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La amenaza de los escépticos del cambio climático también se cierne sobre Europa

Evolución de los principales partidos de ultraderecha en el Parlamento Europeo (en escaños).

Nueva Orleans, la pesadilla de las escenas apocalípticas posteriores al huracán Katrina en 2005, todavía nos persigue. En esta metrópolis del delta del Mississippi, muchos residentes ya han tenido que abandonar sus hogares por el aumento del nivel del mar. Son los primeros refugiados climáticos de Estados Unidos.

El hecho de que la élite de los negacionistas estadounidenses del cambio climático se diesen cita allí mismo en agosto de 2018 fue una broma de mal gusto. La American First Energy Conference se celebró en el Hotel Hilton Riverside por iniciativa del Heartland Institute. Este think tank radical venera al presidente estadounidense Donald Trumpthink tank . “Hay personas que creen que las industrias fósiles están destruyendo la Tierra, pero también tengo buenas noticias para ellos, ¡tenemos a Trump!”, dijo Jeff Landry, responsable de Justicia del Estado de Louisiana, también patrocinador de las jornadas.

El público se mostraba extasiado. Los 300 invitados habían pagado 50.000 dólares por una mesa con servicio VIP. Las conferencias abordaban cuestiones como “¿Por qué el CO2 no desencadena una crisis climática?” o “El futuro del carbón, el petróleo y el gas”.

Los oradores entienden el respaldo a la industria del carbón y al fracking como un acto patriótico, lo mismo que el control de la inmigración y los recortes en el Estado de bienestar. El Heartland Institute asesora a Trump y, según sus propias palabras, incluso le ha dado argumentos para retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático. “Estamos haciendo añicos el discurso de la izquierda y de la ONU según el cual los combustibles fósiles destruyen el mundo: sólo los combustibles fósiles traen la paz al mundo”, argumentaba Tim Huelskamp, director del instituto, a Mediapart [socio editorial de infoLibre].

Los escépticos del clima de EE.UU. causan disturbios en Europa

Los representantes de los 196 países del mundo tratan de llevar a cabo una tarea de enormes proporciones, transformar en normas los objetivos del Acuerdo de París sobre el Clima, que consisten en limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Pero diplomáticos, políticos y asesores que han dedicado noches y noches a debatir en la ciudad polaca de Katowice con motivo de la COP24 tienen un rival que hasta ahora había sido invisible: los negacionistas del cambio climáticonegacionistas.

En un mes de investigación, Mediapart ha encontrado a sus representantes allí donde nadie hubiera sospechado que estaban. Estos escépticos del clima ocupan puestos de responsabilidad en grupos de presión en Bruselas, son diputados conservadores y liberales en el Parlamento Europeo, dirigen asociaciones profesionales neoliberales y determinan la política climática de todos los partidos de derechas en Europa.

Tienen algo en común: principalmente son hombres mayores de 60 años. Quieren un mundo en el que a nadie le importen las leyes sobre el cambio climático, no quieren acuerdos transnacionales como el Acuerdo de París sobre el Clima y consideran que la opinión científica predominante es falsa.

Y están bien organizados; al igual que diplomáticos y ambientalistas, los directores de Heartland también se dan cita en Katowice, en un hotel de cuatro estrellas, para debatir sobre los beneficios de los combustibles fósiles y las llamadas mentiras del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).

El próximo campo de la extrema derecha

No es casualidad que los negacionistas del clima intenten acercarse a los políticos. Con el ascenso en las urnas de los populistas de derechas, han encontrado su vía de entrada en gobiernos y parlamentos: partidos como el Rassemblement national (RN) en Francia, la Liga Italiana o el Alternative für Deutschland (AfD) en Alemania, que hasta ahora habían llegado a un acuerdo para dejar entrar en Europa al menor número posible de refugiados, están trabajando mano a mano en demoler las leyes de protección del clima.

Según estimaciones de las empresas demoscópicas, la extrema derecha puede obtener alrededor del 20% de los escaños del Parlamento Europeo en las elecciones de mayo de 2019 (frente al 11% en la actual legislatura), a pesar de la salida del Parlamento Europeo de los 18 diputados del UKIP a raíz del Brexit. Estos diputados harán más discursos, redactarán más informes y atraerán a otros diputados.

Según un estudio del instituto de investigación berlinés Adelphi, la extrema derecha europea se ha opuesto sistemáticamente a las leyes destinadas a reducir las emisiones nocivas para el clima, como las destinadas a la industria del automóvil. La legislación para promover la energía renovable también ha sido rechazada por los negacionistas presentes en el Parlamento.

Los escépticos del clima encuentran gran eco en los partidos de extrema derecha. En Alemania, el Instituto Europeo para el Clima y la Energía (Europäisches Institut für Klima und Energie, EIKE) asesora a AfD y algunos miembros del EIKE incluso se han presentado a las elecciones bajo estas siglas.

