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Elecciones en Argentina: el desempleo se dispara en un país en crisis

El presidente saliente de Argentina, Mauricio Macri.

Parapetados bajo una gran lona de plástico, Walter Ledesma e Hipólito Suárez pasan las horas evitando que se apague su pequeña fogata. Su tienda desentona en este elegante barrio de Mar del Plata (alrededor de un millón de habitantes), localidad costera a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires. En la acera, los obreros han escrito con espray rosa: “Carlos Blanco, ladrón, paga, sal”. Estos trabajadores de la industria pesquera de Mar del Plata permanecieron acampados durante más de dos semanas, día y noche, frente a la casa de su antiguo empleador. El presidente de Rocamare suspendió la producción de la noche a la mañana, sin preaviso y sin abonar indemnización alguna a la veintena de fileteros –encargados de cortar el pescado en filetes, especialmente la merluza en esta región– que trabajaban en negro desde hace año y medio.

“Él es el jefe, el gerente, el tesorero... Lo controla todo. Trabajas a su servicio durante más de un año, pero el día que ya no te necesita, desaparece”, cuenta indignado Hipólito Suárez. No es el primer conflicto laboral al que se tiene que enfrentar este hombre, que ronda los 50 años; explica que la situación en el puerto de Mar del Plata “siempre ha sido complicada [...] Pero hoy en día, es más difícil que antes volver a ponerse en pie porque no hay trabajo, no hay nada”. Su colega Walter Ledesma está de acuerdo: “Antes, podías conseguir un trabajillo en una semana. Hace dos meses que no cobramos casi nada”. Mientras aguardan no tienen derecho a ninguna prestación por desempleo, ya que estos trabajadores no pueden presentar los documentos necesarios. Al mismo tiempo, las facturas se les acumulan y no dejan de aumentar. En Argentina, la inflación ha alcanzado el 55% en los últimos 12 meses.

La crisis económica y social que afecta al país desde el año pasado es “peor que cualquier otra anterior”, afirma Cristina Ledesma, secretaria general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Pesquera (Soip). “La industria pesquera se encuentra en una situación crítica. Cada vez hay menos trabajo. Los barcos salen en masa hacia el sur, donde hay cigalas cuya venta resultará más rentable en el extranjero”. Los trabajadores que se han quedado en Mar del Plata son extremadamente vulnerables, especialmente los que trabajan ilegalmente, que representan el 70% de los empleos en esta industria, según Cristina Ledesma. La representante de Soip admite estar “desamparada” frente al cierre de empresas, que se han multiplicado en el puerto en los últimos meses.

Después de asistir a dos reuniones en el departamento de Trabajo de la región, a las que su antiguo empleador no acudió, los trabajadores de Rocamare finalmente levantaron el campamento a principios de octubre. “No podemos permitirnos esperar más, tenemos que empezar a buscar trabajo de nuevo”, admite Walter Ledesma, que planea demandar a su antiguo empleador.

“Hace unos años, me ofrecieron la oportunidad de trabajar en un barco pesquero. Preferí quedarme en Mar del Plata. Fue una mala decisión”, dice Walter Ledesma Jr., de 23 años. Al igual que su padre, espera que el probable cambio de gobierno que se avecina dé un impulso a la economía argentina.

Porque el retorno al poder del peronismo, en la figura de Alberto Fernández y su compañera de lista, que no es otra que Cristina Kirchner (presidenta entre 2007 y 2015), parece un hecho. El 11 de agosto, esta candidatura obtuvo el 49% de los votos en las elecciones primarias y obligatorias para todos los partidos –celebradas antes de las elecciones presidenciales del 27 de octubre– frente al 33% de Mauricio Macri. El presidente de derechas fue notablemente castigado por los argentinos, que lo responsabilizan de la crisis y también lo culpan por hacer que regrese al país el Fondo Monetario Internacional (FMI). La institución financiera ha concedido un préstamo de 57.000 millones de dólares a Argentina, de los cuales ya se ha desembolsado casi el 80%, a cambio de un devastador plan de austeridad para los sectores más vulnerables de la sociedad argentina.

“Cuando al país le va bien, a Mar del Plata le va bien. Cuando el país se equivoca, Mar del Plata empeora”. Este dicho, que los habitantes de este país repiten con cierto fatalismo, se confirma en la avenida Juan-Bautista-Justo. La gran arteria, que divide Mar del Plata de oeste a este, ofrece un espectáculo muy triste a cualquiera que se tome la molestia de caminar unos cientos de metros por ella; los escaparates de tiendas que ofrecen liquidaciones excepcionales se alternan con otros espacios vacíos, claramente abandonados de forma precipitada.

