El reinado interminable de Putin en Rusia se confirma otra vez tras la farsa electoral

El presidente ruso, Vladimir Putin, asiste a un concierto que conmemora el décimo aniversario de la reunificación de Crimea con Rusia en la Plaza Roja de Moscú, Rusia, el 18 de marzo de 2024.

Estelle Levresse (Mediapart)

Ya se conocían de antemano los resultados de las elecciones presidenciales en Rusia, que se han celebrado desde el viernes 15 al domingo 17 de marzo. A sus 71 años, Vladimir Putin ha sido reelegido Presidente de la Federación Rusa para un quinto mandato. Este antiguo agente del KGB, aupado a la fama por su predecesor Boris Yeltsin en 1999, lleva veinticuatro años en el poder. ¿Cómo se explica semejante longevidad?

Desde un punto de vista formal, el amo del Kremlin, abogado de formación, ha demostrado ser muy imaginativo para mantenerse en el poder bajo una aparente forma de legalidad. Pero, ¿qué hay de su legitimidad? Con la guerra de Ucrania y el endurecimiento del régimen, la opacidad del sistema se ha acentuado aún más. Sin organizaciones independientes de sondeo o estudios sociológicos de campo, es imposible medir el nivel de apoyo público al presidente. Sin embargo, hay una serie de factores que explican la longevidad de Putin al frente de Rusia.

El contexto de su acceso al cargo presidencial, tras una década en 1990 marcada por el colapso de la URSS y las grandes dificultades económicas de la naciente Rusia, desempeña un papel importante. Nacido en 1952 en San Petersburgo, hijo de un obrero, Putin era director del FSB (Servicio Federal de Seguridad) cuando fue nombrado primer ministro por Boris Yeltsin en agosto de 1999. 

Menos de un año después, en mayo de 2000, fue elegido presidente. Desde el principio de su mandato, ese hombre entonces de 40 años, dinámico y atlético, prometió orden y estabilidad, un mensaje que sedujo a gran parte de la población que veía que sus condiciones de vida estaban empezando a  mejorar.

"En la década de 2000, la gente empezaba a vivir mejor que antes, podía permitirse viajar, comprar cosas y pasar el tiempo de forma interesante. Estaban ocupados con sus cosas, sin preocuparse de lo que ocurría a su alrededor", comenta la periodista rusa Kristina Safonova. Por desgracia, cuando prestaron atención, ya era muy tarde. Putin ya había construido una estructura muy sólida para proteger su poder. La mayoría de los rusos se encerraron entonces en sí mismos, creando una especie de burbuja: tienen un trabajo, una familia y viven con la ilusión de que todo va bien.

Las libertades se erosionan poco a poco

Según Vera Gantseva, profesora en el Instituto de Estudios Políticos de Paris que vive exiliada en Francia desde 2021, Vladimir Putin ha establecido su régimen autoritario con tanta astucia que la población no se ha dado cuenta de que está destruyendo la democracia. "Ha estado mordisqueando las libertades a pequeños trozos y al mismo tiempo montando un poderoso sistema de propaganda. Al principio ensalzaba el concepto de democracia soberana, luego su retórica se radicalizó y la represión aumentó". A lo largo de su carrera, el presidente se ha mostrado muy oportunista, añade la politóloga. "En particular, se dio cuenta rápidamente de que el pueblo ruso no se resistía al autoritarismo y estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa en nombre de la estabilidad y de una pequeña mejora en su nivel de vida".

En el año 2000, la Constitución rusa no permitía más de dos mandatos presidenciales consecutivos. Ningún problema. Tras sus primeros ocho años en el poder, Vladimir Putin pidió a su sucesor, Dmitri Medvedev, que le sustituyera en el cargo supremo y le nombrara primer ministro. "Esa elección presidencial se desarrollaba ya en condiciones muy poco democráticas, pero en aquel momento había dudas reales sobre sus intenciones", señala la especialista en Rusia Clémentine Fauconnier. 

En el invierno de 2011-2012, el anuncio de su regreso estuvo marcado por el descontento de una parte de la población y de las élites. Alexei Navalny, ya activo desde hacía varios años, irrumpió en la escena política lanzando una campaña de denuncia del fraude electoral. En aquel momento, Rusia vivía sus mayores manifestaciones desde el final de la URSS.

"¿Ha flaqueado el régimen? Yo no iría tan lejos", afirma Clémentine Fauconnier. “Pero era la primera vez que se veían grietas en el sistema, que la supuesta popularidad de Vladimir Putin no era completamente infinita e incondicional.” Menos de dos años después, superando todas las previsiones, el opositor Navalny, fallecido en prisión el pasado 16 de febrero, quedó segundo en las elecciones municipales de Moscú, con el 27% de los votos.

Un tercer mandato abiertamente represivo

"Según la interpretación geopolítica del Kremlin, las protestas a gran escala no están vinculadas al descontento popular y social, sino que seguramente están instrumentalizadas por Occidente. Esta visión dio lugar a la emblemática ley contra los agentes extranjeros, aprobada en 2012, que ofrece todo un abanico de medios administrativos para liquidar cualquier organización que moleste", añade Clémentine Fauconnier. “A partir de ese momento, entramos en lo que se ha denominado el "giro represivo conservador". 

El tercer mandato del líder del Kremlin parece aún más férreamente controlado y reaccionario. Se hace hincapié en los valores tradicionales y en las críticas al decadente Occidente, y la represión aumenta. Después de 2013, Navalny ya no pudo volver a presentarse a las elecciones. Sin embargo, gracias a sus equipos y a las organizaciones locales que cubren todo el país, conseguiría formar a toda una nueva generación de opositores e interesar a los jóvenes por la política.

