La secesión silenciosa de los palestinos ciudadanos de Israel

Un hombre palestino y su hija caminan entre edificios destruidos por los ataques del Ejército de Israel contra la ciudad de Jan Yunis.

Joseph Confavreux (Mediapart)

Jaffa, Umm Al-Fahm (Israel) —

Abed vive en Jaffa, habla perfectamente hebreo e inglés, además de árabe, y era hasta ahora uno de los pocos concejales palestinos en el ayuntamiento que incluye Tel Aviv y Jaffa. Pero este licenciado en Ciencias Políticas, modelo de integración, ha decidido no volver a presentarse a las elecciones municipales de este año. Ni siquiera ha ido a votar. Y ha dejado su tesis doctoral para no tener ya nada que ver con el mundo académico israelí porque cree que los palestinos de Israel deberían boicotear todas las instituciones del Estado judío. 

"Esta sociedad tiene una mentalidad espartana. Prefiere suicidarse y llevarse consigo a toda la región antes que renunciar a la fuerza. Israel no tiene solución en Gaza y menos aún en el norte. El país no se va a recuperar ni económica ni políticamente de lo que está haciendo. Israel se va a convertir en un Estado paria, como acaba de demostrar la decisión de la CPI", afirma el joven, con tanta calma como certeza. 

Para él, "Israel se va a convertir en un nuevo Líbano": "Los israelíes que puedan permitírselo preferirán marcharse, dejándonos a nosotros frente a los extremistas religiosos. Así que ya no quiero seguir siendo un argumento que permita a Israel afirmar que es un Estado democrático sólo porque haya unos pocos árabes representantes en la Knesset o en las administraciones locales".

 

Abed cree que los palestinos de Israel tienen que "cambiar de paradigma y dejar de creer que forman parte de un país como Israel. No volveremos a la situación anterior al 7 de octubre, piense lo que piense la clase media palestina de aquí, que prefiere los pocos beneficios de su ciudadanía israelí a la solidaridad con la resistencia. Lo que no significa solidaridad con Hamás, sino solidaridad con el proyecto nacional palestino". 

El joven continúa: "¿Qué sentido tiene seguir hablando de coexistencia durante un genocidio? Durante mucho tiempo, los partidos políticos árabes de Israel pensaron que podían aliarse con la izquierda. Pero, ¿qué es una izquierda que defiende el medio ambiente, los derechos LGTBI o los derechos de los animales pero que comete crímenes de guerra? Hemos visto a soldados en Gaza quejarse de que sus botas no eran veganas...", dice Abed, sin precisar su fuente pero refiriéndose a una antigua campaña del Tsahal que mostraba que era respetuosa con veganos y vegetarianos, incluso para su equipamiento. 

Miedo a ser detenidos

Para él, "el problema no es sólo el gobierno. Aquí nadie entiende que te puedas indignar al ver morir de hambre a unos niños. Cuando les contamos el número de niños palestinos muertos en Gaza, dicen que también murieron niños judíos el 7 de octubre. No entienden que los crímenes de guerra no justifican otros. No entienden que un niño que ha visto cómo mataban a toda su familia se volverá contra ellos cuando sea mayor. Ni siquiera es que sean malos, es que sus cerebros han dejado de funcionar". 

En un vídeo publicado recientemente en Instagram, un joven gazatí que pudo salir antes de que el ejército israelí tomara el puesto de control de Rafah recriminó a los palestinos de Israel su ausencia en las manifestaciones contra las políticas del gobierno de Netanyahu. Les pidió que "salieran a la calle para exigir un alto el fuego y la devolución de los rehenes" y afirmó: "Vuestro silencio no nos ayuda". 

Cuando se le pregunta por esa petición, Abed dice: "Conocemos perfectamente la sociedad israelí y sabemos que si intentamos unirnos a los manifestantes, no sólo no seremos bienvenidos, sino que, además, estaremos arriesgando nuestras vidas. Todo el mundo va armado y los servicios de seguridad nos tienen en el punto de mira.”

En cuanto empezó la guerra, nos dijeron que si nos manifestábamos nos enviarían a Gaza.

