El calor y la sequía reducen este verano el tamaño y la calidad de las cosechas en España

Un hombre durante la cosecha esta semana en Pamplona.

El calentamiento global y las altas temperaturas han puesto en riesgo gran parte de las cosechas programadas para este verano, especialmente las del sur de España y las mesetas. El calor extremo entre mayo y agosto y la falta de lluvias han obligado a muchos agricultores a acelerar la recogida de cereales y las vendimias, lo que ha provocado que las recolectas sean más pequeñas y de peor calidad. 

Los cultivos que se cosechan a comienzos de verano han sido los más afectados por las altas temperaturas, según explican desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). La siega de trigo, cebada, veza y colza ha cerrado con una producción entre un 30% y un 35% menor a la de un año normal, con zonas de León con una recolecta hasta un 40% menor, según asegura José Roales, responsable de cultivos herbáceos de la asociación, quien no duda en apuntar al cambio climático como responsable de las pérdidas. 

"Cuando hace mucho calor y hay poca agua, el cereal se seca como mecanismo de defensa. El problema es que se seca en el peor momento, antes de que se haya llenado de grano, y luego al recogerlo tiene un peso inferior al de un año normal", dice Roales. Además, la recogida se ha tenido que adelantar entre 10 y 15 días para evitar pérdidas mayores. 

Esta situación se han repetido a lo largo de toda la Península, e incluso en Cantabria o Galicia los pastos están más secos este verano por la ola de calor, que en julio afectó a 40 de las 50 provincias españolas. La peor parte, coinciden todos los expertos, se la lleva la cuenca del Guadalquivir, que riega desde el sur de Ciudad Real hasta Cádiz, donde los pantanos están al 24% de su capacidad total, la mitad de lo que suele haber en estas fechas. 

Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua, opina que la cosecha de este año será floja, pero el punto de inflexión llegará en 2023: "Este año no será el peor del histórico, pero atentos al invierno y la próxima primavera, porque tendremos un problema si vuelven a ser extremadamente secos". 

Garrido, que también ejerce como profesor de Economía y Política Agraria en la Universidad Politécnica de Madrid, añade que ya hay ciertas zonas de España en riesgo muy alto. Apunta a Murcia, que depende completamente del trasbase Tajo-Segura, y a Almería, que "lleva 20 años viviendo fuera de sus límites" por tener cultivos de regadío en una zona semidesértica. 

La agricultura es al mismo tiempo víctima y responsable de la falta de agua en muchos puntos de España, como apunta Rafa Seiz, responsable de Agua de WWF, una ONG ambientalista. El 80% del consumo de agua proviene del campo, que también se ha alimentado durante años de pozos ilegales que secan y contaminan los acuíferos, una práctica que desaparece poco a poco. 

Seiz entiende que se debería haber trabajado poco a poco en la sequía, de la que hay evidencias desde hace décadas: "Se ha apurado al máximo y ahora que no hay margen, las restricciones de agua para la agricultura son más radicales". 

En la cuenca del Guadalquivir, la confederación hidrográfica, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, ha decidido dar al campo un 35% menos de agua que el año pasado desde los pantanos de la región, y el recorte ya es del 70% frente a la concesión original. 

En consecuencia, la superficie dedicada al arroz es este año un tercio de la habitual en Isla Mayor, al sur de Sevilla, mientras que en Málaga algunas explotaciones de mango y aguacate han tenido que talar una parte de sus árboles para ahorrar agua. Estos dos frutos son muy codiciados en el mercado, pero consumen una cantidad ingente de agua, mientras que el pantano de La Viñuela, el encargado de regarlos, está al 12% de su capacidad. 

Francisco Moscosos, el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Málaga, dice que negocian la instalación de una desaladora para salvar este negocio de cientos de millones de euros. "Es indispensable", afirma, aunque no estaría disponible hasta el año que viene. "Veremos quién aguanta hasta entonces". 

La cosecha del olivo, un 40% inferior 

Los cultivos de regadío han sufrido ciertas restricciones de agua, pero la cosecha se salvará en todos aquellos sitios donde los embalses más o menos hayan podido soportar la situación. Pero el olivo y la vid, las plantaciones de mayor superficie en España, son de secano y dependen exclusivamente de las lluvias

Desde COAG estiman que este año se recogerán un 40% menos de aceitunas debido a la sequía del invierno y el verano. Diego Intrigliolo, del Centro de Investigaciones sobre Desertificación, subraya que la falta de agua provoca un estrés hídrico en el olivo que reduce el tamaño de sus frutos, de ahí que la recogida sea menor. 

El investigador de este centro, dependiente del CSIC, la Universitat de València y la Generalitat Valenciana, añade que el viñedo tiene un problema similar. Pero que en el caso de la uva se suma que hay variedades del norte de España que se llevaron hace dos décadas al sur sin un estudio previo

"Se pensó que variedades, como las de Rioja, podrían dar un vino de mucha calidad en zonas más secas, sin pensar que en épocas de estrés hídrico la planta sufriría mucho", apunta Intrigliolo. "El problema es que en estos casos, las consecuencias no se ven hasta que pasan los años". 

También hay variedades de la vid autóctonas del sur de España, acostumbradas a las altas temperaturas y la falta de agua, pero incluso estas están sometidas a mucho estrés este verano. Joaquín Vizcaíno, encargado de la Vid en COAG, explica que las variedades de tempranillo, las se recolectan antes, ya han adelantado la cosecha este año entre 10 y 15 días

Pero todo no iba a ser malo. En el caso del viñedo, la sequía da más calidad a la uva y evita que insectos y enfermedades ataquen al árbol, opina Vizcaíno. "También se pagará más cara la uva, aunque ganaremos menos porque la recolecta será más pequeña", añade.

No es tan fácil como cambiar de cultivo

Los expertos afirman que el estrés hídrico será mayor con el paso de los años, pero repiten que el campo no está abocado a la ruina. "Es cierto que en el olivo y la vid las cosechas serán peores, pero el árbol no se va a morir este año porque llueva menos", opina Alberto Garrido, del Observatorio del Agua. 

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El experto es optimista y manifiesta que "España un sistema tensionado, pero mucho más resiliente de lo que parece", ya que cada cuenca tiene margen para dar y quitar agua a la agricultura según las precipitaciones, por lo que el abastecimiento de agua para la población estará siempre asegurado. 

Diego Intrigliolo, del CSIC, también rompe una lanza por el campo, y retrata que "no es tan fácil como decir a los agricultores que cambien de cultivo, porque eso lleva años". Él apuesta por estudiar el terreno e introducir poco a poco variedades más adaptadas a las condiciones de sequía y controlar la erosión del suelo, ya que una tierra que se seca y no se trata, no puede absorber el agua. 

"La investigación va dirigida a encontrar semillas de un ciclo más corto y que requieran menos agua", añade José Roales, de COAG. "Y seguramente no haya más soluciones. Esto es una zona de secano y no hay espacio para otros cultivos". 

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