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El G7 y el anti-G7 en Biarritz: dos mundos bajo extrema vigilancia policial

Comparecencia de los promotores de la contra-cumbre del G7 celebrarán en Biarritz.

Elisa Perrigueur | Matthieu Suc (Mediapart)

Esta semana habrá dos mundos y dos visiones del mundo en la costa vasca. De un lado, el G7, sus hombres de Estado con sus delegaciones reunidos para la 45ª edición en una zona ultra protegida de Biarritz del 24 al 26 de agosto. En la web del Grupo de los 7 –que reúne a Japón, Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia, Canadá y Reino Unido– se puede ver a Emmanuel Macron, todo sonriente y con el cabello al aire, y este titular que anuncia el tema principal: “Una cumbre contra las desigualdades”.

En el otro universo, los organizadores de la consiguiente anti-cumbre: el anti G7, iniciativa de unas 80 organizaciones reunidas como grupos de oposición, uno local, G7 EZ! (No al G7, en euskera) y otro nacional, Alternativas G7. Esta cumbre tiene lugar entre el 19 y el 26 de agosto en Hendaya, Urrugne e Irún, a unos 30 kilómetros de los hoteles chic de Biarritz. ¿La reducción de las desigualdades como tema principal del G7? Una “provocación” de los “7 pirómanos del G7” en el contexto mundial, replican los organizadores pacíficos del anti G7. Para responder, quieren alertar de esta “operación de comunicación de la oligarquía mundial” y denunciar el “capitalismo salvaje”.

El objetivo del presidente Macron va a ser sobre todo proteger al primer mundo. El dispositivo será “extremadamente fuerte” e “inédito”, según anunciaba en mayo en una visita preparatoria a Biarritz. La seguridad, para él, es un “asunto crucial para el éxito del encuentro”. Se implantarán medidas excepcionales. Las estaciones de Bayona, Guétary, Boucau, Biarritz y Hendaya (Deux-Jumeaux) estarán cerradas al público del 23 al 26 de agosto. Han sido aplazados tres partidos de la Liga 1 de fútbol para poder desplazar bien los efectivos, cuyo número no ha sido comunicado. Varios diputados locales hablan de entre 5.000 y 10.000 miembros de las fuerzas del orden en el País Vasco francés. Unos 1.000 policías españoles estarán presentes también en el otro lado, a lo largo de la frontera, que permanecerá abierta pero con controles reforzados. A esos efectivos se añadirá la escolta de los jefes de Estado. Ya están ahí agentes de la CIA para la visita de Trump. También militares franceses están tomando posiciones en las montañas vascas.

Conforme se aproxima la cumbre aumenta una cierta febrilidad, como nos han confiado fuentes de diversos servicios de inteligencia: “La elección del lugar y el momento es catastrófica”, dice un mando. “Nos encontraremos en Biarritz, que es una hondonada y, además de la ciudad, está la vigilancia del mar y todo en plenas vacaciones y la afluencia de turistas. Es una bendición para los posibles black blocs…”.

Se trata sobre todo de proteger la famosa “zona roja” que se extiende a lo largo de la costa biarrota [gentilicio de Biarritz], donde la élite mundial se encontrará en el casino, en el centro de congresos de Bellevue, en la playa grande y en los grandes hoteles. Se esperan unos 5.000 visitantes de esta cumbre en el sector denominado como “protección reforzada”, ultra restringido. La circulación y el aparcamiento están prohibidos. Las personas que no pertenezcan a las delegaciones oficiales y los no residentes no están autorizados a entrar en la zona. Los residentes se verán obligados a desplazarse a pie llevando una placa que está distribuyendo la Prefectura, además de un carnet de identidad. La basura no será recogida entre el 23 y el 26 de agosto para lo cual los residentes tendrán que ir al segundo perímetro vecino, siempre en Biarritz, la “zona azul” llamada “de protección”, donde el acceso también está restringido pero se autoriza la circulación.

Es un dispositivo no estándar asumido por el alcalde de MoDem (Mouvement Démocrate) de la ciudad, Michel Veunac, que dirige una mayoría municipal fraccionada. Muy pronto se materializaría en Biarritz una oposición al G7 con la plataforma G7 EZ!, creada en noviembre por cerca de 50 partidos, sindicatos y diversos colectivos que agrupan a la esfera nacionalista vasca y también a personalidades de la izquierda local y del mundo antiglobalización.

