Euforia de las televisiones israelíes en la guerra contra Irán

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

Israel se encuentra en estado de emergencia y las principales cadenas de televisión se han puesto en sintonía. La 11, cadena pública amenazada con la privatización y clasificada más bien como de derechas, la 12 y la 13, privadas y consideradas críticas con el primer ministro Netanyahu, y la 14, a menudo comparada con una cadena Bolloré (influyente holding audiovisual francés, ndt) por su marcada inclinación hacia la extrema derecha, han añadido una bandera nacional cada una de ellas en la esquina de la pantalla, junto a su logotipo.

Salvo la 11, también han añadido eslóganes patrióticos. “Luchamos” en la 12. “Juntos venceremos” en la 13. La 14 ha optado por algo más vistoso, con tres eslóganes que aparecen sucesivamente, formando una sola frase larga: “No temas, Israel”, “vamos a vencer”, “con la ayuda de Dios”.

No solo se ha modificado la imagen. Todas han pasado al modo “todo noticias”, suprimiendo los programas habituales y ofreciendo una sucesión de platós, conexiones en directo y noticiarios dedicados exclusivamente a la guerra contra Irán, con algunos cortes publicitarios por medio. El patriotismo no excluye la necesidad de dinero.

Unanimidad patriótica

Por cierto, incluso los anuncios se han vuelto patrióticos, demostrando sus creadores una gran capacidad de adaptación. Un banco proclama: “Vivimos en la incertidumbre, es el momento de asegurar sus ahorros”. Un fabricante de aparatos de aire acondicionado anima: “Ahora que están encerrados en habitaciones aisladas, es el momento de elegir un aire acondicionado de calidad”. La cadena 26, dedicada a los reality shows: “En los refugios, vean la 26”.

Una aseguradora se dirige a los militares movilizados: “No olviden asegurar su coche, les ofrecemos un bonus de 300 shekels [75 euros, ndr]”. Un supermercado lo pone sencillo: a la izquierda de la pantalla, la bandera israelí; a la derecha, aviones de combate despegando.

El mismo color patriótico en las antenas. Allí se codean exoficiales, militares en activo, periodistas especializados en “asuntos árabes”, “asuntos militares” y “asuntos políticos”, y exmiembros del Mossad.

“Cuesta diferenciar a los comentaristas y expertos de los periodistas”, explica Eyal Sivan, cineasta y analista que vio y tradujo los canales para Mediapart el lunes por la noche. “Todos utilizan el ‘nosotros’ para referirse al ejército, los servicios de inteligencia y las autoridades. Todos los periodistas se identifican totalmente con las fuerzas armadas y repiten sin ningún tipo de distancia todo lo que dicen las autoridades políticas y militares”.

Así, un plató de la 12 reúne en torno a la presentadora estrella Yonit Levi, con el ceño fruncido y aire grave, a un exjefe de la defensa aérea, un investigador judío iraní miembro del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS), un exjefe de batallón de helicópteros, un exportavoz militar y un coronel jefe de la retaguardia. Este último, el único en uniforme porque es el único en activo, repite una y otra vez instrucciones destinadas a la población.

Dos periodistas, uno encargado de asuntos militares y otro de política, participan en lo que parece un debate pero no lo es. Con los auriculares pegados a los oídos, repiten una y otra vez “me acaban de decir” antes de retransmitir los comunicados oficiales. “Según fuentes oficiales, hemos destruido las copias de seguridad del proyecto nuclear”, se felicita el interviniente militar. Y concluye: “Hay que dejar que el Tsahal [nombre hebreo del Ejército israelí, ndr] termine el trabajo”.

Ni la más mínima crítica sobre las fuerzas armadas. En el plató de la 13, instalado en la azotea del ayuntamiento de Tel Aviv y con vistas a toda la ciudad, se comenta la gran noticia del día, es decir, el anuncio por parte del Ejército de la destrucción de un tercio de las rampas de lanzamiento de misiles balísticos iraníes. “Que constituyen una amenaza existencial para Israel”, asegura uno de los periodistas del plató. El exjefe de planificación de la Fuerza Aérea, que también fue director general de la principal empresa de la industria aeronáutica israelí, IAI (Industria Aeronáutica Israelí), le corrige: “Esos misiles no pueden considerarse parte de la amenaza existencial”. El militar es inmediatamente puesto en su sitio por el presentador: “Por supuesto que sí, estos misiles forman parte de la amenaza existencial”. Fin de la discusión.

Autoglorificación

Expertos y periodistas comentan al unísono los objetivos de la guerra. ¿Se trata de decapitar la “cabeza de la serpiente” o la “cabeza del pulpo”, es decir, matar al líder supremo Alí Jamenei? La cuestión ocupa los platós y la opinión mayoritaria es que, aunque ese objetivo no sea oficial, sería bueno alcanzarlo, y que la población iraní, levantándose, podría ayudar.

