La guerra santa que los soldados sionistas ultrarreligiosos libran en Gaza y en las redes sociales

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Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

El conflicto en las ruinas de la Franja de Gaza es una guerra extraña en la que los soldados filman el campo de batalla, se filman a sí mismos con sus compañeros y cuelgan los vídeos en las redes sociales. 

Estos cientos, miles de secuencias cortas ofrecen un retrato inquietante, incluso bochornoso, del ejército israelí. Porque los soldados que vemos −siempre hombres− están imbuidos del mismo mesianismo que el del enemigo al que han venido a combatir.

Tanto es así que, como muestran las imágenes fijas, se utilizan los mismos códigos: pájaros alzando el vuelo, menorás, fuego, poder. Recuerdan a la iconografía de Hezbolá celebrando sus "victorias". En una de ellas, una tarjeta de felicitación de nuevo año, curiosamente, un hombre reza con las palmas hacia arriba, como hacen los musulmanes, con la majestuosa mezquita de la Cúpula de la Roca como telón de fondo. Es como si el autor se hubiera apropiado de una imagen producida por Hamás o Hezbolá. 

Eyal Sivan es un director y productor de izquierdas conocido por su compromiso por un Estado binacional. Ha realizado numerosos documentales sobre memorias y realidades israelíes y palestinas. Su serie Route 181. Fragments d'un voyage en Palestine Israël (2004), realizada con el cineasta palestino Michel Khleifi, comienza en los kibutz del sur de Israel, cerca de la Franja de Gaza, los mismos que fueron blanco de los atentados de Hamás el 7 de octubre. Para Mediapart, explicó algunos de los vídeos colgados en Telegram. 

Frente a un edificio que ha quedado reducido a escombros, en un altar improvisado se coloca verticalmente un rollo de la Torá. Delante del altar se ve unos soldados de uniforme que entonan una salmodia. Más adelante en el vídeo, otro, que parece no participar en la ceremonia, saluda a la cámara.

“Se trata de una bendición antes de guardar el rollo de la Torá en un lugar que será consagrado como sinagoga", prosigue Eyal Sivan. “Evidentemente, lo hacen en un edificio palestino, muy probablemente habitado por musulmanes antes de la guerra. Es una forma de colonización. Los soldados, aquí también sionistas religiosos, proclaman: ‘Este lugar es nuestro’. Nunca habíamos visto este tipo de vídeo antes de este conflicto. Es algo inédito.” 

Estos vídeos, grabados y difundidos de forma no oficial, no han provocado ninguna reacción negativa por parte del Estado Mayor. “Incluso empiezan a emitirse en la televisión israelí como parte del ambiente que reina entre los soldados de Gaza", afirma Eyal Sivan. “Eso indica cierta normalidad: no parece chocante ni inapropiado que los soldados del ejército del Estado de Israel bendigan rollos de la Torá y transformen las casas de los palestinos en sinagogas...". 

Oraciones y sermones en el campo de batalla

¿Qué ha pasado entonces en el ejército israelí, el ejército que el fundador del Estado, David Ben-Gurion, quiso que estuviera entregado al Estado, sin vínculos con las autoridades religiosas ni con los partidos políticos, leal al gobierno y al Estado Mayor? 

Ese ejército, desde las primeras décadas del Estado hebreo, ha ido evolucionando con el país. El peso de los religiosos, en particular el de los colonos ideológicos conocidos como nacionalistas religiosos o sionistas religiosos, ha aumentado en la política israelí, y lo mismo ocurre con las fuerzas armadas

Aunque se afirmaba que los judíos religiosos rechazaban el servicio militar para estudiar la Torá, ahora se invoca a la religión y a Dios a cada paso en las ruinas de la Franja de Gaza. 

En los breves vídeos grabados por los soldados, hay numerosos sermones religiosos dirigidos a las tropas. No son necesariamente pronunciados por oficiales, sino que se hacen ante sus propios ojos.

En uno, un soldado con la gran kipá de punto de los colonos sionistas religiosos bendice a sus compañeros antes de entrar en combate: "Todos somos soldados sagrados". 

Por la noche, en el centro de un gran círculo formado por sus compañeros, otro militar lanza un sermón exaltado en el que se repiten a coro ciertas frases, traducidas por Eyal Sivan: "En esta guerra, vamos a ganar porque Nuestro Padre del Cielo nos protege [...], miramos a Nuestro Padre que nos protege, Dios es rey, gobierna por la eternidad, No hay nadie más que Él”. Y todos corean: "¡Victoria, victoria, victoria!” 

