Periodismo

Leila Guerriero, premio González-Ruano de periodismo

La periodista argentina Leila Guerriero.

La periodista argentina Leila Guerriero, colaboradora de tintaLibre, recibió ayer el premio González-Ruano de periodismo por el artículo El bovarismo, dos mujeres y un pueblo de la Pampa, publicado en octubre de 2012 en la revista colombiana El Malpensante. Guerriero (Junín, 1967), que escribe también para publicaciones como La Nación de Argentina o el suplemento cultural del diario El País, Babelia, sucede en el homenaje a periodistas y escritores como Félix de Azúa, Jorge Edwards, Gabriel Albiac o Carlos Fuentes. El galardón, que concede desde 1975 la Fundación Mapfre, y que está dotado con 30.000 euros y una escultura original de Venancio Blanco, tiene por objetivo ensalzar "la calidad literaria y el reflejo de algún aspecto de la realidad viva de nuestro tiempo" a través de las piezas premiadas.

La crónica seleccionada, género que practica habitualmente la periodista y que leyó ante el público la actriz Pastora Vega, recuerda y recrea una relación de la infancia de Guerriero, una amiga que, contra todo pronóstico, acabó suicidándose con arsénico en un acto que esta califica de “bovariano”, dado que así murió el personaje de Flaubert. Una ironía del destino para Guerriero, que solo a través de los avatares de su existencia acabó por comprender el trasfondo filosófico y existencial de la famosa novela. Más allá de aquella amistad improbable por la distancia entre los caracteres y las aspiraciones de ambas mujeres, el texto evoca sus inicios en el periodismo, en el diario Página 12, habla de su personalidad y su percepción del mundo, de su vocación por contar a través de las palabras.

La curiosidad de Leila Guerriero

La curiosidad de Leila Guerriero

En su discurso de aceptación, Guerriero quiso rememorar precisamente sus primeras incursiones en la escritura, a la que afirmó siempre quiso dedicarse en plenitud y no como “hobby de fin de semana”. “No ha pasado tanto tiempo desde que era una chica de provincias que quería vivir de la escritura y que no sabía cómo hacerlo”, afirmó, para después agregar que antes de todo aquello vino el gusto por la lectura espoleado por sus familiares, que le contaban relatos de Horacio Quiroga o historias de Las mil y una noches o la Biblia. “Luego quise ser yo la que contara”. Fue a partir de su traslado a Buenos Aires cuando, tras un largo periodo de “desazón”, se decidió a dejar uno de sus textos en la redacción de Página 12, sin habérsele ocurrido “jamás” hasta entonces convertirse en periodista.

“¿Por qué escribo?”, reflexionó en voz alta Guerriero, quien habló también de sus muchos viajes de trabajo y las innumerables personas e historias encontradas. “Quizá porque escribir es más fácil que evitar la sensación de sinsentido de no hacerlo. Es lo que me impide resbalar hasta el fondo de un hoyo, es lo que me separa del caos”. Sobre la posibilidad de transformar todo lo atestiguado en ficción, aseguró que ni se ve como ese tipo de escritora, “ni creo que la escritura periodística sea una escritura de bajo voltaje”. A modo de conclusión y homenaje, Guerriero quiso dedicar el premio a todos los periodistas.

El acto, que tuvo lugar en la sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, estuvo encabezado, entre otros representantes, por Pablo Jiménez Burillo, director general del instituto de cultura de la Fundación Mapfre. Este subrayó lo “generoso” del artículo premiado, por su inmersión en la vida y el universo íntimos de la autora, a través de los que, apuntó, se puede reconocer la personalidad “lectora”, la “infantil”, la “divertida, elegante y convincente” y también la “adulta” de Guerriero. “No sé en qué proporciones está la vida, la literatura y el periodismo” en la crónica, concluyó, “aunque eso no importa”.

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