Haneen, 38 años, militante del partido Balad

 En Umm Al-Fahm, una de las mayores ciudades palestinas de Israel, en el norte del país, se convocó a mediados de octubre una manifestación en solidaridad con Gaza. "Los dos organizadores fueron inmediatamente detenidos y la manifestación prohibida. Seis meses después, uno de ellos sigue en prisión sin juicio, y el otro sigue bajo arresto domiciliario", relata Haneen, de 38 años, que tiene a su familia en Umm Al-Fahm "desde hace nueve generaciones" y desde cuya casa se divisa, a unos cientos de metros, el muro de separación con la vecina Cisjordania. 

Esta joven recuerda que "desde el comienzo de la guerra, nos dijeron que nos enviarían a Gaza si nos manifestábamos", en referencia al jefe de la policía israelí, Kobi Shabtai, que el 18 de octubre de 2023, en TikTok, instó a los palestinos de Israel a elegir bando con estas palabras: "Quien quiera ser ciudadano de Israel, 'Ahlan wa sahlan' (bienvenido). Quien quiera identificarse con Gaza, que lo haga: le pondré un autobús para llevarle allí"

El 30 de marzo de este año, en el "Día de la Tierra", que conmemora la sangrienta represión en 1976 de los palestinos que vivían en Israel y protestaban contra el robo de sus tierras, Haneen pudo unirse a "unas decenas de manifestantes de distintas zonas de Umm Al-Fahm y sacar una bandera palestina". "Empecé a llorar porque sentía como si alguien me hubiera estado amordazando durante meses.”

Esta militante de Balad, uno de los principales partidos árabes de Israel, y miembro de su directiva entre 2016 y 2021, sigue siendo miembro pero "ya no está activa". “Ya no creo que tengamos un lugar aquí, en las instituciones políticas tal y como existen", explica. “Desde el 7 de octubre, ya no nos atrevemos a decir nada. Es la primera vez en meses que hablo con un periódico, aunque soy abogada y conozco mis derechos. Pero tengo una hija de 2 años y no quiero que me metan en la cárcel y me separen de ella. Así que llevo siete meses sin publicar nada en Instagram o Facebook, porque te pueden acusar de connivencia con Hamás sólo por llorar por los niños muertos en Gaza." 

Umm Al-Fahm tiene pocas familias con parientes en Gaza, a diferencia de otras ciudades del sur de Israel como Jaffa, Ramleh y Lod. La mayoría de los habitantes del pueblo se quedaron allí en 1948. Sin embargo, la joven está "en contacto diario con Gaza durante varias horas al día". "Sigo las cuentas de médicos, ciudadanos de a pie y un grupo de madres que ya no pueden llamarse así porque han matado a todos sus hijos. Lo que estamos presenciando es una segunda Nakba [la ‘catástrofe’, el éxodo palestino de 1948 tras la creación del Estado de Israel y la consiguiente guerra árabe-israelí]. Los soldados que hoy están en Gaza son los nietos de los soldados que lucharon en la primera guerra y quieren terminar el trabajo. Y esto concierne a todo Israel, no sólo a su gobierno, sino también a mis encantadores vecinos judíos que están permitiendo que se cometa este genocidio en directo".

Cuando vemos los vídeos de Gaza, sabemos que probablemente estamos viendo nuestro futuro

Taghreed, abogada de Umm Al-Fahm

 ¿Le ha afectado la reciente decisión de prohibir la emisión del canal catarí Al Jazeera en Israel? “Me preocupa lo que esta prohibición dice sobre el estado de la democracia en Israel", responde. “Pero eso no nos impide ver la cadena a través de las redes sociales o YouTube. Sólo se impide la emisión en televisión. Esta decisión es ante todo una forma de impedir que una voz disidente contradiga la propaganda del gobierno dirigida a los israelíes.” 

La presión sobre los palestinos en Israel no viene sólo de las autoridades del país, como explica una amiga de Haneen, una abogada de 42 años de Umm Al-Fahm llamada Taghreed. Se vio obligada a acudir en ayuda de su hermana, arquitecta en una prestigiosa empresa de la ciudad costera de Cesarea, a unos cuarenta kilómetros de la ciudad palestina, pero prefiere no contar la historia que la dejó traumatizada.

La joven "se llevaba muy bien con sus compañeros", explica su hermana. “La mayoría de ellos incluso vinieron a su boda aquí, en Umm Al-Fahm. Después del 7 de octubre, esperó unos días para volver al trabajo. El día que regresó, al decir buenos días nadie la contestó y a la hora de comer se encontró sola. Sin embargo, nunca había ocultado que era palestina.” 

