MEDIO AMBIENTE

Los nuevos criterios verdes de la ONU para empresas apremian al Ibex 35 a endurecer sus compromisos

Excavadora en una mina de Alemania, en una foto de archivo.

La conferencia sobre el cambio climático celebrada en Egipto en noviembre acabó con pocos compromisos por parte de los gobiernos, aunque sí dejó un importante recado a las multinacionales. La ONU presentó las directrices para que las grandes empresas establezcan planes concretos de descarbonización para las próximas tres décadas, de forma que ninguna pueda maquillar sus promesas y decir que es cero emisiones si realmente no lo es.

Naciones Unidas quiere acabar con el llamado greenwashing, un lavado de cara que realizan desde hace años los responsables de contaminar el planeta para presentarse ante los consumidores como defensores de la naturaleza. El panel de expertos plantea que un actor solo podrá decir que está en la senda del cero neto —que sus emisiones de gases de efecto invernadero serán técnicamente cero en el futuro— si tiene un plan creíble que abarque la contaminación de toda su cadena de producción en todos los países donde opera. 

Muchas de las multinacionales que han contribuido a contaminar ríos, talar bosques o emitir toneladas de CO₂, afirman ahora que trabajan para repoblar la selva, que ayudan a erradicar enfermedades en África o que invierten sus ingresos en limitar el calentamiento global. Pero quienes se dedican a estudiar las promesas de estas empresas afirman que estos proyectos siempre llevan letra pequeña

"En general, son pocas las compañías que hacen un esfuerzo real para reducir emisiones", afirma Eduardo Posada, un biólogo que se dedica a analizar los planes medioambientales de las principales firmas del mundo en New Climate Institute. "Para una empresa es fácil decir que usa energía renovable en sus oficinas, pero es mucho más complicado que la usen todos los fabricantes que trabajan para ellos", explica. 

Las multinacionales llevan a cabo pequeños avances en descarbonización para poner un sello verde a sus productos, pero como relata Posada, es extremadamente raro que una gran compañía tenga un plan realista para acabar con sus emisiones completamente en 2050. 

En realidad, suelen jugar con las llamadas emisiones de alcance 1, 2 y 3. Las dos primeras son fáciles de reducir porque abarcan solo las que generan los edificios y la maquinaria de la compañía, sus vehículos y las que se producen al generar la electricidad y la calefacción que consumen las oficinas. Muchas de las empresas del Ibex 35 no tienen problema en rebajar a cero este tipo de contaminación, especialmente la banca y las empresas tecnológicas, ya que su negocio se dirige desde edificios modernos que apenas tienen impacto en el entorno. 

El problema llega con las emisiones de alcance 3, las que se suelen olvidar en los planes medioambientales y que realmente dejan huella en el planeta. Son las que previamente han generado los proveedores de estas empresas y también las que generarán en el futuro los productos que venden. Por ejemplo, Volkswagen fabrica coches con aluminio que antes ha producido otro, y en ese proceso hubo un gran impacto ambiental que se olvida, o la gasolina que vende Repsol es luego quemada en los coches de los españoles y emite grandes cantidades de CO₂. 

"Esos grandes eslóganes de carbono neutral esconden a los verdaderos fabricantes, que son los que generan la mayor cantidad de emisiones", opina Posada. Lo más habitual es que las multinacionales digan que van a acabar con sus emisiones en un año concreto, pero la letra pequeña aclara que solo lo harán en la contaminación de alcance 1 y 2. 

Otra de las tácticas más comunes está en jugar con el concepto cero neto, que significa que pueden seguir expulsando CO₂ si tienen herramientas para compensar las emisiones. Por ejemplo, muchas firmas compran los llamados créditos de carbono, que son permisos para contaminar una serie de toneladas a cambio de pagar un dinero que va destinado a diferentes actividades medioambientales. "Trasladan la idea de que es lo mismo replantar un bosque que recortar emisiones, pero con esta fórmula no cambian su modelo económico y ese es el verdadero problema", advierte Posada. 

La nueva guía de la ONU debería unificar a partir de ahora el criterio de qué es y qué no un objetivo realista para reducir emisiones, aunque el texto elaborado por los expertos es solo una recomendación. No obstante, los grandes actores que quieran contar con el visto bueno de las Naciones Unidas tendrán que seguirlas. Por ejemplo, la banca española, que está suscrita a la Net-Zero Banking Alliance, una alianza de la ONU que busca promover un sector financiero responsable con el medio ambiente. 

