Por qué es tan difícil predecir los efectos de una dana como la que ocurrió en Madrid

Grandes nubes cubren el cielo de Madrid este lunes con motivo del paso de la DANA, que ha dejado fuertes lluvias en algunos puntos de la península.

Las proyecciones del paso de la dana sobre la meseta central de este fin de semana se desviaron del que terminó siendo el recorrido final de la tormenta. La alerta telefónica a millones de madrileños estuvo justificada porque cabía la posibilidad de una lluvia histórica en toda la región, y sobre todo por los daños que dejó en municipios como El Álamo o Aldea del Fresno. Pero la situación también evidencia cómo el impacto de las danas, tan comunes y agresivas en España, todavía son extremadamente difíciles de pronosticar

María del Carmen Llassat, catedrática de Física de la Atmósfera de la Universitat de Barcelona, explica que predecir la formación de una dana –depresión en los niveles altos de la atmósfera– y su recorrido no es especialmente difícil, pero sí es extremadamente complejo saber si va a descargar agua, dónde lo hará y con qué agresividad.  

"La dana es un fenómeno de baja presión a mucha altura, unos 5.000 metros. Predecir su formación es relativamente sencillo y se puede hacer con hasta dos días de antelación, pero la dana por sí sola no provoca lluvias, para eso depende de muchos otros factores", afirma. 

Según relata, la dana en su frente de ataque –el borde frontal este fenómeno– genera fuertes vientos verticales que elevan el aire hacia capas muy altas de la atmósfera. Si ese aire que asciende está cargado de humedad se generan nubes con muchísima agua de hasta 15.000 metros de altitud –las famosas cumulonimbos– que luego son capaces de descargar cantidades ingentes de lluvia.  

El problema, dice Llasat, es que es muy difícil calcular si en el recorrido de la dana se encontrará con los factores necesarios para generar esas lluvias torrenciales. Además de ese vapor de agua, que está presente en la península porque llega desde el Atlántico, se necesita energía, y según la experta hay energía de sobra en forma de calor, ya que este verano ha sido especialmente tórrido. Esa energía calorífica se transforma en energía cinética (movimiento) y aporta la fuerza suficiente para generar los vientos horizontales que elevan a la atmósfera la humedad. 

Los modelos de previsión que se emplean en España y otros países, como Francia, no tienen todavía la capacidad para predecir con exactitud la interacción de factores en un punto concreto del mapa, que además se ven afectados por el terreno y las montañas. "En la península es especialmente difícil de calcular porque tenemos una orografía muy compleja", comenta. "Pero por si alguien tiene alguna duda, tenemos tecnología de primer nivel para hacer estos cálculos, solo necesitamos más investigación para mejorar las herramientas", concluye la experta. 

Los modelos meteorológicos llegaron a pronosticar el viernes que en la ciudad de Madrid podrían llegar a superar los 150 litros por metro cuadrado, casi la mitad de lo que llueve en un año, pero terminaron cayendo unos 50 litros en la capital y en los municipios de los alrededores. Según datos de la Agencia de Meteorología (AEMET), el mismo domingo había un 70% de probabilidades de que lloviesen más de 100 litros en la Comunidad, "especialmente en el área metropolitana", pero la tormenta "se movió al oeste unos 50 kilómetros". Finalmente, en Villanueva de la Cañada y en Toledo se acumularon 90 litros en 24 horas. El punto de España en el que más llovió fue en San José del Valle (Cádiz), con 172 litros el domingo. 

José Luis Sánchez, catedrático de Física de la Universidad de León, confirma que una dana es un fenómeno "muy, muy, muy difícil de pronosticar con más de 24 horas". "Estamos hablando de una aspiradora de aire que ocupa 200 o 300 kilómetros de diámetro y está a 6.000 metros de altura. Es muy difícil pronosticar si se va a desplazar 20 kilómetros al este o al oeste", afirma el experto. 

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Sobre la alerta que recibieron millones de madrileños en su teléfono, Sánchez cree que el sistema es el adecuado, pero que se tendría que organizar mejor la manera de enviar estos mensajes en un fenómeno tan cambiante como una dana. 

"Algo falló en la comunicación. En estos casos es mejor enviar un aviso cada cierto tiempo, por ejemplo, cada hora, a medida que el modelo te dice cómo avanza la tormenta. No tiene sentido mandar una alerta a las 14.00 horas y no renovarla a las 19.00 cuando sabes que ya no hay peligro", opina el experto en el comportamiento de las nubes. "En todo caso, no creo que la culpa sea del sistema de alerta porque está todavía naciendo en España y hay que perfeccionarlo", añade. 

María del Carmen Llassat también explica que el cambio climático está detrás de la intensidad de la dana de este fin de semana, y que a medida que el planeta se calienta este fenómeno será más agresivo. "La dana o la gota fría es habitual en España. Tenemos registros de los años 70 y 80. Pero podemos decir con total seguridad que el calentamiento global aporta más energía en el desarrollo de fenómenos violentos como el de este fin de semana", afirma la catedrática. Y añade que este verano hemos tenido un calor extremo en España, lo que aporta energía calorífica y humedad a la atmósfera, dos factores clave en la formación de las dana.

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