Los críticos más virulentos de Netanyahu se alinean con él y elogian sus cualidades como líder de la nación. Como Amos Yadlin, exjefe de inteligencia militar y director del INSS, conocido por ser —o más bien por haber sido, antes de la guerra contra Irán— un feroz opositor al primer ministro: “Quiero recordar que la previsión de bajas israelíes presentada al gabinete de seguridad [gabinete de guerra restringido creado tras el 7 de octubre, ndr] era de entre 800 y 4.000 muertos, es decir, que la situación es mucho mejor de lo que habíamos previsto. Y podemos permitirnos pagar ese precio. Se trata de golpear la cabeza de la serpiente, la cabeza del pulpo”. Nadie pestañea y el periodista encargado de asuntos militares, Nir Dvori, añade: “Los resultados son formidables, pero hay que profundizar en ellos”.

El mundo observa, deslumbrado, lo que estamos logrando, pero debemos ser modestos

La autoglorificación inunda los platós. Se celebra la resiliencia del pueblo israelí, mientras que los canales 12 y 13 apenas se detienen en los daños causados por los misiles iraníes que atraviesan la Cúpula de Hierro. Solo el canal 14 dedica a ello un tiempo de emisión, desplazándose a las ciudades y barrios afectados y dando la palabra a las víctimas. Y legitimando así el ataque contra Irán que, como repiten indignados los responsables israelíes, “tiene como objetivo a la población civil”, olvidando que el ejército israelí no perdona ni a las mujeres, ni a los niños, ni a los ancianos iraníes, y que muchas instalaciones militares israelíes están construidas en barrios residenciales de ciudades israelíes. Empezando por el ministerio de Defensa, en pleno centro de Tel Aviv, y el búnker del mando general, bajo el hospital Ichilov, el más grande del país.

Da igual, “estamos cambiando el rostro de Oriente Medio”, se felicitó el primer ministro el lunes 16 de junio por la noche, en una de sus muy escasas ruedas de prensa, retransmitida en directo. Por una vez, Netanyahu aceptó preguntas de periodistas israelíes, y además en hebreo, él que suele reservar ese ejercicio a los medios americanos.

“¿Entrarán los Estados Unidos en la batalla con nosotros?” y “¿el objetivo es el guía supremo?”, preguntaron los periodistas de la 14. “¿Por qué los británicos y los franceses no nos ayudan a interceptar los misiles iraníes, cuando lo hicieron en abril de 2024?”, preguntaron los de la 12 y la 13.

Estas dos últimas cadenas, muy críticas antes de la guerra contra Irán con la política de Netanyahu, siempre dispuestas a señalar sus mentiras permanentes, no cuestionaron ni una sola vez sus palabras. Ni su conclusión, al final de la rueda de prensa: “Estamos dando un ejemplo a la humanidad, nuestra acción pasará a la historia de nuestro pueblo y de toda la humanidad”.

Hay que decir que, también en este caso, los comentaristas se muestran en sintonía. El especialista en “asuntos árabes” del canal 12, Ohad Hemo, se felicitó: “Hemos abierto una autopista en el cielo de Teherán y los iraníes ahora ven los aviones de combate judíos volar sobre ellos”. El presentador Danny Kushmaro le siguió: “El mundo observa, deslumbrado, lo que estamos logrando, pero debemos ser modestos”.

Pero hay una voz discordante en el panorama mediático israelí, que se expresa alto y claro desde hace años, y proviene de la prensa escrita, más concretamente del periódico de centro-izquierda Haaretz. Gideon Levy escribió el domingo 15 de junio: “A los israelíes les gustan las guerras, sobre todo cuando empiezan. Todavía no ha habido ninguna guerra a la que Israel —todo el país— no se haya sumado desde el principio; todavía no ha habido ninguna guerra —excepto la del Yom Kippur en 1973— que no haya llevado a todo el país a maravillarse, desde el principio, de las excepcionales capacidades militares y de inteligencia de Israel. Y todavía no ha habido ninguna guerra que no haya terminado en lágrimas”. Una vez más, Gideon Levy es el único que advierte contra las aventuras militares.

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Este artículo ha sido escrito con la ayuda de Eyal Sivan, que vio por nosotros los canales 11, 12, 13 y 14 el lunes 16 de junio a primera hora de la tarde y tradujo parte de lo que se dijo en ellos.

 

Traducción de Miguel López

Israel se encuentra en estado de emergencia y las principales cadenas de televisión se han puesto en sintonía. La 11, cadena pública amenazada con la privatización y clasificada más bien como de derechas, la 12 y la 13, privadas y consideradas críticas con el primer ministro Netanyahu, y la 14, a menudo comparada con una cadena Bolloré (influyente holding audiovisual francés, ndt) por su marcada inclinación hacia la extrema derecha, han añadido una bandera nacional cada una de ellas en la esquina de la pantalla, junto a su logotipo.

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