El naufragio del mar Jónico destapa las vergüenzas de las políticas migratorias de Grecia y la UE

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Elisa Perrigueur (Mediapart)

La noche del 13 al 14 de junio se produjo en el mar Jónico, al oeste del Peloponeso, el que podría ser el peor naufragio en el Mediterráneo de personas refugiadas desde hace décadas. Un pesquero que transportaba hasta 700 pasajeros procedentes de Siria, Egipto y Pakistán, según el centenar de supervivientes rescatados, se hundió a 47 millas náuticas (76 kilómetros) de la ciudad turística griega de Pilos. Seis días después de la tragedia, se han recuperado al menos 78 cadáveres y cientos de personas han desaparecido en el mar.

Siguen sin respuesta muchas preguntas. El Tribunal Supremo griego ha abierto una investigación sobre las circunstancias de la tragedia. Según Atenas, el barco zarpó de Libia y se dirigía a Italia. El grupo Alarm Phone, una ONG que recibe llamadas de emigrantes en peligro, alertó a las autoridades de la situación de riesgo de la embarcación, que fue avistada por la agencia europea Frontex y los guardacostas griegos. Pero los guardacostas griegos aseguraron en un primer momento que los migrantes "no querían" ser rescatados y que avanzaban "con seguridad" hacia Italia.

El ministro griego de Inmigración intentó exculpar a los guardacostas, diciendo que no podían intervenir fuera de sus aguas territoriales. Pero rescatar un barco en peligro es una obligación según el derecho internacional del mar. Se ha procedido a la detención, ampliamente difundida, de nueve presuntos contrabandistas presentes a bordo, señalados por las autoridades como culpables del naufragio. Otras diez personas fueron detenidas también en Pakistán el domingo 18 de junio.

Sin embargo, el barco permaneció inmóvil durante horas el 13 de junio, según reveló la BBC, con imágenes que lo respaldan, lo que contradice a los guardacostas, que el lunes 19 de junio aún mantenían que el barco estaba navegando. Nadie pudo socorrer a los pasajeros, hacinados y sin chalecos salvavidas. Peor aún, algunos supervivientes afirman que la embarcación zozobró cuando era arrastrada por los guardacostas, que supuestamente intentaron dirigirla hacia Italia.

De ser cierto, este intento por parte de un país de la Unión Europea de "desviar" ilegalmente a los refugiados en el mar hacia otro Estado miembro de la UE sería algo inédito. Grecia ya ha sido acusada de seguir una estrategia de "devolución" con zodiacs que transportan exiliados a Turquía frente a su costa oriental.

En los últimos meses, refugiados, ONG y medios de comunicación han documentado esas devoluciones, intensificadas desde la vuelta al poder en 2019 del partido derechista Nueva Democracia. Las autoridades niegan que estas acciones formen parte de una estrategia para fortificar la frontera con la vecina Turquía, rival de Grecia.

Dos visiones de la política migratoria en Grecia

Como novedad, miles de personas se manifestaron el jueves 15 de junio en Atenas con pancartas en las que se podía leer: "Han convertido el Mediterráneo en un cementerio líquido". Hasta ahora, los activistas pro migrantes que denunciaban las prácticas ilegales del gobierno lo hacían en medio de la indiferencia de los medios de comunicación.

El naufragio se ha producido en pleno periodo electoral: el domingo 25 de junio se celebran nuevas elecciones legislativas. Nueva Democracia obtuvo el 40,79% de los votos en las elecciones de mayo, muy por delante de la izquierda de Syriza (20%). Sin mayoría absoluta, el partido descartó formar una coalición, de ahí la repetición de elecciones.

La tragedia ha permitido a la oposición atacar a la mayoría de derechas. El partido comunista KKE criticó "la política de intensificación de la represión con Frontex (...) que alimenta las actividades de los traficantes y empuja a las personas desarraigadas a viajes terribles". El líder del partido anticapitalista MeRA25, el ex ministro Yánis Varoufakis, cuestionó "el silencio cada vez más culpable de las autoridades griegas". La ultraderechista Solución Griega culpa a Europa y quiere, sin inmutarse, "que se cierren todas las ONG".

En los debates, lo que está aumentando es sobre todo la polémica en torno al salvamento. Los líderes de Syriza y Nueva Democracia se enzarzan en una batalla mediática. Alexis Tsipras y Kyriakos Mitsotakis tienen opiniones divergentes sobre la política migratoria del país, que ha sido durante décadas un punto de entrada a la UE para los refugiados.

