Mario Guevara no descubrió los métodos brutales del ICE, la policía de inmigración estadounidense, en enero, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Este periodista salvadoreño lleva informando sobre ellos en las redes sociales desde 2016, al final de la presidencia de Barack Obama.
Creó su propio medio digital, llamado MG News, dirigido a la comunidad hispana, en el que retransmitía en directo desde el terreno, con su teléfono, las protestas y las redadas llevadas a cabo por la “migra”, como llaman los hispanos al ICE.
Fue detenido el 14 de junio, cuando cubría la primera edición de las manifestaciones No Kings en Atlanta, en el estado sureño de Georgia, a pesar de haberse identificado claramente como periodista con un chaleco protector con la inscripción Press. Filmó y retransmitió en directo su propia detención en Facebook.
Acusado de delitos menores, en particular de participar en una reunión ilegal y de obstruir a las fuerzas del orden, el reportero, de 48 años, estuvo en la cárcel casi cien días y luego fue expulsado a El Salvador, su país natal, del que salió hace más de veinte años.
“Durante la presidencia de Obama y el primer mandato de Trump, me centré en las operaciones del ICE. Durante el mandato de Biden se redujeron. Esa especialización hizo que tuviera muchos seguidores en las redes sociales, lo que molestó al ICE, hasta el punto de que, cuando vieron la oportunidad de deportarme, lo hicieron”, ha declarado a Mediapart desde El Salvador.
Mientras estaba detenido, se negó a firmar una carta en la que reconocía que aceptaba abandonar el país por voluntad propia. “Los agentes del ICE me dijeron: ‘Se acabó, firma tu salida voluntaria, te subiremos a un avión y te irás tranquilamente con tu maleta, o pasarás meses en la cárcel’. Utilizaban esa forma de intimidación. Es una tortura mental, emocional, no te agreden físicamente, sino psicológicamente”, afirma.
Mario Guevara vivió en diferentes centros de detención durante tres meses. Los primeros setenta días los pasó en una celda de aislamiento total, un lugar que los inmigrantes llaman “el hoyo”.
“Según los documentos oficiales, me colocaron allí por mi propia protección, pero mi teoría es que querían que me derrumbara y acabara firmando mi salida voluntaria por desesperación”, afirma. “Casi lo consiguen, porque las primeras semanas fueron traumáticas. Estar encerrado veintidós horas al día y ver solo cuatro paredes fue traumático. Con la luz encendida las veinticuatro horas del día, sin saber si era de día o de noche. Fue una experiencia horrible. Casi lo consiguen, pero al final mi familia me dio fuerzas para no firmar. Seguí luchando hasta el final”.
Amenazas a la libertad de prensa
Aunque los fiscales abandonaron rápidamente los cargos, tras confirmar que Mario Guevara no había actuado de forma ilegal y después de que un juez de inmigración le concediera la libertad bajo fianza, el ICE se negó a liberarlo alegando que representaba una amenaza por la retransmisión en directo de las actividades de las fuerzas del orden.
Una de las mayores organizaciones de defensa de los derechos humanos, la ACLU (American Civil Liberties Union), presentó una demanda denunciando una medida de represalia contra una actividad protegida por la primera enmienda de la Constitución, que garantiza la libertad de prensa y de expresión. La ACLU también argumenta que Mario Guevara puede solicitar una tarjeta de residencia permanente, debido a la nacionalidad estadounidense de sus dos hijos, de 21 y 14 años.
Su hija de 27 años se beneficia del estatus DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals, Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), que desde 2012 protege a los inmigrantes que llegaron ilegalmente a Estados Unidos cuando eran niños. Donald Trump quiso eliminar ese programa durante su primer mandato y uno de sus principales asesores, Stephen Miller, afirmó que quería deshacerse de él. Pero desde su regreso a la Casa Blanca, no lo ha tocado.