“Es sorprendente", dice Eyal Sivan. “Es una mezcla que vemos a menudo, combinando oraciones normalmente silenciosas y llamamientos a la guerra santa. No es el ritual habitual del ejército israelí.” 

La religión empezó a hacerse un lugar en el ejército después de 1982 con la invasión del Líbano. En un artículo titulado "Ejército israelí: ¿al servicio de Dios o del Estado?", publicado en 2021 en la revista Confluences Méditerranée, René Backmann, conocedor de la región y colaborador habitual de Mediapart, cita a Yagil Levy, sociólogo israelí especializado en temas militares: "Ante la escasez de personal y la afluencia masiva de reclutas de clase media que tenían otros sueños que el de luchar, el Estado Mayor intentó atraer a jóvenes religiosos. Aumentó el número de acuerdos con los rabinos y adoptó disposiciones especiales para facilitar el alistamiento de religiosos practicantes". 

Academias militares y religiosas

Esto llevó a la creación de las hesder yeshiva, academias religiosas que permiten a los reclutas cursar paralelamente estudios talmúdicos, entrenamiento militar y servicio activo durante cinco años. La primera, la escuela Bnei David, se abrió en 1988 en el asentamiento de Eli, en pleno corazón de Cisjordania, entre Jerusalén y Nablús. Hoy sigue siendo la más conocida. En su palmarés de las mejores yeshiva, la web de derechas kipa.co.il le otorga un lugar de excelencia. Afirma que desde su creación ha formado a unos 2.000 jóvenes, la mayoría de los cuales sirven en unidades de élite o de combate, o en sus respectivas reservas, y que el 40% de los reclutas se convierten en oficiales. 

La segunda hesder yeshiva de la lista de kipa.co.il es especialmente interesante: se trata de la de Atsmona, que debe su nombre a uno de los asentamientos de la Franja de Gaza evacuados en 2005 por decisión de Ariel Sharon. Ha sido reubicada en Haluza, no lejos de Gaza, cerca de la frontera egipcia. También ahí, la mayoría de los 250 alumnos que siguen un curso de dos años que combina religión y formación militar se presentan para escalar a puestos de mando

La evacuación de los asentamientos de la Franja de Gaza en el verano de 2005 fue una experiencia traumática para los colonos ideológicos, la derecha y la extrema derecha. Hoy, su consigna es un inequívoco "nos vamos a casa", como se demostró en la concentración del domingo 28 de enero, donde se vio a ministros del gobierno de Netanyahu bailando. 

En el campo de batalla, como mostró Le Monde en vídeo, los soldados vestían ropas naranjas y engalanaban sus vehículos blindados con pancartas del mismo color, que simbolizaban la negativa de los colonos de Gush Katif a abandonar la Franja de Gaza. 

Hoy en día, hay muchos sionistas religiosos en los puestos más altos del ejército. A lo largo de los años, han ido ascendiendo en el escalafón. Citado por René Backmann, Yagil Levy señalaba ya en 2012: "De las 29 escuelas de formación militar actualmente en funcionamiento, 16 son religiosas, 8 mixtas y 5 laicas. En la Academia de Infantería, el porcentaje de oficiales religiosos ha pasado del 2,5% a mediados de la década de 1990 a más del 25% a mediados de la década de 2000, y casi el 10% de las funciones de combate son desempeñadas ahora por personas procedentes de una hesder yeshiva. Según mis cálculos, en 2011, un tercio de los reservistas, oficiales y soldados, procedían de Cisjordania, lo que significa que eran colonos.” 

Un ejército dividido

“El ejército está dividido en dos", afirma Shir Hever, economista y coordinador de la campaña BDS (boicot, desinversión y sanciones) contra Israel. “Por un lado, están los servicios de inteligencia, los drones y la fuerza aérea, que son los que más utilizan herramientas de alta tecnología. Por otro, las fuerzas de infantería y blindadas. Aquí se encuentran muchos soldados religiosos, partidarios de Netanyahu, Ben Gvir [ministro de Seguridad Nacional, de extrema derecha] y Smotrich [ministro de Finanzas, también de extrema derecha]. Son los que mantienen la ocupación y vigilan los puestos de control en Cisjordania.” 

Netanyahu sabe lo que hace: el 30 de enero visitó la academia militar Bnei David, en el asentamiento de Eli. Él sabe que los rabinos y los alumnos de estas hesder yeshiva no le perdonarían establecer un nuevo alto el fuego con Hamás, ni siquiera para liberar a los rehenes que siguen retenidos en el enclave palestino. 

