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El síndrome de Jerusalén y los líderes del 'procés'

Luisa Vicente

Muchos de los que vivimos hoy en Cataluña sentimos que la normalidad de nuestra ciudad está patas arriba. Con asombro vemos cómo radicales independentistas siguen creando violencia y desorden, situación  que ha recogido toda la prensa internacional.

Bloquean los accesos al transporte urbano. Cortan autovías, carreteras y autopistas. Impiden los accesos a las terminales del aeropuerto, hecho que ha originado la cancelación de más de 110 vuelos y el consiguiente caos y desconcierto para sus usuarios.

En la primera semana del 14 al 20 de pasado octubre, quemaron 1.044 contenedores grandes, 58 contenedores pequeños y 57 árboles. Destruyeron  a golpe de pico y martillo 2.400 metros de asfalto. Rompieron centenares de cristales y escaparates de comercios y 35 marquesinas. En cuanto al mobiliario urbano, destrozaron 180 papeleras, 259 jardineras, y varios semáforos quedaron destruidos  y chamuscados. El césped del carril bici del Paseo Sant Joan se tuvo que reponer en su totalidad. Quemaron cinco farolas, tres cuadros eléctricos, tres parquímetros, 10 bicicletas bicing, amén del gasto originado por el servicio público de 170 equipos de limpieza y 275 personas requeridas para dichas tareas, barrenderos etc.

Se utilizaron 23 máquinas de agua a presión, varias  máquinas quitanieves que sirvieron para arrastrar y amontonar los trozos arrancados a martillazos de las aceras y del asfalto, nueve palas pequeñas para arrancar del suelo el plástico adherido de los contenedores quemados, además de los servicios de emergencias médicas, centenares de ambulancias, sanitarios, médicos que atendieron a 339 personas heridas en Barcelona y 115 en El Prat, así como a personas presas de situaciones de pánico y estrés.

En estos altercados también hubo daños privados en comercios, incluyendo el pillaje y en infinidad de restaurantes. Solo el gremio de la restauración ha estimado la cifra en dos millones de euros por los destrozos de más de 70 terrazas dañadas por los radicales, que utilizaron  su mobiliario como barricadas.

Merece ser referido especialmente la inversión en cuerpos policiales, agentes antidisturbios, las 2.087 patrullas de guardia urbana movilizadas y varias unidades de bomberos.

No hay que menospreciar los daños físicos, morales y psicológicos producidos a las personas, que sin haber participado activamente en estas revueltas, han sido víctimas de ellas en muchas formas.

El balance final de los disturbios que nos toca pagar a todos los ciudadanos por los destrozos originados sólo en la semana  del 14 al 20 de octubre 2019 asciende a 3.100 millones de euros.

La violencia de los radicales separatistas supera la cifra de 138 millones de euros con fecha de 4 de noviembre 2019.

En los 138 millones citados no están contemplados los quebrantos económicos producidos a la red ferroviaria por viajes no realizados, los del aeropuerto por la cancelación de vuelos nacionales e internacionales, los de los transportistas por las retenciones y los de las empresas que no han podido entregar sus mercancías a tiempo, originando con ello problemas a sus clientes de toda índole, así como la pérdida de toneladas de productos perecederos, comida, frutas, verduras, pescado, etc.

Estos actos violentos y acosos que sufre Cataluña, que por otra parte han  tenido el apoyo y han sido fomentados por sus dos presidentes, señor Torra y señor Puigdemont, los mismos que han repetido hasta la saciedad que sus manifestaciones han sido y serán siempre pacíficas, produce indignación tanto a independentistas como a nacionalistas.

Resulta extraño que poco tiempo atrás, estos mismos líderes se sintieran atraídos por figuras bíblicas y religiosas como Moisés, fue el caso de Artur Más, que se sentía llamado a conducir a su pueblo a "la tierra prometida" de la que brotaría el rico maná para todos. ¿Quizá se refería  al maná del 3 o 4%? No creo. Que yo sepa, ese maná no lo repartió con  nadie, más bien al revés, ha pasado el cepillo en las sacristías de Omnium Cultural y ANC para que sus abogados y sus multas les salgan gratis, además de sufragar sus avales para mantener intacto su extenso patrimonio conseguido a base de comisiones durante años. El president tuvo un "Honorable Maestro".

No olvidemos tampoco a Agustí Corominas, el gurú independentista, que  comparó a Puigdemont con el Dalai Lama. Agustí Corominas quedó retratado con la famosa frase que sorprendió a propios y extraños: “Sin muertos la independencia de Cataluña tardará más en llegar”.

Traigo a colación estas identificaciones bíblicas de los líderes independentistas y a sus fieles consagrados envueltos en un halo místico y espiritual, para referirme al síndrome de Jerusalén.

Para quien no lo conozca, os diré que se trata de una especie de locura religiosa. Clínicamente es un trastorno psicológico que afecta a los turistas que visitan Jerusalén y a quienes viven allí. Este síndrome se parece mucho a la psicosis.

En los casos más graves pueden darse delirios y alucinaciones.

Normalmente, la gente con este síndrome se identifica con personajes bíblicos, Moisés, el Rey David, Jesús de Nazaret o Juan Bautista, y actúan imitándolos. Los hombres tienden a emular a personajes masculinos mientras que las mujeres imitan a los femeninos.

La religión que profesen también influye, ya que los cristianos suelen identificarse con personajes del Nuevo Testamento, mientras que los judíos imitan a personajes del Antiguo Testamento.

El lugar más turístico de Israel es el Muro de los Lamentos, conocido como Muro Occidental, situado en Jerusalén. Cada día, miles de visitantes visitan el muro, rezan, toman fotografías, asisten a alguna ceremonia y buscan experiencias sobrenaturales, o espirituales sobre todo pasada la medianoche. El ambiente histórico y espiritual que se vive es tan fuerte, que las personas que padecen este síndrome van por las calles de Jerusalén predicando en público y cambian sus ropas por túnicas y sábanas. Pasados unos días retornan a la realidad y muchos con vergüenza no logran explicar lo que les pasó y se arrepienten de sus comportamientos extravagantes. Se piensa que aquellos que sufren el síndrome llegaron a Jerusalén predispuestos y, una vez allí, el síndrome latente se despierta.

El Dr. Yair Bar, psiquiatra, identificó clínicamente el síndrome y lo definió como un trastorno disociativo histérico. Tras examinar a más de 400 turistas que habían sido declarados dementes, en su mayoría judíos y cristianos, el doctor encontró algunas características comunes, por lo que pudo llegar a identificar los síntomas que caracterizan este síndrome.

El síndrome de Jerusalén ha sido comparado con el síndrome de Florencia o de Stendhalsíndrome de Florenciade Stendhal. Fue detectado entre los turistas que iban a Florencia y actuaban de forma rara e irracional. Estos turistas presentaban vértigo, confusión, temblores, depresiones e incluso alucinaciones después de tantas obras de arte en un mismo lugar. Sin embargo, este síndrome se produce por la belleza de las obras de arte y de las ciudades, mientras que el síndrome de Jerusalén se debe a la religión. ______________

Luisa Vicente es socia de infoLibre

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