"El Kremlin ha comprendido que es muy peligroso intentar innovar. Para evitar un periodo de caos e incertidumbre que podría derivarse del cambio, lo mejor es seguir basando el sistema en Vladimir Putin. Esa ha sido su gran fuerza en los últimos 25 años: ha conseguido imponerse como la única solución de seguridad", afirma la investigadora, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Alta Alsacia.

¿Cuánto tiempo más se dejará avasallar la asustada y desesperada población?

Anna Politkovskaya, periodista asesinada en 2006

Desde principios de la década de 2000, varios observadores y defensores de derechos humanos vienen advirtiendo de los excesos autoritarios del presidente ruso y del "sistema neosoviético" que estaba instaurando. Entre ellos se encontraba la periodista Anna Politkovskaya, cobardemente asesinada a los 48 años en el hueco de la escalera de su edificio de apartamentos en Moscú, el 7 de octubre de 2006, día del cumpleaños de Vladimir Putin. Fue la primera víctima de una larga lista de opositores rusos asesinados en los últimos veinticuatro años.

En las columnas del diario independiente Novaya Gazeta, ahora prohibido en Rusia, la periodista denunció sin descanso las acciones y mentiras del antiguo agente del KGB: elecciones amañadas, control de los canales de televisión, amordazamiento de la oposición, crímenes cometidos en Chechenia, zonas grises en la toma de rehenes en una escuela de Beslán el 1 de septiembre de 2004, donde murieron 317 personas, entre ellas 186 niños... "¿Cuánto tiempo más se dejará avasallar la asustada y desesperada población? se preguntaba ya la más firme opositora al Kremlin, criticando la apatía y el silencio del pueblo ruso.

Anna Politkóvskaya culpaba especialmente a la "dictadura de la ley" prometida por Putin a su llegada al Kremlin, que oficialmente pretende "acabar con la corrupción y restablecer el orden en el país". Para ella, se trata de un "método despiadado" de ejercer el poder. Es un análisis que resuena con fuerza hoy en día, cuando el sistema ha ido a más.

La "dictadura de la ley”

Gilles Favarel-Garrigues, investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales (Ceri/Sciences Po, París), vivió los últimos años de la Unión Soviética. Tras la fase de democratización de los años 90, como joven investigador fue testigo directo del ascenso al poder de Vladimir Putin en Rusia. En su reciente libro La Verticale de la peur (La vertical del miedo), analiza en profundidad el funcionamiento de esa "dictadura de la ley", que utiliza el derecho como arma orientando los procedimientos y las decisiones judiciales a favor de las autoridades. Esta herramienta, aún vigente, se ha convertido en uno de los pilares del sistema Putin. 

A partir de 2012, los procesos judiciales contra altos funcionarios (ministros, gobernadores regionales, etc.) comenzaron a multiplicarse. Muchos de ellos recibieron penas de prisión extremadamente duras. "Ese método de gobernar a través del miedo es muy eficaz. Permite intimidar a los opositores, mantener a raya a la sociedad civil, impedir que los periodistas hagan su trabajo, poner en jaque la investigación académica y garantizar la lealtad y la docilidad de las élites colocándolas en un estado de inseguridad permanente", explica Gilles Favarel-Garrigues.

En su opinión, el golpe abortado de Yevgeny Prigozhin, antiguo jefe del grupo paramilitar Wagner, en 2023, demostró la solidez del sistema. "El golpe buscaba provocar escisiones en el seno de la élite, pero ni una sola voz se atrevió el sábado 24 de junio a expresar comprensión hacia el agitador". El investigador señala también que nadie duda de que Prigozhin, que murió dos meses después en un accidente aéreo, fue asesinado. "La violencia extrajudicial también forma parte de la dominación política en Rusia", afirma.

En vísperas de la nueva coronación de Vladimir Putin, ¿qué podemos esperar de este quinto mandato? "Desde 2022, la invasión a gran escala de Ucrania ha ocupado todo el espacio. Seguiremos asistiendo a un endurecimiento político, económico y social muy importante en Rusia, que eclipsará cualquier otro proyecto", vaticina Clémentine Fauconnier. 

Putin arrolla con casi el 90% de los votos en unas elecciones hechas a su medida

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En un contexto de represión sin precedentes, donde cualquier voz crítica es encarcelada o forzada al exilio, el margen de maniobra de la oposición parece nulo. Desde el extranjero, Yulia Navalnaya pidió a Occidente que no reconozca los resultados de las elecciones del 17 de marzo en Rusia. El Parlamento Europeo, que responsabiliza a Putin del asesinato de Navalny, apoya a la viuda del líder opositor. "El sistema político ruso está controlado por un régimen autoritario que se apoya en la corrupción endémica, utiliza elecciones amañadas como simulacro de democracia y concentra todo el poder en manos de Vladimir Putin", escribieron los eurodiputados en una resolución el 29 de febrero.

En su libro On regardait ailleurs (Mirábamos para otro lado), publicado el pasado otoño por Belles Lettres, la periodista Kristina Safonova, de 30 años, ha dado voz a ciudadanos rusos de a pie opuestos a la guerra en Ucrania y al régimen de Putin. Entre ellos Olga, una gerente de Krasnodar: "Creo que Putin es un mal global. Y no es justo culpar a los rusos porque no pueden deshacerse de este mal global, del que ni la OTAN, ni la Unión Europea, ni Ucrania y su ejército están consiguiendo liberarse hoy en día. No tenemos la más mínima posibilidad de conseguirlo. Y no nos habíamos dado cuenta", afirma.

Traducción de Miguel López

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