mayores dimensiones donde ya viajaban cientos de personas, según los testimonios de los 41 supervivientes recogidos por la OIM y la Acnur.

Flavio Di Giacomo nos explica que con el cierre de la ruta de los Balcanes, que fundamentalmente pasa por tierra (el trayecto por mar era más pequeño), las otras rutas que desde Turquía conectan con Europa prevén recorridos por el mar muy largos. “Cuantas más rutas por el mar existan, más riesgo de muerte y de naufragios habrá”, afirma. No se puede saber por el momento cuántos de los 50.000 sirios atrapados ahora mismo en Grecia decidirán cambiar de ruta para llegar a Europa y por dónde lo harán. La hipótesis es que vayan a Libia o Egipto y de allí se dirijan a Italia o que partan directamente desde Turquía. El portavoz en Italia de la OIM sostiene además que en este momento “es muy probable que aumenten los precios de los traficantes” y añade que “el flujo migratorio actual de sirios cuenta con menos recursos económicos, ya que la generación más rica escapó de la guerra en los últimos años”.

Desde MSF denuncian por su parte la situación de los refugiados sirios bloqueados en Grecia, “sin acceso a una adecuada asistencia humanitaria”. “En Idomeni, donde operan nuestros equipos, más de 10.000 personas continúan viviendo en tiendas, sin acceso a mecanismos de asilo, con escasa información y en condiciones higiénicas desastrosas”, nos cuenta Tomasso Fabbri, quien sostiene que “en Idomeni, Lesbos y otros puntos de la ruta balcánica donde MSF ofrece asistencia a estas personas” han podido ver “las trágicas consecuencias que esta crisis humanitaria creada por Europa ha producido en la salud física y mental de los migrantes y solicitantes de asilo”.

El periódico italiano Il Corriere della Sera recogía en un artículo del pasado 28 de marzo declaraciones del portavoz de la Comunidad de Sant'Egidio en Sicilia, Emiliano Abramo, que evidencian cómo muchos sirios ya están planeando un cambio de ruta: “El boca a boca entre los migrantes es rápido. A nosotros nos consta que muchísimos sirios atrapados entre Grecia y Turquía están ya llamando a sus compatriotas en Italia para informarse sobre como cambiar de ruta y llegar a Libia. Y lo mismo están haciendo los traficantes. (…) Desde los puertos libios ya desde este momento me consta que una marea humana está lista para partir, con la llegada del buen tiempo y el mar en calma”.

Un nuevo muro en la Europa de Schengen

Semanas atrás Austria anunció la construcción de una barrera y de controles fronterizos en el paso del Brennero, en la frontera con Italia, a partir del próximo 1 de junio, con tal de evitar la entrada de refugiados a su país. Esta decisión responde al temor de un aumento del número de migrantes tras el cierre de la ruta de los Balcanes. Viena estimó que 300.000 personas podrían llegar a Italia este año, el doble de las 150.000 del anterior. El anuncio se producía con las elecciones presidenciales a la vista, celebradas el pasado 24 de abril y que dieron la victoria en la primera vuelta a la ultraderecha.

El jefe de la policía tirolesa, Helmut Tomac, ha anunciado el inicio de las obras para la construcción de una barrera que limite, en caso de necesidad, el acceso a los inmigrantes procedentes de Italia. Una red metálica de 370 metros de largo y cuatro metros de alto en la parte central. Las autoridades de Austria pretenden además realizar controles en los trenes y las carreteras italianas. El ministro del Interior, Angelino Alfano, ha dejado claro que no permitirán controles de la policía austriaca “en nuestros trenes y en nuestro territorio” y que será Italia la encargada de reforzar la presencia de las fuerzas del orden en trenes y carreteras.

La respuesta del primer ministro, Matteo Renzi, no se hizo esperar: “La hipótesis de cerrar el Brennero va descaradamente contra las reglas europeas, además de en contra de la historia, la lógica y el futuro”. La construcción de este muro para impedir la entrada de inmigrantes también preocupa a la Comisión Europea. Así, el próximo 5 de mayo el presidente Jean-Claude Juncker viajará a Roma para reunirse con el primer ministro italiano.

No obstante, la reunión mantenida el pasado jueves en Roma entre los ministros del interior italiano y austriaco, Angelino Alfano y Wolfgang Sobotka, ha evitado “por ahora la explosión de una crisis y el cierre del paso del Brennero”, tal y como declaró el titular italiano tras el encuentro. “¿Es una decisión definitiva? No. Dependerá también de nosotros evitar que Austria opte por el cierre. Dependerá de nosotros y de nuestra eficiencia evitar una crisis”, apuntó Alfano, que señaló los posibles daños bilaterales de cerrar la frontera: “Sería un daño enorme al turismo austriaco, a nuestras importaciones y exportaciones y al tránsito de personas por razones de trabajo”. “La preocupación de Austria es que lleguen muchos refugiados desde Libia, nuestra posición es que nosotros estamos gestionando con gran eficiencia la frontera marítima y no prevemos que en la frontera del Brennero haya riesgos”, declaró el ministro del Interior italiano, quien subrayó además que “el derecho de circulación en Europa debe ser libre y seguro”.

Alemania también apoya la postura de Austria: todo dependerá de que la gestión italiana de los flujos sea eficiente. Los ministros del Interior alemán y austriaco se reunían este viernes en Potsdam (cerca de Berlín) y han coincidido en señalar que Italia es quien debe contribuir al mantenimiento del espacio Schengen. El ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, declaró que tras el cierre de la ruta de los Balcanes, los refugiados se están dirigiendo hacía la ruta alternativa de Libia para llegar a Italia. “En la frontera norte de Italia no se puede repetir una situación como la de la ruta de los Balcanes el otoño pasado", sostuvo.