En febrero, cinco representantes de G7 EZ!, entre ellos un diputado del Frente de Izquierda y un militante de Francia Insumisa, se reunieron con el alcalde de MoDem para solicitar la anulación de la cumbre, calificada como de “pequeño guateque”, tratándole de convencerle de su “inutilidad” y sobre “las medidas de protección previstas y las supuestas repercusiones económicas locales”. Todo en vano. Frente a la revuelta local, Michel Veunac se justificaba así el 29 de julio en una columna en L’Opinion: “No conozco ningún alcalde que haya podido rechazar esa oferta (…). Yo he apostado por la apertura y la reputación mundial”.

Todo ha provocado la ira de los políticos locales, que denuncian una “bunkerización” del municipio balneario de 25.000 habitantes, que llega normalmente a más de 100.000 residentes en período estival. El comercio local depende del éxito de esta estación. Ahora bien, “la organización del G7 en el mes de agosto ha desanimado a venir a un cierto número de turistas, de lo que se desprende una disminución de visitas y por consiguiente de ingresos antes de la cumbre. Las fuertes imposiciones debidas a la implantación del dispositivo de seguridad van a pesar mucho sobre la actividad de los actores”, denuncia François Amigorena, ex alcalde adjunto, ahora opositor de Michel Veunac. Amigorena está molesto, como otros representantes, de “no haber sido informado de nada sobre esta cumbre”.

Max Brisson, senador de LR (Les Républicains), opina que “los representantes locales no tienen por qué ser informados, el G7 es un asunto de Estado. Aquí lo que se decide es la gobernanza del mundo. Los problemas de los contenedores u otros son ridículos”. Para Nathalie Motsch, exadjunta de Michel Veunac y consejera municipal, esa falta de información fastidia a los representantes políticos, pero sobre todo a los residentes. “La población podría haber aceptado un nivel de obligación a la altura del acontecimiento”, dice, pero “lo que está pareciendo mal es la ausencia total de proximidad y de información por parte del ayuntamiento durante estos últimos meses. Los biarrotas se enteran cada día, sobre todo por la prensa, de nuevas restricciones…”.

Fuera del sector protegido de Biarritz, con forma de media luna abierta al Atlántico, otros municipios como Bayona también están sometidos a medidas excepcionales. “Del 19 al 26 de agosto, en el perímetro (restringido) del barrio de Arènes, habrá que presentar un carnet de identidad, un justificante de domicilio o un certificado de empresa. Eso supone un problema para mis clientes que quieren venir a verme con toda discreción”, resume la abogada Colette Capdevielle, ex diputada socialista y consejera municipal de Bayona.

En Bayona está también el juzgado de primera instancia, transformado en plaza fuerte para este G7. Cerca del edificio hay contenedores modulares para albergar a las personas que tengan que comparecer ante el juzgado, confirma el Fiscal de Bayona, Samuel Vuelta-Simón. También precisa que el Centro de Retención Administrativa (CRA) de Hendaya ha sido desalojado para que sirva para alojar a  los detenidos. A su alrededor ha sido también delimitado un perímetro de seguridad con controles de identidad. Según el ayuntamiento, unos diez jóvenes ocupantes del centro educativo cerrado (CEF) han sido llevados lejos ya que los edificios deberían estar vacíos. A Bayona serán enviados treinta funcionarios de justicia, entre ellos unos diez fiscales procedentes de Pau, Mont-de-Marsan. Y otras localidades. Como ha publicado France Bleu Pays Basque, desde el 19 de agosto al 1 de septiembre participarán hasta 75 abogados del colegio de Bayona con una permanencia penal de 24 horas.

“Seremos 75 durante los días más intensos y 54 después de la cumbre, cuando en tiempos normales son entre 8 y 10 los abogados de guardia”, precisa Emmanuel Zapirain, que hace las permanencias. “Hemos previsto entre 50 y 100 detenciones por día (sabiendo que todos los arrestos y detenciones no llevan a una comparecencia inmediata), estimaciones efectuadas en función de lo que vemos en las manifestaciones de los “chalecos amarillos”, en concentraciones, etc. Es una experiencia inédita en Bayona. Debería haber un dispositivo similar pero menor en Dax y en Pau. Esto implica reducir nuestras actividades y permanecer disponibles”. Enfrente del juzgado se encuentra la Casa del Abogado, un edificio de los años 30, confiscado para este evento. Allí podrán dormir los abogados si fuera necesario.