No todos los partidos de extrema derecha europeos son tan abiertamente escépticos como AfD, que escribe negro sobre blanco en su programa que “el CO2 no es un producto contaminante”. Sin embargo, a excepción del partido Fidesz húngaro y de la Alianza Nacional letona, todos los demás obstaculizan sistemáticamente las medidas de protección del clima.

RN está torpedeando todas las leyes sobre el clima

Arnaud de Rigné conduce un viejo Peugeot. Nunca ha participado en conferencias sobre el clima, ni siquiera sabe que Polonia acoge la COP24. Pero este francés de 21 años sigue siendo el delegado para asuntos ecológicos del RN. Oficialmente, el partido de Marine Le Pen no niega el cambio climático, pero bloquea cualquier medida que pueda mitigarlo.

Los 15 diputados del RN se han opuesto a las ocho resoluciones más importantes sobre el cambio climático adoptadas en Bruselas en los últimos años: no han querido ni ratificar el acuerdo sobre el clima firmado en su propio país entre 196 naciones, ni limitar, en junio de este año, las emisiones de CO2 de los coches pequeños y de los más pesados.

Arnaud de Rigné trabaja en el Frente Nacional desde los 16 años. “Debemos resolverlo todo en el plano nacional”, repite a modo de mantra, como el RN. ¿Pero cómo? El día de la entrevista, nos conduce a 10 km de su ciudad natal, hasta un histórico molino de viento sin aspas. No se trata de hablar de energía eólica, porque la RN se opone, siempre que puede, a la “energía eólica que desfigura el paisaje” y defiende la energía nuclear.

De Rigné se sitúa frente a la construcción de ladrillo y da su punto de vista sobre la “ecología patriótica”. Hace tres años, todavía existía en el RN la plataforma del Colectivo Nueva Ecología. Su web ya no existe, pero según de Rigné, eso no significa nada: el partido seguiría trabajando en su agenda ambiental.

Por ejemplo, RN quiere gravar a grandes compañías extranjeras como Coca-Cola para ahorrar en costos de transporte y botellas de plástico. ¿Qué hay del café sudamericano? ¿Qué hay del forraje de soja brasileño para los agricultores locales? “No serán sometidos a gravámenes”. Arnaud de Rigné no puede ahondar más en el programa del RN. ¿Desea el partido que Francia respete al Acuerdo sobre el Clima de París? Duda un momento, hasta que De Rigné responde: “Sí. De momento”.

Negacionistas especialmente bien organizados

Al igual que los populistas de derecha, los que niegan el calentamiento global se están organizando ahora más allá de las fronteras nacionales. Entre los escépticos estadounidenses, australianos, canadienses y europeos del clima, se producen animados debates a través de listas de correo, redes y conferencias. Ninguna de sus organizaciones está inscrita en el registro europeo de lobbying y, en calidad de representantes de partidos nacionales o asociaciones profesionales, tienen acceso a los diputados al Parlamento Europeo.

Además, la legislación europea permite a estas asociaciones ocultar sus ingresos. Las leyes de Estados Unidos son más transparentes; según el IRS, la Administración tributaria de Estados Unidos, el Heartland Institute gastó alrededor de 4,6 millones de dólares en 2015; 5,5 millones en 2016 y 5,9 millones en 2017. Parte del dinero procedía de la Fundación Mercer, uno de los mayores donantes de campaña de Trump.

Los negacionistas europeos del calentamiento global se están organizando clandestinamente: su financiación sigue siendo, por lo general, oscura y las formas de organización suelen ser poco claras. Este es el caso de la organización llamada Clexit (por la salida del acuerdo del clima). Los escépticos del clima se están organizando bajo este nombre en todo el mundo. ¿Su objetivo? Convencer a sus gobiernos para que se salgan del Acuerdo de París.

Clexit tiene sitio site web, pero no cuenta con aviso legal; catálogo de requisitos, pero no gabinete de prensa ni número de teléfono. Sin embargo, sólo hay que mirar los datos de esta nueva organización para ver que la mayoría de sus miembros están o han estado involucrados en proyectos de energía fósil en empresas o universidades, como el director del lobby del petróleo holandés, así como ingenieros que trabajan en las industrias de la aviación, agroalimentaria, de la minería del carbón o nuclear.

El consultor francés François Gauchenot está entre los integrantes. A través de su empresa, Saint George Institute, asesora a empresas sobre cómo mejorar la eficacia de los consejos de vigilancia. La American Heartland Conference está, sin duda, encantada con el apoyo: “El Reino Unido votó por Brexit. Así que no es de extrañar que voten por el Clexit”, explica Marc Moreno, uno de los negacionistas del calentamiento global más famosos de Estados Unidos.