La tienda de chaquetas y abrigos Centomo, en cambio, aguanta. Héctor Juan Fangareggi, que fundó esta empresa hace treinta años, ha sabido aprovechar su experiencia ante las vicisitudes de la economía argentina. "En 2001 [fecha de la última gran crisis económica del país], quebramos. Lo perdimos todo. Fue muy difícil empezar de cero un año más tarde”, cuenta este septuagenario, que aprendió las lecciones de estos tiempos difíciles. “Con Macri en el gobierno, sabía que sus políticas neoliberales no nos favorecerían. Tomamos una serie de decisiones: dejar de vender al por mayor, concentrarnos en las ventas directas en las tiendas. Hicimos cierto capital, compramos muchas telas antes de que subiera el precio. En la actualidad, estamos tirando de ese capital”. Las ventas de la empresa se han reducido a la mitad desde 2016. Héctor Juan Fangareggi también admite que la desaparición de muchos competidores en la avenida le ha ayudado a sobrevivir, aunque odia “la sensación de vivir solo en un desierto”.

“Vivir sin tener un mínimo de dignidad”

El cierre en serie de empresas y comercios en Mar del Plata ha provocado un fuerte aumento del desempleo, que afecta al 13,4% de la población activa, según las últimas estimaciones del Instituto Argentino de Estadística (Indec) –un récord en el país, donde el desempleo ronda el 10,6%– y las perspectivas son sombrías para los jóvenes argentinos, los más afectados por la falta de empleo. Según el Indec, cerca del 37% de las mujeres menores de 29 años están desempleadas en Mar del Plata.

“Todo trabajo formal que desaparece conlleva a su vez la pérdida de pequeños empleos informales”, explica Rodrigo Hernández, profesor de Ciencias Políticas y representante regional de la organización política y social Barrios de Pie. “La gente que pierda su trabajo formal dejará de llamar al electricista local, si la casa necesita volver a ser pintada, lo hará ellos mismos... Es un círculo vicioso que empeora la pobreza estructural”. Mar del Plata tiene un 30% de pobres, según las últimas cifras del Indec. Menos que la media nacional (35,4%) pero, para Rodrigo Hernández, “Mar del Plata es una ciudad portuaria, una industria textil, que acoge a los turistas... es lamentable que todas estas personas vivan sin un mínimo de dignidad”.

Los barrios marginales proliferan considerablemente en torno al centro urbano, como el Barrio Malvinas Argentinas. Sus calles de tierra se inundan regularmente debido al caprichoso clima de las ciudades costeras. En su comedor, Carina Paz prepara tres veces por semana una enorme olla de comida caliente para las familias del distrito. Este comedor social está gestionado por la organización Barrios de Pie, que recibe mensualmente ayuda alimentaria del Estado. “Pero en cantidades realmente insuficientes”, denuncia Carina Paz, que acoge cada vez a más familias.

María José Medina, residente local y madre de dos niños pequeños, explica que “la situación se ha deteriorado considerablemente en los últimos meses. A veces nos saltamos las comidas o nos conformamos con una infusión y un trozo de pan”. La joven y su familia sobreviven gracias a las ayudas gubernamentales destinadas a los padres en riesgo de exclusión (alrededor de 2.900 pesos, menos de 50 euros, por mes y niño) y tratando de vender dulces caseros en las calles de Mar del Plata. "Aquí no hay trabajo y lo poco que hay, no se le da a mujeres con niños pequeños...”.

A mediados de septiembre, el Parlamento argentino prorrogó una ley alimentaria de emergencia, que incluye un aumento del 50% en el presupuesto para la ayuda alimentaria estatal. Pero “unas semanas después, todavía no tenemos ni idea de cómo o quién nos distribuirá esta ayuda adicional”, lamenta Rodrigo Hernández, representante de Barrios de Pie. La organización ha triplicado su número de comedores sociales desde 2017 y ahora cuenta con 56 en Mar del Plata. “Está muy bien hablar de urgencia, pero si esperas semanas y luego actúas, ¿qué sentido tiene todo esto?”. _____________

Traducción: Mariola Moreno

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