Para ellos, la identificación de los palestinos con el bíblico Amalek, el enemigo jurado de los hebreos, es lo que cuenta. El primer ministro lo invocó para animar a las fuerzas israelíes en su ofensiva terrestre de finales de octubre: "Debéis recordar lo que Amalek os hizo". 

En vídeos publicados en Telegram, se puede ver a los soldados cantando en círculos, cogidos por los hombros. Algunos sostienen sus fusiles de asalto, otros llevan grandes kipás de punto, pero la mayoría lleva la cabeza descubierta. "Vamos a arrancarle la cabeza a Hezbolá, y en Gaza vamos a acabar con la semilla de Amalek, porque no hay inocentes", proclaman.

 “Este vídeo fue citado por Sudáfrica en el tribunal de La Haya", explica Eyal Sivan. “Demuestra que los soldados, los que luchan, repiten los discursos de los políticos. También muestra hasta qué punto el imaginario religioso ha penetrado en el ejército. Incluso los que no llevan kipá lo aceptan". 

Algunas unidades están formadas íntegramente por sionistas religiosos. Es el caso de la brigada Kfir, formada en 2005, habitualmente con base en Cisjordania y desplegada por primera vez en la Franja de Gaza durante la guerra actual. En ella está integrado el batallón Netzah Yehuda, creado en 1999 y apodado "batallón haredi" por los judíos religiosos "temerosos de Dios". 

Ambas unidades tienen un historial probado y frecuente de violencia contra los palestinos, que generalmente queda impune, al igual que los actos, violencia y comportamientos que no se ajustan a las normas del ejército israelí, pero que están documentados por los propios soldados y a la vista de todos. 

Divisiones a la vista

"Hoy en día hay dos tipos de soldados. Los veteranos, que han sido llamados a filas y aún conservan el sentido de la disciplina, y los otros, que hacen lo que les da la gana", continúa Shir Hever. “Para éstos, la Franja de Gaza es un patio de recreo. Hacen lo que quieren, como saquear, por ejemplo. O matar a civiles que no suponen ninguna amenaza.” 

Yagil Levy ve ahí un desafío a un Estado Mayor considerado demasiado pusilánime. Hay en estos actos, por parte de militares sionistas religiosos de todos los rangos, una forma de desobediencia y un deseo de imponer su ley a los más altos mandos militares y políticos

"Lo más preocupante es el desmoronamiento de la jerarquía del ejército. El Jefe del Estado Mayor oye las llamadas a la venganza, ve el quebranto de la disciplina, la actitud despectiva hacia las reglas de enfrentamiento, pero no hace casi nada. El terror de la derecha le ha caído encima", escribe este sociólogo en un artículo publicado el 22 de enero en el diario Haaretz, concluyendo que "es posible que el ejército israelí se aproveche de la pasión de los soldados y de sus mandos para inculcarles un espíritu de lucha, pero después de la guerra tendrá que hacer un esfuerzo para rehabilitar a las fuerzas terrestres antes de que algunas se conviertan en bandas". 

Frente a estos ataques, la derecha y la extrema derecha de la sociedad israelí insisten en el patriotismo de los reclutas sionistas religiosos. 

Entre los soldados muertos en la Franja de Gaza desde la ofensiva terrestre lanzada el 27 de octubre, el 40% son religiosos, señalan los comentaristas de publicaciones de derechas como Makorrishon. Les gusta señalar que el porcentaje de soldados religiosos muertos en combate es mucho mayor que su presencia en el conjunto de la sociedad, el 12% de la población. Uno de los autores afirma que los colonos representan el 20% de las bajas del ejército israelí en la Franja de Gaza, lo que supone "cuatro veces la proporción de los residentes de Yosh ["Yehuda ve Shomron", Judea y Samaria, el nombre israelí de Cisjordania] en la población israelí”. El objetivo es demostrar que los sionistas religiosos, y en particular los colonos, sienten de corazón el interés nacional y deben ser considerados como patriotas y no como partidarios de un "sector mesiánico, racista y fascista". 

Reaparece implícitamente con más fuerza la división entre los dos Israel. El que llevó al poder a Itamar Ben Gvir y Bezazel Smotrich y mantiene en él desde hace años a Benjamin Netanyahu, y el de las grandes manifestaciones contra el primer ministro durante la primera parte de 2023. 

El trauma y el horror de los atentados del 7 de octubre ha unido a ambos, al menos por el momento. Pero en las ruinas de Gaza, lo que libran los soldados religiosos sionistas es realmente una guerra santa.

 

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Pedimos una entrevista a Yagil Levy, a quien citamos varias veces en este artículo. Se negó, indicando que "no podía en este momento" y que no podría hacerlo en un futuro próximo.

 

Traducción de Miguel López

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