Otra asociación, el Comité Independiente de Geoética (ICG), fundado en 2015 en Praga y que tiene como presidente honorario al famoso naturalista Charles Darwin, nombrado a título póstumo, también tiene página web, pero no aviso legal. La financiación y organización del ICG no es muy transparente. Este comité patrocina conferencias europeas de escépticos del clima. Así ocurrió con una conferencia celebrada en septiembre de 2018 en la Universidad de Oporto. Durante dos días, los negacionistas del calentamiento global, en su mayoría hombres que peinan canas, de más de 60 años, dirigieron una cruzada contra el “todopoderoso” IPCC.

Entre ellos está Howard Dewhirst, máximo responsable de Petroalbion, consultora anglo-australiana especializada en fracking, perforaciones gaseísticas y petrolíferas. Sostiene que el fracking es una cura milagrosa vilipendiada por fanáticos de izquierdas. Porque, según él, el cambio climático es un invento.

Representantes del Heartland Institute también han impartido conferencias, así como el matemático parisino Benoît Rittaud, líder de los escépticos en Francia. “Vamos a reforzar nuestra ofensiva porque los ciudadanos están cada vez más de nuestro lado”, dice este hombre de pelo rizado. Rittaud asegura que un experiodista de Le Figaro se encargará en el futuro de las relaciones públicas: “Nos estamos profesionalizando”. Sin embargo, no desea hacer comentarios sobre uno de los patrocinadores de la conferencia portuguesa, el Comité Independiente de Geoética.

“El CO2 es beneficioso para el mundo”

Nils Axel Mörner, geólogo sueco, es uno de los cofundadores de este comité. Su tema favorito es la subida del nivel del mar. “Cuando vi estas magníficas fotos de Fiji, inmediatamente quise ir y llevar a cabo investigaciones”, explica desde Oporto. Y dice haber descubierto que el nivel del mar no sube.

Sin embargo, según la revista de la convención marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático, una ciudad completa de las islas Fiji ya debería haber sido trasladada a zonas de alta montaña porque el mar está devorando la costa. Por otra parte, los datos de las autoridades marítimas británicas, recogidos en el marco de una investigación de Correctiv y de Mediapart sobre la subida del nivel del mar, muestran que el nivel del agua en el puerto de la capital, Suva, ha aumentado 25 centímetros.

Mörner publicó sus hallazgos en una revista de acceso abierto titulada International Journal of earth and environmental scientists. La investigación la pagaron grupos de presión y reconoce que cobró 20.000 euros de la CO2Coalition, un grupo de reflexión conservador de EE.UU. que niega el cambio climático provocado por el ser humano y promueve las bondades del CO2.

Cuenta con Patrick Moore, exactivista de Greenpeace, en su consejo de supervisión. Viaja por todo el mundo para dar conferencias negando el cambio climático. Su fundador, William Happer, es ahora el asesor principal de Trump en el Consejo de Seguridad Nacional.

En el segundo día de la conferencia de Oporto, los participantes ya no se muestran tan amigables: se alertan mutuamente contra la “falsa que miente” y, después de las conferencias celebradas por la mañana, los organizadores aconsejan no responder a nuestras preguntas y hacer “como si no hablase(n) inglés”. Mantienen las puertas del auditorio cerradas por dentro. El ambiente es cada vez más parecido al de una secta.

Lobby de la economía contra las leyes

Mörner no oculta sus opiniones. Por otro lado, entre los grupos de presión y los parlamentarios de Bruselas, Berlín y París, existe reticencia a hablar abiertamente de “tesis alternativas” sobre el cambio climático debido al miedo a las consecuencias en términos de imagen.

A pesar de todo, muchos políticos liberales y conservadores y actores de la industria de los combustibles fósiles están esperando el momento en que los negacionistas vuelvan a ser aceptados por la opinión pública y los medios de comunicación. Entonces podrían torpedear, con más éxito que nunca, las leyes adoptadas contra el calentamiento global.

En Francia, el instituto neoliberal Turgot hace tiempo que no tiene página web. Pero sus colaboradores se sitúan próximos a los escépticos. Marie-France Suivre fue delegada general del instituto y, al mismo tiempo, delegada general de los climatorealistas, como se les llama en los últimos tiempos a los negacionistas en Francia; Gilles Dryancour, lobbyista en Bruselas del mercado de tractores, fue presidente del Instituto Turgot y presidente honorario del CEMA, la Asociación Europea de Maquinaria Agrícola, mientras trabajaba para el fabricante de tractores John Deere, en Mannheim. Vela por que las exigencias medioambientales relativas a los tractores sean lo menores posible.

“No hay peatones caminando por los campos, por lo que es injusto que se nos apliquen las mismas normas que a la industria automotriz”, dice. “Como expertos en agricultura, no tenemos ninguna duda sobre el cambio climático. Sin embargo, el cambio climático puede tener muchas causas, por lo que no es necesariamente fruto de la actividad humana”, añade.

