Un matemático ruso, objetivo de la maquinaria de eliminación de opositores al régimen de Putin

Antoine Perraud (Mediapart)

Nada mejor que el caso del matemático ruso Azat Miftajov para entender el desquiciado movimiento del régimen de Putin. Este joven y brillante investigador de origen tártaro, estudiante de la Universidad Estatal Lomonossov de Moscú, opositor declarado con vena libertaria, fue detenido en febrero de 2019 y condenado en enero de 2021 a probar la cárcel. Todo por "vandalismo".

Azat Miftajov fue acusado inicialmente, tras su detención, de fabricar explosivos. Tras una primera sesión de tortura, no confiesó, ninguna prueba justificó su detención y fue puesto en libertad. Inmediatamente después fue detenido cuando salía de la comisaría, mediante una técnica de probada eficacia practicada por las fuerzas represivas rusas: el "carrusel", que consiste en que aparezca de repente otra acusación.

Así, Miftajov fue acusado de haber roto, hace un año, la ventana de un local del partido político dominante en el Ejecutivo, Rusia Unida. Se organiza un juicio amañado, basado en la denuncia de un testigo secreto. 

 El testigo secreto es típico de las artes desplegadas por las autoridades rusas para salvar las apariencias legales, para desviar ciertos procedimientos en su provecho vaciándolos de su significado. Al principio, como en Italia, para proteger a los ciudadanos que declaraban contra la mafia, la figura del testigo secreto ofrecía garantías a los débiles frente a los fuertes. Ahora, bajo el régimen de Putin y el FSB (ФСБ, sucesor del KGB, ndt), es una herramienta de los fuertes para aplastar a los débiles.

Así, en el juicio de Miftajov, que tuvo lugar de julio a diciembre de 2020, un acusador anónimo testificó contra él. Afirmó haberle reconocido por sus "expresivas cejas", más de un año después de los hechos y cuando se suponía que Azat estaba enmascarado. Eso no se sostiene. Dicho de otra manera, es totalmente inventado.

Sus co-acusados, que admiten haber participado en la acción contra el local de Rusia Unida, exculpan a Azat diciendo que él no participó en la operación. El propio Azat lo niega, incluso después de una serie de palizas y sesiones de tortura con un destornillador eléctrico.

Pero el FSB odia cualquier resistencia e incluso la negación, que suenan como insoportables desmentidos de su omnipotencia. Entonces montan una férrea verdad alternativa: el matemático estaba presente en el lugar de los hechos, presenció el acto vandálico y es por tanto culpable. Y como tiene la osadía de negarlo, es aún más culpable que los que llevaron a cabo el acto pero que tuvieron el buen gusto de confesar el delito.

La comunidad científica mundial se ha movilizado, pero no se ha conseguido nada: el FSB ha convertido a Azat Miftajov en un símbolo a destruir. Servirá de ejemplo. Nadie se va de rositas si se rebela contra los servicios secretos, maestros en trabajos finos en todas las rusias.

¿No existe el riesgo de que las protestas vuelvan aún más a los verdugos contra su víctima, que tiene el descaro de que se hable así de ella? El matemático Michel Broué, veterano de la defensa de sus pares soviéticos, luego rusos, desde el asunto Pliushtch e incluso antes, declaró a Mediapart: "Cuanto más se dan a conocer estos casos a la opinión pública, menos probabilidades hay de que sean duramente reprimidos. Siempre se ha confirmado".

Sin embargo, aunque Miftajov puede ser puesto en libertad en septiembre, el FSB ya está preparando un expediente para meterle en una celda, probablemente durante ocho años y medio. Esa es la curiosa calificación de las sanciones que inunda, desde la invasión de Ucrania, las mentes materialistas que quedan en Rusia.

¿Cómo se puede implicar aún más a este universitario? Pasándolo de la categoría de "hooligan" a la de "terrorista". Hay dos posibles vías para la represión, en parte imaginarias pero endiabladamente eficaces. Se trata de dos movimientos anarquistas: Autodefensa Popular y La Red. El objetivo del FSB es vincular al matemático encarcelado con ambos, ponerle dos piedras en el cuello.

Dos libertarios rusos, cada uno vinculado a uno de estos expedientes e interrogados por el FSB, han conseguido asilo político en Francia y han aceptado declarar para Mediapart.

Svetoslav Rechkalov, de 33 años, anarquista desde los 17, trabajaba como cocinero en su país natal. Como miembro de Autodefensa Popular (una rama de varias escisiones de la galaxia anarquista), participó en acciones políticas en tres direcciones: la creación de medios de comunicación alternativos; manifestaciones callejeras en la medida de lo posible; y la defensa de los trabajadores con operaciones de choque que consistían en organizar bloqueos a empresas, oficinas o cafeterías que explotaban a su personal –salarios impagados, despidos ilegales, etc.  

A medida que se acercaba 2018, marcado por las elecciones presidenciales y el Mundial de fútbol en Rusia, el Kremlin se obsesionó con la seguridad.