El último mes han surgido divergencias sobre las formas de activismo, la más tradicional y la radical. Los primeros rechazan la violencia y abogan por un desarrollo pacífico de la contra-cumbre, como acaban de recordar en una conferencia de prensa el 12 de agosto.

“Estamos en un contexto de represión policial que nos incita a no bajar la cabeza. Somos muchos más los implicados para organizar esta cumbre que en Deauville (la cumbre anterior del G7 en Francia, en 2011) y nuestra acción será pacífica. No causaremos daños, en eso no competiremos”, precisa a Mediapart Aurélie Trouvé, portavoz de Attac y de la plataforma Alternativa G7.

Temor a un “bloque revolucionario”.

Al término de dos meses de intensas negociaciones, los antiglobalización han conseguido autorización del Estado para su cumbre en Hendaya, Irún y Urrugne. “Habíamos propuesto también Saint-Pée-sur-Nivelles y Dax. Queríamos que fuera en Bayona pero no lo han admitido por estar demasiado cerca de Biarritz”, precisa Thomas Sommer, miembro de Attac encargado de la logística. Las alrededor de 80 organizaciones y plataformas Alternativa G7 (Crid, Oxfam, Cadtm, etc.) y ¡G7 EZ! (el sindicato local LAB, el partido Ensemble Pays Basque, etc.) programan la llegada a partir del 21 de agosto de unos 200 intervinientes, 40 conferencias y 50 talleres. Pero también acciones de calado los días 24 y 25 de agosto, al mismo tiempo que el G7.

Se hará una manifestación desde Hendaya hasta Irún el 24 de agosto. “Esta manifestación está declarada como pacífica y familiar”, precisan los organizadores, y el 25 de agosto está prevista una acción de “desobediencia civil”. Se trata de “crear una zona arcoíris con concentraciones en siete sitios diferentes”, alrededor de Biarritz. “Esta acción trata también de denunciar la prohibición de manifestarse y la limitación de nuestras libertades”, indican los organizadores en su dosier de prensa. Los miembros del G7 se reúnen “para perpetuar un sistema al servicio de los más ricos y de las multinacionales (…). Nos movilizaremos (…) para oponernos con nuestros análisis, nuestras ideas, nuestras alternativas y nuestras luchas”, insisten las plataformas.

Los organizadores esperan unas 2.000 personas en la zona que se extiende por Urrugne y Hendaya. Un enclave de acceso difícil: es un antiguo centro de colonias de vacaciones que pertenece al grupo Nestlé, revendido a Bouygues y desocupado desde hace varios años. “Prevemos la llegada de unas 6.000 personas para las actividades y hasta 10.000 para las marchas”, dice Aurélie Trouvé. “Respecto a las fuerzas del orden, les hemos pedido que se mantengan aparte. Contamos con servicios de mediación para que todo vaya bien”, indica Thomas Sommer.

Una parte más radical espera hacer de este fin de semana agosteño un acto dedicado a la confrontación directa con las autoridades. Los más veteranos de los servicios de inteligencia se acuerdan de que, en 2011, los que llamaban “la ultraizquierda francesa” habían optado por acciones descentralizadas al margen de la celebración del G8 en Deauville y del G20 en Cannes (2011). Pero esas consignas no se habían concretado en nada y no habían impedido los desmanes.

La organización de la contra-cumbre era la principal preocupación al mismo tiempo para los actores institucionales de las plataformas como para los activistas del conjunto de Francia. Se habían multiplicado reuniones en los dos lados de la frontera española para planificar la organización de un anti G7 y se habían creado igualmente enlaces con activistas de todas partes en Francia y el resto de Europa. En primavera, militantes de Bretaña y de Rhône-Alpes, además de zadistas (militantes de las Zones à Défendre) de Notre-Dame-des-Landes, fueron vistos en el País Vasco francés, mientras que otros eran enviados a Alemania y Bélgica para contactar con sus homólogos y tratar los detalles de su llegada este verano.