Gilles Dryancour afirma saber muy poco sobre la presencia de los negacionistas del clima en su instituto. Lo que es mucho más importante para él es el “premio para las abejas” que ha creado y que promueve cosechadoras o drones respetuosos con los insectos o zánganos, que rocían pesticidas por la noche, mientras las abejas duermen.

Negacionistas en el Parlamento Europeo

Los que niegan el cambio climático están entrando ahora en el Parlamento Europeo. En julio, los eurodiputados conservadores y liberales eligieron por primera vez a un climaescéptico declarado como ponente de la Comisión de agricultura, precisamente para LIFE, el principal programa de protección del clima de la Unión Europea. Se trata de John Stuart Agnew, eurodiputado por el UKIP.

La Comisión de agricultura es especialmente poderosa: distribuye anualmente 58.000 millones de euros en subvenciones a los agricultores de la UE y a las autoridades rurales. La agricultura intensiva, con sus fertilizantes a base de petróleo, la cría industrial y los tractores pesados, es responsable de aproximadamente una quinta parte de las emisiones que dañan el clima.

El informe Agnew está en consonancia tanto con Heartland como con los grupos de reflexión neoliberales. Afirma que los seres humanos no son responsables del aumento de la concentración de CO2 y que el clima sufre principalmente la influencia de la radiación cósmica, que podría cambiar la temperatura hasta en diez grados. “El impacto de otros gases de efecto invernadero –CO2, metano y dióxido de nitrógeno– en nuestro clima es insignificante”, puede leerse en el informe. Por lo tanto, contradice todas las publicaciones científicas como las de la Agencia Americana de Protección Ambiental (EPA).

Aunque sus enmiendas individuales fueron rechazadas por la Comisión de agricultura en septiembre, el informe de seis páginas de Agnew se ha incluido en los anales de la UE. “He conseguido un éxito clamoroso”, se congratula el eurodiputado. “Los climatólogos y los medios de comunicación como la BBC están empezando a entrar en pánico. Ven que los que niegan el cambio climático están empezando a imponerse gradualmente”, dice con una sonrisa.

Los previsiones relativas al aumento de la temperatura global cambian con frecuencia. Y estas fluctuaciones son el fuerte argumento de los que niegan el cambio climático, que creen que es una prueba de que el IPCC se equivoca. Todos los informes del IPCC y sus miles de investigadores internacionales presuponen que la Tierra se está calentando y que la humanidad es la máxima responsable. ¿Cuántos grados? Nadie lo sabe en estos momentos. Sin embargo, la cifra exacta es de poca importancia. Porque de hecho, sólo había cinco grados menos que hoy durante la última era glacial: cada grado es por lo tanto crucial.

Anders Levermann, científico del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, es categórico. Los negacionistas del clima ignoran las leyes de la física fundamental y buscan correlaciones y coincidencias para apoyar sus tesis. “Así como no se puede ser cosmólogo y al mismo tiempo rechazar la gravitación, no se puede ser físico climático diciendo que el CO2 no tiene ningún efecto sobre el clima”, dice. Lo que realmente me preocupa es el “espíritu antienvejecimiento de la Ilustración detrás de los que niegan el cambio climático. Ciertamente podemos tener opiniones divergentes, pero sólo una sociedad basada en hechos puede ser justa. De lo contrario, siempre es la persona más poderosa la que decide lo que es correcto”.

Los astutos oponentes de la democracia

Las fake news también desempeñaron un papel importante en la campaña del Brexit. Algunos hechos y cifras parcialmente inventados han llevado a más de la mitad de los británicos a pronunciarse en contra de Europa. La atmósfera también puede derivar hacia temas relacionados con la inmigración, sin que haya razones racionales para ello. Y no es una coincidencia que las mismas personas que se oponen a la inmigración, a la globalización y a la prensa libre también estén desafiando el cambio climático.

“Los escépticos del clima preparan el terreno para hacer avanzar la agenda de los adversarios de la democracia: desafían a la democracia, a instituciones como la UE y a las Naciones Unidas”, dice Alexander Carius, uno de los autores del estudio de Adelphi.

Más que nunca, puede ser necesario argumentar de manera aún más positiva a favor de la protección del clima. Hasta ahora, los negacionistas afirmaban que privaría a la gente de algo: de su trabajo, de tiempo libre, de coche. “¿Cuáles son los beneficios de la movilidad basada en una política de desarrollo sostenible y de reducción de las emisiones de carbono, en la forma en que producimos y consumimos productos agrícolas? Eso es lo que deberíamos estar debatiendo”.

  Esta investigación ha sido posible gracias a una beca de la Fundación Otto-Brenner y del Fondo IJ4EU.

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Traducción: Mariola Moreno

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