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La lucha contra las minas de carbón en Alemania

Activistas de la organización Ende Gelände bloquean la mina de carbón en Welzow, Alemania, durante una protesta en 2016

Jade Lindgaard (Mediapart)

Se ha criticado tanto en Francia el abandono alemán de la energía nuclear, que casi se han olvidado que el Estado europeo más poblado también va a abandonar el uso del carbón. Esto está relacionado con el Acuerdo de París sobre el clima y es coherente con sus decisiones anteriores: en 2010, el Gobierno de Alemania se fijó la meta de reducir del 95% al 80% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2050 (respecto a 1990), y, en 2013, el acuerdo de coalición entre el CDU-CSU y el SPD confirmó este horizonte. En 2015, el ejecutivo se comprometió a clausular 2,7 gigavatios (GW) de las centrales de lignito, es decir, el 13% del parque instalado hasta 2020.

Las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita en Alemania (11,2 toneladas) son superiores a la media europea y francesa (ocho toneladas). Esto se debe principalmente al carbón, que todavía produce allí el 40% de la electricidad. El cese de funcionamiento de las plantas nucleares germanas no se traduce en un aumento del uso del carbón: son las energías renovables las que tomarán el relevo, convertidas ya en 2014 en la primera fuente de electricidad del país. Pero el desplome de los precios del carbón, debido al fuerte aumento de la oferta de Estados Unidos tras el boom del uso del gas de lutita (que se extrae a través del fracking), lo convierte en una energía contaminante muy competitiva, mucho más que el gas. Como el mercado europeo del carbón no puede elevar el precio del CO2, las centrales de carbón han vuelto a ser muy rentables. De ahí, la importancia que mantiene el sector en el modelo industrial alemán.

Alemania produce mucha más electricidad de la que consume: en 2015, exportó 52 teravatios hora (TWh), lo que representa casi el 9% de toda su demanda interna. Principalmente, exporta a Austria, Países Bajos y Francia, según apunta Vincent Boulanger en su libro La transición energética: cómo lo hace Alemania (Veblen/Petit Matins).

En noviembre del 2016, el gobierno de Angela Merkel presentó un plan de acción climática. El ejecutivo tiene previsto introducir en 2018 una comisión sobre "el crecimiento, las transformaciones estructurales y el desarrollo regional" que deberá estudiar las condiciones del fin de la explotación de las minas y de las centrales de carbón del país. El objetivo oficial es alcanzar la neutralidad de los gases de efecto invernadero en 2050 –cero emisiones netas–. Las emisiones de CO2 del sector energético deberían bajar un 60% en 2030 con respecto a 1990. "En el futuro, las energías renovables y la eficiencia energética será la referencia para las inversiones", declara el gobierno. Berlín ya decidió no perforar más carbón (que continúa importando). Sin embargo, el objetivo de finalizar la producción de energía a base de carbón no figura como tal en el plan gubernamental. En noviembre de 2015, se abandonó el proyecto de contribución al clima dirigido por el ex ministro de Economía, Sigmar Gabriel.

Para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, Alemania debe abandonar el carbón, así lo determinan los expertos del instituto Öko, centro famoso por sus investigaciones sobre energía. Son ellos quienes, desde los años 80, acuñaron el término "Energiewende" ("cambio de modelo energético"), convertida en símbolo de la estrategia alemana para abandonar la energía nuclear anunciada en 2011. Se calcula que para cumplir con sus compromisos climáticos, Alemania no puede emitir más de 10.000 millones de toneladas de CO2 adicional. El sector eléctrico debe rechazar más de cuatro mil millones de toneladas de dióxido de carbono. Estos expertos recomiendan cerrar las centrales activas desde hace más de treinta años a partir de 2019. Y en 2035, la producción de electricidad a partir de lignito y de hulla, particularmente contaminantes, debe ser reemplazada por instalaciones con bajas emisiones de CO2. Para lograrlo, se recomiendan medidas de regulación como el aumento de los precios de CO2 o la contractualización con los operadores de las centrales.