La DGSI (Dirección General de Seguridad Interior) teme que la cumbre de Biarritz sea una ocasión para reunir diferentes tendencias de la izquierda radical europea y que se reproduzcan “las escenas de violencia que vimos en 2017 cuando el G20 de Hamburgoel G20 de Hamburgo”.  Pero, localmente, nadie parece hoy estar en condiciones de anticipar el alcance de la movilización.

El contraespionaje y otros servicios franceses, movilizados desde hace meses en esta cuestión, han notado con preocupación “un poderoso incremento de la movilización contra el G7 con el impulso de individuos radicales surgidos de los movimientos independentistas vascos así como de la ultraizquierda regional, nacional o europea”. Estos servicios temen un posible acercamiento a los chalecos amarillos que permita la creación de un “bloque revolucionario”.

Todo, según ellos, se hace bajo el impulso de una juventud nacionalista vasca que consideran especialmente recuperada. La DGSI toma todo esto en serio sobre todo porque considera a la juventud vasca “educada en la práctica de la kale borrokakale borroka, una especie de guerrilla urbana utilizada por los independentistas vascos. En 2000, con ocasión de la cumbre de la UE, en un Biarritz ya entones bunkerizado, hubo violentos enfrentamientos entre jóvenes independentistas y fuerzas del orden.

Dos décadas más tarde, el contexto político sin embargo ha cambiado, pues esos mismos independentistas ya no recurren a la violencia desde que la ETA procedió a su desarme en 2017 y 2018, seguido de su disolución.

En general, el servicio de información interior considera desde hace mucho tiempo que allá donde los miembros de la ultraderecha airean sus proyectos y quedan fascinados por las fuerzas del orden (lo que facilita su infiltración), los militantes de la izquierda radical se “convierten en maestros en el arte de la disimulación y en la observación de los dispositivos policiales”. Incluso han reflexionado sobre ello. Cuando la expulsión en 2011 de un inmueble de okupas en Turín que albergaba varios activistas llegados de Ruán, los policías italianos habían descubierto un fascículo escrito en francés con el título A los enemigos del interior. Ese manual de clandestinidad y de enfrentamiento al uso entre los anarco-autónomos enseñaba consejos y técnicas para escapar de la vigilancia y de otras investigaciones policiales.

El alcalde socialista de Hendaya, Kotte Ecenarro, que acoge en gran parte la contra-cumbre, quiere estar tranquilo. “Yo apoyo personalmente a estos anti G7, que el Estado nos lo ha impuesto en un municipio de sólo 800 hectáreas. Nosotros estamos acostumbrados a trabajar con organizaciones locales como Alternatiba, LAL y otras. Sabemos que ellos mantienen su palabra de que serán concentraciones pacifistas”. El alcalde de este municipio de 17.000 habitantes admite que hay “incertidumbres”. “Ya ha habido marchas que atraviesan las fronteras y todo se ha desarrollado bien, confiamos en los organizadores pero ¿llegarán black blocs (grupos de choque vestidos de negro) del exterior? Si vienen, creo que más bien irán hacia Bayona.

El diputado por Biarritz François Amigorena subraya por su parte que “el colectivo anarquista vasco Indar Beltza (Fuerza Negra) se ha retirado de la plataforma G7 EZ!. Compuesta por varias decenas de miembros, el G7 EZ! ha hecho un llamamiento el 13 de agosto “a una oposición y a acciones firmes y decididas”. El colectivo antifascista del Norte del País Vasco IPEH Antifaxista ha optado por retirarse el 17 de agosto porque la “posición general adoptada por el G7 EZ! ya no le corresponde”. François Amigorena estima que “los jóvenes nacionalistas vascos (del norte y del sur) pueden efectivamente sentirse tentados de aprovecharse de la caja de resonancia que les ofrece el G7 con acciones del tipo kale borroka, en las que están experimentados”. Para él esas son “señales débiles, pero un factor de riesgo de excesos violentos”.

Nathalie Motsch, consejera municipal y ex adjunta al alcalde de Biarritz, “no cree en una amenaza vasca”, insiste. “Los vascos están muy apegados a su tierra y eso pasa por un profundo respeto a su país y a su patrimonio. Si hubiera alborotadores en nuestro territorio, vendrían del exterior”.

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  Traducción de Miguel López.

Aquí puedes leer el texto original en francés:  

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