Como criticó Alexis Tsipras la semana pasada, "¿es suficiente la respuesta del capitán del barco, cuando probablemente se trata de un traficante que obviamente se negará a ser rescatado porque sabe que si las autoridades intervienen, será detenido?". El capitán parece ser que rechazó la ayuda de los guardacostas.

"Los que nos señalan con el dedo son los que han convertido el país en un centro de tránsito y toleraron la tragedia, el infierno de Moria (campo de refugiados de Lesbos)", replicó el ex primer ministro Kyriakos Mitsotakis. De este modo, atacó la política de Syriza, aplicada al inicio de su mandato en 2015. El partido había abierto las fronteras a los refugiados, en su mayoría sirios, en un intento de obligar a la UE a abrir los ojos ante las llegadas a Grecia.

"En la opinión pública surgen dos visiones radicalmente distintas: una a favor de cerrar aún más las fronteras y otra a favor de tratar el problema con humanidad, que es lo que defendemos en Syriza", explica a Mediapart Alexis Charitsis, ex ministro del Interior y actual diputado de Syriza por Mesenia, un distrito del Peloponeso. "Mientras no cambien las políticas europeas, seguirán las tragedias. Hay que repartir la gestión de la política migratoria, ya que Italia y Grecia se encuentran solas gestionando este problema", repite.

Sin embargo, señala que hay "algo de esperanza": "Hubo solidaridad entre los griegos del Peloponeso (península predominantemente de derechas) tras el naufragio. Los habitantes llevaron alimentos y ayuda a los refugiados. Tenemos que aprovechar eso y no olvidar esa actitud” .

Nos quieren hacer creer que la migración la crean los traficantes, y no es así

¿Tendrá el naufragio algún efecto en la votación del domingo? Aris Spourdalakis, miembro de las juventudes de Syriza en Kalamata, la capital de Mesenia, lo duda. "Ya hemos visto naufragios en Grecia, aunque éste es mayor y ha conmovido a la opinión pública. Desde hace años, para una parte de la opinión pública, la vida de un refugiado no vale la de un griego", lamenta. Y cita como ejemplo que “en 2012, neonazis de Amanecer Dorado apuñalaron a afganos sin provocar reacción alguna. Fue necesario el trágico asesinato de un rapero griego (Pavlos Fyssas) para provocar su caída".

"No creemos que ningún partido pueda aportar realmente una solución a este fenómeno. Estamos decepcionados con Grecia y con la UE", afirma Kostas Tsoronis, químico especializado en la producción de aceite de oliva en el Peloponeso, entristecido por el naufragio.

Theodoros Zeis, abogado de refugiados desde hace décadas, señala también que "desgraciadamente, sigue siendo mayoritaria una corriente anti refugiados, aunque no podamos predecir cómo se va a votar".

"Nueva Democracia, que es una mezcla de derecha y extrema derecha, se exime de la responsabilidad de todas estas tragedias acusando sistemáticamente a los traficantes de personas. Quieren hacernos creer que la migración la crean los traficantes, y no es así", explica. “Para luchar eficazmente contra esas redes, hay que crear vías legales de inmigración para que los refugiados puedan solicitar asilo.”

El Mediterráneo y el naufragio moral

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Grecia parece lejos de tomar ese camino. Durante la primera campaña electoral, Kyriakos Mitsotakis anunció la extensión de un muro anti inmigrantes en su frontera terrestre con Turquía. Syriza, consciente de que parte de la población conservadora está a favor, declaró en marzo que "no se oponía" a esa barrera, aunque consideraba que no contribuiría a resolver "el problema migratorio". La UE, por su parte, no financia directamente el muro, pero guarda silencio.

 

Traducción de Miguel López

La noche del 13 al 14 de junio se produjo en el mar Jónico, al oeste del Peloponeso, el que podría ser el peor naufragio en el Mediterráneo de personas refugiadas desde hace décadas. Un pesquero que transportaba hasta 700 pasajeros procedentes de Siria, Egipto y Pakistán, según el centenar de supervivientes rescatados, se hundió a 47 millas náuticas (76 kilómetros) de la ciudad turística griega de Pilos. Seis días después de la tragedia, se han recuperado al menos 78 cadáveres y cientos de personas han desaparecido en el mar.

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