España sufrió el doble de muertes por altas temperaturas que Europa en los últimos 20 años

Un joven se tira una botella de agua por encima para combatir la segunda ola de calor del verano, en julio de 2022, en Madrid.

La península ibérica es uno de los territorios más expuestos al cambio climático y además de sufrir con especial dureza la sequía o las altas temperaturas, tiene consecuencias sobre la esperanza de vida. En las últimas dos décadas España ha registrado de media 30 muertes anuales relacionadas con el calor por cada millón de personas, el doble que la media europea, según el prestigioso estudio The Lancet Countdown publicado este miércoles. 

"La zona mediterránea y principalmente la península ibérica es uno de los puntos calientes del cambio climático. Registra ya temperaturas extremas en comparación con sus valores históricos y sus veranos son cada vez más largos", explica a infoLibre Rachel Lowe, directora de la división europea de Lancet Countdown.

Como se observa en el mapa, España es de lejos el país de europeo que más se expone al calentamiento global, con comunidades autónomas que llegan a superar las 50 muertes por cada millón de habitantes debido calor, frente a las 15 que se producen de media en Europa. 

Prueba de ello es este verano se ha registrado un récord de exceso de mortalidad en España asociada a las temperaturas. Entre junio y agosto fallecieron 4.663 personas después de registrarse 42 días de ola de calor y una anomalía térmica de más de cuatro grados respecto a un año normal. 

El estudio, elaborado por 35 organizaciones internacionales y más de un centenar de académicos, añade que si el aumento de los fallecimientos por calor se mantiene al ritmo actual, en 34 años se duplicarán las muertes atribuidas a altas temperaturas en el continente. De hecho, calcula que en la segunda mitad de este siglo los europeos sufrirán por primera vez más muertes por exceso de calor que por frío

Rachel Lowe afirma que los veranos tórridos tienen un impacto mayor sobre la población mayor de 65 años, los niños y quienes padecen enfermedades crónicas, pero también alteran la vida de la población sana. 

Quienes hacen deporte al exterior sufren cada año más riesgo de sufrir un infarto por el calor extremo. Los cálculos del estudio arrojan que en todo 2020 se registraron en el sur de Europa 429 horas en las que hacer un deporte de media intensidad (como fútbol o tenis) fue una actividad de riesgo, el doble de horas que en 1990 debido al calentamiento global. 

De la misma forma, los trabajadores que realizan esfuerzo físico bajo el sol son también víctimas del cambio climático. The Lancet Countdown estima que en Europa los empleados expuestos al calor trabajan ahora 16 horas menos al año en comparación con el siglo pasado, el equivalente a librar dos días, una cifra que aumenta cuanto más al sur está el país. 

"Sin duda uno de los desafíos de este siglo es que la gente pueda trabajar en condiciones seguras", dice la directora del organismo, quien además trabaja en el Centro de Nacional Supercomputación de Barcelona. 

Una de las condiciones para adaptar la vida al clima extremo, según la experta, será el aumento del uso de aire acondicionado en todo el planeta, una solución que disparará el consumo de electricidad y a su vez la necesidad de generar más energía renovable. 

Solo en las últimas dos décadas el número de hogares con aparatos de refrigeración ha aumentado un 66% en el mundo, "una respuesta inadaptada que agrava la crisis energética y aumenta aún más el calor urbano, la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero", se lee en el informe.

La reducción de horas de trabajo supone un golpe económico para millones de empresas que no logren adaptarse en el futuro, y es un ejemplo de cómo no actuar ante el cambio climático es a largo plazo más caro que invertir en la generación de electricidad renovable y el transporte cero emisiones. El estudio también calcula que en la última década Europa se ha gastado 48.000 millones de euros para reparar las pérdidas de eventos extremos como inundaciones o incendios, siendo Alemania el principal afectado. 

La economía agrícola también se ha visto dañada por los cambios en las estaciones, según The Lancet, ya que han alterado el rendimiento de los cultivos. Las temporadas de cultivo de maíz en el mundo fueron nueve días más cortas en 2020 y las de trigo seis días, una situación que se ha vivido de manera intensa este verano en España, donde la recogida de trigo se tuvo que adelantar entre 10 y 15 días, lo que reduce la calidad del grano. 

También se ha adelantado la floración del olivo y el abedul entre 10 y 20 días en las últimas cuatro décadas, lo que supone alargar las temporadas de alergias. Al mismo tiempo, este clima más cálido también ha provocado que el sur de Europa sea más propicio para el desarrollo de virus con el dengue o el virus del Nilo occidental. 

Los vehículos de combustión, el otro gran riesgo para la salud 

El extenso estudio publicado este miércoles también aborda los riesgos para la salud que tiene la contaminación. Los autores estiman que en 2020 la emisión de partículas por la combustión, principalmente en el transporte, acabó con la vida de 117.000 personas en Europa, el 2% de las muertes totales del continente. 

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En este sentido, los expertos meten presión para acelerar la transición energética y deshacerse de la quema de combustibles, y ponen el foco en los vehículos, ya que fueron responsables de 48.000 de esas muertes. Por el contrario, The Lancet resalta los buenos resultados del cierre de gran parte de las centrales de carbón en los últimos años en Europa: "Las muertes anuales por la contaminación de estas centrales se ha reducido de 103.000 en 2005, a 23.000 en 2020". 

Sin embargo, el informe global destaca que la generación de energía verde es anecdótica si se amplía la fotografía, ya que en los países pobres solo el 1,4% de su electricidad procede de fuentes renovables. Y señalan cómo los países ricos son cómplices porque no han cumplido con su compromiso adoptado en el Acuerdo de Copenhage de 2009 de destinar cada año 100.000 millones de dólares a partir de 2020 para apoyar la acción climática en estos países. 

Pero la responsabilidad también recae sobre las empresas, a las que el estudio señala por enriquecerse a costa de la salud de las personas. "La actual crisis energética y el mayor coste de la vida amenazan con revertir los avances hacia una energía asequible, fiable y sostenible. Simultáneamente, las empresas petroleras y gasistas registran ganancias récord y sus estrategias de producción siguen minando la vida y el bienestar de las personas", concluye The Lancet. 

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