Las cosas fueron de mal en peor, hasta que una compañera la denunció por publicar en su cuenta de Instagram una simple foto de un niño con una bandera palestina, y su superior la llamó para decirle que la iban a despedir por motivos económicos. “Fue entonces cuando intervine", continúa Taghreed. “No tenía ningún sentido. La actividad de la agencia no había bajado y mi hermana no era una de las que más ganaban, ni una de las últimas en llegar. Era claramente discriminatorio." 

El procedimiento sigue su curso, pero la hermana de Taghreed "ahora sigue trabajando como autónoma aquí en Umm Al-Fahm". "Ya no está en contacto con judíos israelíes como antes del 7 de octubre. Todo lo que está ocurriendo aquí en estos momentos nos obliga a protegernos y permanecer en nuestra comunidad." 

Una vida insostenible

Taghreed tiene dos hijos de unos diez años y se desespera por su futuro: "No sólo van a tener que lidiar con la administración, la policía y los políticos, como hicimos nosotros. Van a tener que lidiar con una generación educada en la idea de que lo único que podría dar seguridad sería echar del país a todos los palestinos. Desde que era joven, he oído en la radio que soy un problema demográfico y político. Pero nunca he notado tantas ganas de echarnos a todos. Cuando vemos los vídeos de Gaza, sabemos que probablemente estamos viendo nuestro futuro.” 

¿Ha cambiado la vida cotidiana en Umm Al-Fahm desde el 7 de octubre? “En realidad no, porque vivimos entre palestinos", responde la abogada. “Salvo que ahora tenemos mucho más miedo, tanto de las autoridades como de los matones, los delincuentes y los clanes a los que la policía permite proliferar, porque Umm Al-Fahm es como un castillo en lo alto de un promontorio rocoso, no se puede destruir desde fuera, así que hay que destruirlo desde dentro. Pero vi demasiadas veces La Sirenita cuando era pequeña. Sé que nunca debemos renunciar a nuestra voz, sean cuales sean las amenazas a las que nos enfrentemos.” 

Para Bilal, imán de una pequeña mezquita de Jaffa, durante mucho tiempo ejemplo de la coexistencia judeo-árabe, la vida cotidiana se ha vuelto insostenible. "Cada vez que hago una oración por los niños de Gaza, el Shin Bet [los servicios de seguridad interior de Israel] se presenta en mi casa y lo ponen todo patas arriba. Pero yo no hablo de política, sólo pido a los fieles que recen por los muertos".

Bilal está convencido de que "varios espías informan de todo" a los israelíes. Sufre en sintonía con Gaza, donde muchos de los refugiados que llegaron en 1948 fueron expulsados de Jaffa. “La mayoría de mis fieles de Jaffa tienen familia en Gaza", continúa. “Mi propia hermana y todos mis sobrinos vivían en el campo de Jabalia, y no tengo noticias de ellos. No sé si están vivos o muertos". 

Para el imán, el último mes de Ramadán fue "el mes más triste vivido aquí": "Normalmente la gente engalana sus casas y todas las calles. Pero esta vez, nadie colgó nada en ningún sitio. ¿Cómo puedes celebrarlo cuando tu familia está siendo masacrada en Gaza? 

También él sigue informándose de lo que ocurre a unas decenas de kilómetros de Jaffa a través de Al Jazeera, utilizando Internet y sin que se lo impida la prohibición de emitir. 

¿Se ha roto definitivamente la convivencia entre judíos y palestinos en Jaffa? "Debemos desconfiar del término 'ciudad mixta' que se supone que somos", responde el imán. Siempre hemos sufrido racismo. Pero desde el 7 de octubre, la gente nos mira de reojo, como a criaturas venidas del espacio para hacer daño a todos los israelíes. Ya no nos miran como seres humanos.” 

¿Consideraría ir a las manifestaciones antigubernamentales que se han reanudado todos los sábados por la noche en la avenida Kaplan de Tel Aviv? “No", responde con tristeza. “Si fuera, la gente diría inmediatamente que es una manifestación pro Hamás. Y eso que los manifestantes sólo piden el regreso de los rehenes, no se sienten ofendidos por la magnitud de la guerra en Gaza". 

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¿Cómo ve el futuro de los palestinos en Israel? "Me temo que Israel está en proceso de autodestrucción y que nos arrastrará en su caída. Seremos las primeras víctimas y pagaremos el precio más alto por la catástrofe que se está produciendo aquí en estos momentos".

 

Traducción de Miguel López

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