Acuerdo con Libia para frenar el flujo migratorio

El Gobierno italiano ha enviado su propuesta para solucionar la crisis migratoria a la Unión Europea. El plan, llamado Migration Compact [ver en PDF], se basa en dar ayudas a los países africanos de origen o tránsito de los refugiados con el compromiso por parte de estos de ayudar a frenar los flujos hacia Europa. Para financiar este plan, Matteo Renzi propone la emisión de eurobonos, iniciativa que no cuenta con la aprobación de Alemania.

El plan de inmigración italiano prevé la cooperación de todos los países de la Unión Europea para un control eficaz de las fronteras, reducir el flujo de inmigrantes, gestionar las repatriaciones así como un mayor empeño en la lucha contra los traficantes de seres humanos. El primer ministro italiano considera que “el acuerdo UE-Turquía es el primer intento de iniciar una cooperación a gran escala con un tercer país”, tal y como puede leerse en la carta enviada días atrás a los presidentes de la Comisión y del Consejo Europeo. El titular de Interior italiano sostenía tras la reunión con su homólogo austriaco que ambos apoyan la idea de alcanzar con Libia un acuerdo siguiendo el ejemplo del firmado con Turquía: “Imagino centros en el territorio creados expresamente para distinguir y dividir a quien tiene derecho a la hospitalidad, por ser refugiado, y quien no”.

Para MSF “la propuesta de considerar a Libia como un tercer país seguro donde los migrantes puedan ser reenviados no es aceptable, tratándose de un contexto altamente inestable donde la seguridad no se puede garantizar”. “Proponer un sistema de repatriaciones hacía Libia, además de cuestionable desde el punto de vista jurídico, es cínico y deshumano y demuestra hasta que punto Europa –y en este caso Italia– ha perdido completamente el contacto con la realidad”, afirma el jefe de la misión de MSF en este país.

La estabilización de la situación en Libia, como principal país de tránsito, es para Italia una prioridad estratégica de primer orden si se quieren controlar los flujos de inmigrantes y refugiados. Así, en el Migration Compact Italia propone que los esfuerzos de la ONU y de la UE se destinen a apoyar la gestión en el territorio libio de los flujos migratorios, garantizando la seguridad, contrastando el negocio del tráfico de personas y también a través de “una cuidadosa selección” para distinguir entre refugiados e inmigrantes económicos. Esto a la par que se implementan medidas de reasentamiento para las personas que necesitan protección internacional y de retorno para los inmigrantes irregulares.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha aplaudido la propuesta italiana a través de una carta dirigida al primer ministro: “Aprecio mucho tu iniciativa, lo que confirma la necesidad de un enfoque europeo al tema de la inmigración, tal y como he defendido desde mi elección como presidente de la Comisión”. “Como tú, estoy convencido de que solo una Europa más fuerte frente a la actual crisis de refugiados nos ayudará a manejar los flujos migratorios hacia Europa y volver a un pleno funcionamiento del sistema de Schengen”, ha escrito Juncker.

De hecho la Unión Europea ya se estaría preparando para esto. El semanario alemán Der Spiegel publicaba este viernes que Europa estaría trabajando en una solución que pasa por la creación de centros de detención para inmigrantes y refugiados en Libia gracias a un acuerdo con el nuevo Gobierno de Faiez Serraj. Según recogía este periódico, se prevé que este verano lleguen a Italia desde Libia 200.000 personas, mientras que otras fuentes citadas por el diario alemán hablarían de medio millón.

En 2010 la Unión Europea firmó un acuerdo por valor de 50 millones de euros con el líder libio Muamar Gadafi con el compromiso de frenar el flujo de inmigrantes hacia Europa durante tres años. Además, en 2007 Gadafi y el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi alcanzaron un acuerdo para luchar contra la inmigración clandestina en el que se contemplaban “devoluciones en caliente” a Libia sin antes verificar si se trataba de solicitantes de asilo o no.

Refugiados y solicitantes de asilo en los márgenes del sistema

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La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras concluye en un estudio reciente llamado Fuera de lugar que al menos 10.000 refugiados y solicitantes de asilo viven en Italia fuera del sistema de recepción, sin asistencia por parte de las autoridades y con un acceso limitado a la atención médica. El informe nace como fruto de una investigación realizada en 2015 sobre las condiciones de vida de las personas que viven en los asentamientos informales que existen por todo el territorio italiano. MSF subraya que la mayoría de ellos son solicitantes de asilo y titulares de protección internacional que llevan viviendo en estas condiciones meses e incluso años. Según la organización, esto se produce por las deficiencias del sistema de recepción y las políticas de integración social italianas.

“El sistema de acogida en Italia no dispone de un número de plazas suficientes para hacer frente a la demanda: en 2014 y 2015, de las casi 150.000 peticiones de protección internacional presentadas en Italia, solo se han puesto a disposición 30.000 plazas en centros de acogida ordinarios a las que se añaden otras 80.000 en centros de acogida extraordinarios o de emergencia”, sostiene el jefe de misión en Italia, quien añade que esta situación “hace que los centros de primera y segunda acogida en este momento estén saturados”. Y cita el ejemplo del centro de primera acogida de Borgo Mezzanone (en la región de Apulia, en el sur del país), con una capacidad oficial de 640 plazas y en el que se encuentran ahora mismo más de 1.000 personas.

Los problemas continúan una vez finaliza el período de acogida, tal y como nos explican desde MSF: “Las personas se encuentran a menudo en la calle, sin ningún instrumentos para una real inclusión social (no hablan italiano, no tienen contactos en el territorio y no tienen trabajo), acabando muchas veces en asentamientos informales donde las personas están condenadas a vivir en una condición de marginalidad extrema social y económica”.

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