Expulsar a periodistas es una práctica habitual en los países autoritarios, pero eso nunca debería ocurrir en el país de la primera enmienda
Tras entrar en Estados Unidos con un visado de turista en 2004, el periodista salvadoreño solicitó asilo, pero su expediente se cerró en 2012. Según sus abogados, Mario Guevara no era residente permanente legal, pero tenía permiso de trabajo y número de la seguridad social.
“Donald Trump prometió detener a los delincuentes, y todo el mundo se alegra por ello”, dice Mario Guevara. “Pero no es eso lo que está haciendo. Es muy probable que los latinos que votaron por Trump se arrepientan, sobre todo si esto afecta a un ser querido, como me ha pasado a mí”.
A pesar de los esfuerzos de sus abogados, Mario Guevara fue finalmente deportado a El Salvador el 3 de octubre. “Estoy separado de mi familia, solo pueden viajar mis dos hijos. Espero que sea algo temporal”, explica, señalando que existe “una persecución contra su comunidad de inmigrantes”. El periodista espera poder volver algún día a Estados Unidos, aunque le lleve “uno o cinco años”.
La ONG Reporteros sin Fronteras, a través de su representante en Estados Unidos, Clayton Weimers, ha denunciado que es “un duro golpe para la libertad de prensa estadounidense”. “Mario fue detenido por su trabajo como periodista y expulsado del país a pesar de que había obtenido permiso para trabajar allí”, declaró en un comunicado. “Con esta expulsión, el Gobierno cree que puede intimidar a los medios de comunicación internacionales para disuadirles de publicar artículos críticos. Expulsar a periodistas es una práctica habitual en los países autoritarios, pero eso nunca debería ocurrir en el país de la primera enmienda”.
Desde su país natal, Mario Guevara explica que quiere seguir trabajando como periodista. Tiene previsto publicar un libro en enero y quiere contar la historia de tres migrantes colombianos con los que convivió en prisión. “De esos tres colombianos, dos tienen historias muy impactantes. Uno de ellos intentó suicidarse. Estoy intentando contactar con su familia para que me cuenten cómo sucedió”.
La Administración Trump pensó que podría silenciarlo. Pero eso solo ha reforzado su voluntad de dar testimonio sobre la suerte que corren en la actualidad los inmigrantes de origen latinoamericano en Estados Unidos. Incluso a miles de kilómetros de distancia.
Restricciones informativas en el Pentágono
Un gran número de medios de comunicación y agencias de noticias, entre ellos AFP, Associated Press, Reuters, The New York Times, The Washington Post y las cadenas estadounidenses Fox News y Newsmax, se negaron el martes 14 de octubre a firmar un documento del Pentágono que establecía medidas restrictivas para la prensa, a riesgo de perder su acreditación. En particular, ese documento introduce la idea de que los periodistas acreditados no pueden solicitar ni publicar determinada información sin la autorización explícita del departamento de Defensa.
Esas nuevas disposiciones “amordazan a los empleados del Pentágono y amenazan con represalias a los periodistas que buscan información que no ha sido aprobada previamente para su publicación”, dice preocupada la Asociación de Periodistas del Pentágono (PPA) en un comunicado.
Las restricciones “van en contra de los fundamentos del trabajo periodístico y socavan los derechos previstos en la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos”, que consagra la libertad de prensa, escribe la AFP. “Imponen obstáculos innecesarios al trabajo de los periodistas y crean confusión entre las responsabilidades de los empleados del Pentágono y las de los periodistas que cubren la actualidad”.
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Esas medidas forman parte de una ofensiva general llevada a cabo desde el regreso al poder de Donald Trump, que restringe el acceso de los periodistas al Pentágono, el principal empleador del país, con un presupuesto anual de varios cientos de miles de millones de dólares.
Traducción de Miguel López
Mario Guevara no descubrió los métodos brutales del ICE, la policía de inmigración estadounidense, en enero, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Este periodista salvadoreño lleva informando sobre ellos en las redes sociales desde 2016, al final de la presidencia de Barack Obama.