Cuando le preguntas si con ello no estaba sustituyendo al Estado protector, Rechkalov te lanza una mirada apesadumbrada: "El Estado nunca es protector. Intentábamos introducir la democracia directa: solidaridad, horizontalidad, entre tanta explotación y verticalidad.”

Eso fue suficiente para convertirse en objetivo: "A medida que se acercaba 2018, marcado por las elecciones presidenciales y el Mundial de fútbol en Rusia, el Kremlin se obsesionó con la seguridad. El FSB tenía las manos libres. Y la etiqueta de 'terrorista', que inicialmente se había usado con los chechenos, pasó a incluir a todos los opositores en general y a los anarquistas en particular. Sobre todo porque intentábamos unir a aquellos a los que este Estado mafioso está atomizando.”

Así pues, Svetoslav Rechkalov fue detenido y llevado en una furgoneta "a dar una vuelta por la ciudad". Con cinta adhesiva en los ojos y una bolsa en la cabeza, le dan una paliza, causándole un dolor atroz. Le bajan los pantalones y van a electrocutarle los genitales si no habla. Hablará. ¿Qué debe confesar? ¿Que es el líder de Autodefensa Popular? Lo admite, no es verdad, pero así evita lo peor. Sus torturadores le prometen "una vuelta por el bosque" la próxima vez.

No habrá próxima vez. Bajo arresto domiciliario, Svetoslav consigue escapar y ser rescatado del otro lado de la frontera. Aún hoy, en Francia, recibe amenazas del FSB. Pero tiene que dar a conocer la falsedad del expediente relativo a este grupo "terrorista", del que se ha convertido en líder ficticio al ser preguntado. Y en el que el Kremlin quiere implicar al matemático Azat Miftajov, para enviarlo a pudrirse en algún calabozo.

La Red

Igor Chichkine también pudo escapar de Rusia, gracias a complicidades externas. Pertenece a la Red Fantasmagórica. Se trataba de un pequeño grupo de idealistas un poco chiflados que entrenaban en el bosque con réplicas de armas de fuego que disparan canicas. Estos entusiastas del airsoft se extendían por Moscú, San Petersburgo, Penza y Bielorrusia. Esperaban pasar a la acción cuando Rusia, después de Ucrania, viviera su revolución del Maidán.

Al FSB no le costó mucho ver en estos valientes sobreexcitados a la Red que amenazaba con socavar el Estado. El drama de Igor Shishkin es que fue detenido pocos meses después de Svetoslav Rechkalov. El matemático Azat Miftajov ya estaba en manos del servicio secreto, para quienes era un quebradero de cabeza porque no terminaba de confesar. Por lo tanto, era necesario encontrar testigos para la acusación, capaces de convertirle en un peligro público para los campos.

Para eso se utilizó a Igor Chichkine, en contra de su voluntad. Por su parte, experimentó el "paseo por el bosque", el cuerpo atado en una posición insoportable, las manos a la espalda, la cabeza hacia atrás. La tortura comenzó con la pistola eléctrica (taser). Siguieron otros instrumentos, que él compara con "un organillo de dolor". 

Igor se niega a conceder a los agentes del FSB la categoría de seres humanos: "Se seleccionan para que sólo queden los más sádicos, incapaces de la más mínima compasión. Si fingen sentir lástima, sabes que es una trampa o que están riéndose de ti".

Cuando estos brutos no estaban ocupados ensangrentando su pobre rostro deformado, amenazaban con violar a su mujer, y así todo... Los verdugos a sueldo del Kremlin pegaban tan fuerte que visitabas todos los hospitales de San Petersburgo.

A veces, un médico valiente pedía que el torturado quedara ingresado para curarle, pero los torturadores se lo llevaban. Lo único que necesitaban era un certificado que dijera: "Vivirá". Y eso era para poder reservarlo para después y poder cumplir su tarea, y así estaban cubiertos.

Al final, Igor Shishkin tuvo que firmar una confesión. Y esta vez se trataba de implicar a Azat Miftajov cargando su expediente con delitos imaginarios. Igor lo hizo y ahora se siente avergonzado. Acepta hablar para que el calvario del sufrido matemático no tenga algún imprevisto monstruoso. "¿Por qué quieren matarle?", se pregunta sin tener respuesta.

Este asunto atroz e irracional aparece como una alegoría de la carrera hacia el abismo de las autoridades rusas, totalmente perdidas para la inteligencia. Crean un enemigo quimérico e insisten, con toda irrealidad, en hacérselo pagar. El matemático anarquista, al igual que Ucrania, declarada nazi, debe pagar con su vida su delito inexistente, que un poder sin sentido intenta hacer tangible.

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El matemático Michel Broué, citado en el artículo, fue también presidente de la sociedad de amigos de Mediapart.

Traducción de Miguel López

 Aquí puedes leer el texto completo en francés:

Nada mejor que el caso del matemático ruso Azat Miftajov para entender el desquiciado movimiento del régimen de Putin. Este joven y brillante investigador de origen tártaro, estudiante de la Universidad Estatal Lomonossov de Moscú, opositor declarado con vena libertaria, fue detenido en febrero de 2019 y condenado en enero de 2021 a probar la cárcel. Todo por "vandalismo".

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