Para cumplir con la nueva guía, la banca tiene por delante mucho trabajo, según el criterio de Quentin Aubineau, del Instituto Internacional de Derecho y Medioambiente (IIDMA). Este abogado analiza la descarbonización de los cinco bancos españoles que cotizan en el Ibex 35 y de las gasistas Naturgy y Enagás, y reconoce que todas estas empresas tienen un grave problema de transparencia.  

La Ley de información no financiera obliga a las empresas cotizadas a registrar las emisiones que generan los bienes y servicios que venden a sus clientes, pero no lo cumplen, según Aubineau. "Cuando hablamos de un banco, lo importante es saber cuáles son las emisiones atribuibles a sus productos financieros, no cuánto contaminan sus oficinas", dice el experto. "Estas compañías se han comprometido a ser neutrales en carbono sin saber antes cuánto emiten", añade. 

Aubineau explica que la principal huella de carbono del sector financiero se encuentra en dónde eligen poner su dinero. Si lo prestan a empresas mineras que extraen carbón, deben incorporar en sus cuentas las emisiones derivadas de su extracción, ya que hacen negocio con ello. Un ejemplo práctico son las operaciones que mantuvo el Santander en la última década en Brasil, donde movió 8.600 millones de dólares con empresas involucradas en la deforestación del Amazonas, según una investigación reciente donde participó infoLibre

"Sabemos que estamos en un proceso de transición hacia la reducción de emisiones y avanzamos poco a poco”, reconoce Aubineau. "Pero sabemos que el Acuerdo de París es incompatible con nuevas exploraciones fósiles, y los bancos deberían empezar cortando sus inversiones en ese sector". Caixabank, por ejemplo, anunció la semana pasada que reducirá un 30% la intensidad de carbono del dinero que presta al sector eléctrico y un 23% en petróleo y gas, un paso en esa dirección. 

Fuera de la banca también se repite el patrón de esquivar la reducción de emisiones de alcance 3, donde se concentra la mayor parte de la contaminación. Por ejemplo, Aena no fija objetivo de reducción para este bloque, donde se contabilizan las emisiones por el despegue y aterrizaje de aviones. Tampoco la inmobiliaria Colonial, que incluye ahí el impacto de los materiales de obra para construir los edificios. 

Para compensar esa falta de transparencia, varias organizaciones internacionales se encargan de monitorizar los compromisos verdes de las grandes empresas y algunos de estos ránkings también evalúan a empresas españolas. Uno de los más populares es Science Based Target Initiative, que estudia en profundidad los planes de unas 2.000 empresas, incluidos sus objetivos de emisiones de alcance 3, y las califica como un semáforo. 

La mayoría de las 90 firmas españolas que figuran en la lista están en amarillo, es decir, se han comprometido públicamente a tener cero emisiones netas a mitad de siglo, pero no han presentado aún un plan para lograrlo. Solo cumplen a largo plazo Iberdrola (2039), Telefónica (2040), Mediaset (2050) y el fabricante de zapatos Camper (2050). 

"No todos los compromisos netos cero son iguales. Algunos son vagos, no contienen medidas significativas y nos alejan de cumplir con el Acuerdo de París, por eso nuestro análisis garantiza que las compañías tienen requisitos basados en la ciencia", afirma Emma Watson, directora de Estándares de la organización. 

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En el ránking STBi no hay registradas promesas de grandes empresas nacionales, como BBVA, Ferrovial, NH Hoteles, Meliá, Merlín Propierties o Logista, que figuran en la lista, pero no tienen compromisos a 2050. 

Figurar o no en estos ránkings internacionales es muy importante para las compañías que cotizan en bolsa, ya que son una buena manera de demostrar que sus compromisos son reales. No solo con los consumidores, también a la hora de captar capital. "Los inversores tienen un dinero limitado, por eso entre dos empresas que sean igual de buenas, van a preferir invertir en las que sean más responsables", cuenta María Pérez, gerente de Comunicación Financiera de la consultora Llorente y Cuenca. 

Eduardo Posada asegura que algunas compañías tratan de contactar con ellos si les dan una mala puntuación en descarbonización para tratar de mejorar de cara a una revisión. "Otras simplemente ignoran nuestro informe porque saben que su negocio es incompatible con el Acuerdo de París".

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