Para Philipp Litz, investigador de Agora Energiewende (un think tank especializado en la transición energética), "las energías renovables están más altas en el combinado energético de lo que estaba previsto hace algunos años. Alemania está en una posición de sobreproducción, porque las energías renovables han aumentado del 10% a un tercio de la producción eléctrica en tan solo diez o quince años, y también porque, en paralelo, la demanda se redujo, sobre todo por las reglas más estrictas por la eficiencia energética. Esto crea un gran potencial para producir menos electricidad a partir del lignito y de la hulla, y saliendo de la nuclear". El sector eléctrico emite el 37% de los gases de efecto invernadero de todo el país: es, de lejos, la actividad más contaminante. Las centrales de carbón representan, por ellas solas, el 80% de todas estas emisiones.

"La mayor fuente de CO2 de Europa"

Para acelerar la salida del carbón, desde el 24 de agosto varios miles de militantes se reunen en la región de Renania para bloquear minas de lignito a cielo abierto explotadas por RWE. Por tercer año consecutivo, el movimiento de desobediencia civil Ende Gelände se opone a la industria minera. "Señalamos a estas minas porque son la mayor fuente de CO2 de Europa", asegura Janna Aljets, portavoz del movimiento, que también explica que "exigimos el cese inmediato del uso del carbón. El cambio climático no es un tema abstracto. Está causado por actividades reales en lugares específicos". En 2016, cerca de 4.000 personas estuvieron en el campamento del clima en Lusacia. Este año, una segunda semana de acciones se llevará a cabo en noviembre durante  la COP23, la próxima cumbre del clima, que se celebrará en Bonn, sede de la Convención del Clima de la ONU. Ende Gelände es, hasta la fecha, el mayor movimiento de desobediencia civil contra el cambio climático en Europa.

"No hay voluntad política real para que Alemania abandone hoy el carbón. En la historia, los cambios sociales se ganaron porque las personas usan sus cuerpos para impedir situaciones injustas. En tres años, hemos sido testigos del nacimiento de los comités locales de Ende Gelände en todo el país. Nuestro objetivo es hacer que el fin de la producción de electricidad con carbón sea un tema político importante", admite esta militante.

Para Philipp Litz, de Agora Energiewemde, "el cese inmediato del uso del carbón y, además, la salida de la energía nuclear no es posible de inmediato. Pero es muy posible producir mucha menos electricidad a partir del carbón: hay que cerrar las instalaciones más antiguas y reformar el mercado europeo del carbón con el objetivo de subir los precios del CO2". Para lograrlo, su centro desarrolló once principios para un consenso sobre el carbón: una salida legalmente vinculante del carbón en 2040, la no construcción de nuevas instalaciones, una interrupción de desplazamientos de población vinculados a la extensión de las minas a cielo abierto o la creación de un fondo de cambio de 250 millones para las tres principales regiones mineras.

En 2014, el sector del carbón empleaba a 33.500 personas en Alemania, contra los 371.400 empleos de las energías renovables (la mitad en empleos directos). Las principales cuencas de explotación de lignito se encuentran en Renania del Norte-Westfalia, en la Baja Sajonia, en el centro del país cerca de Leipzig, y al este, en Lusacia, cerca de la frontera polaca.

Los Verdes han pedido la salida del carbón en 2030. Ni el SPD ni Die Linke han puesto una fecha para lograr este cese. Aunque los partidos nacionales de izquierda y los ecologistas aceptan el principio del fin del carbón, las posiciones de los cargos locales son más complejas. El campamento del clima y las acciones de bloqueo anunciadas por Ende Gelände en 2017 se sitúan cerca de Colonia, en Renania del Norte-Westfalia. Esta región, gobernada entonces por una coalición del SPD con Los Verdes, fue una de las primeras en aprobar una ley para la protección del clima en enero de 2013. Pero este Estado federado también es la mayor productora de electricidad del país y responsable de un tercio de todas las emisiones de CO2 de Alemania, explica Vincent Boulanger en su libro.

El abandono del carbón como fuente de electricidad es un tema ausente en la campaña electoral de Alemania para los comicios legislativos. Tal y como pasó en Francia en 2017, la cuestión del cambio climático se ve ensombrecido por el terrorismo, el empleo y los refugiados. ___________________________________________

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Traducido por: Alba Precedo

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