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El último debate Trump-Biden, sosegado en las formas pero virulento en el fondo

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y su candidato demócrata a las presidenciales, Joe Biden.

François Bougon (Mediapart)

La gestión de la crisis del covid-19 acaparaba el último debate entre el presidente republicano Donald Trump y su rival demócrata Joe Biden en la noche del pasado jueves (madrugada en España) en Nashville, Tennessee.

Si se compara con el primero, una cacofonía el mes pasado, éste fue mucho más tranquilo. Los micrófonos se apagaron durante las intervenciones para que cada candidato pudiera hablar sin ser interrumpido, lo que permitió que uno y otro presentaran sus argumentos y críticas. Un duelo firme, virulento en el fondo aunque tranquilo en las formas, presentado por la periodista Kristen Welker, del canal de televisión NBC.

En lo que respecta al coronavirus, Donald Trump, contra toda evidencia, presentó la situación de color de rosa. Aseveró que el país está aprendiendo a “vivir con” la pandemia y cuenta con tener una vacuna distribuida por el Ejército. “Ha habido un pico en Florida que ya no existe”, dijo, pese a que el estado acaba de registrar un récord de 5.557 casos en un solo día desde mediados de agosto.

Biden señaló las casi 223.000 muertes por covid-19, los millones de desempleados y el cierre de empresas, así como la incapacidad del presidente para gestionar la crisis: “Quien es responsable de tantas muertes no debería seguir siendo presidente de los Estados Unidos de América”, señaló, para añadir: “Voy a poner fin a esto. Voy a asegurarme de que tenemos un plan”.

“Estamos a punto de entrar en un invierno oscuro; un invierno oscuro y no hay un plan claro”, subrayó Biden. A lo que Trump replicaba: “No creo que vayamos a tener un invierno oscuro en absoluto, estamos abriendo nuestro país”. Sin embargo, por primera vez, asumió la “plena responsabilidad” de las consecuencias de la pandemia, pero rápidamente echó balones fuera, algo que se le da muy bien, culpando a Pekín: “No es culpa mía que el virus llegara aquí, es culpa de China”.

En el resto de asuntos abordados, seguridad social, desigualdades raciales, economía, inmigración, medio ambiente..., los dos hombres mostraron lo diferente que son sus puntos de vista. Y el demagogo Donald Trump mintió en muchos temas: “Me gusta mucho el medio ambiente”. Él, cuya administración ha hecho añicos un centenar de reglamentos y normas. “Nadie ha hecho más por la comunidad negra que Donald Trump. Si lo piensa, con excepción de Abraham Lincoln, que es la única excepción, nadie ha hecho lo que yo he hecho”. Él, que apoyó a la extrema derecha y que describió a los manifestantes de Black Live Matters como alborotadores sin fe ni ley.

Por su parte, Joe Biden abogó por el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París y se declaró a favor de una economía de transición para abandonar el fracking (la producción de gas y petróleo de esquisto mediante la fractura de rocas), una de las fuerzas motrices de la economía productiva estadounidense desde la crisis financiera de 2008.

“No voy a sacrificar millones de empleos y miles de empresas por el Acuerdo de París. Es un acuerdo injusto”, respondió Trump, que señaló que su país tiene “el aire más limpio, el agua más clara y las emisiones de CO2 más bajas desde hace años”. Por el contrario, acusó a China, Rusia e India de ser “sucios”.

Donald Trump presentó continuamente a Joe Biden como un político de carrera, presente en la política desde hace casi cincuenta años, corrupto y que no ha hecho nada. “Todo palabrería, bla-bla-bla pero no hace nada”. Por su parte, Biden destacó las vinculaciones de Trump con dictadores de todo el mundo, sobre todo su luna de miel con el norcoreano Kim Jong-un (“es como decir que teníamos una buena relación con Hitler antes de que invadiera Europa”), sus repetidas mentiras y su decisión de favorecer a los multimillonarios en detrimento de los trabajadores, Wall Street contra Main Street. Sin contar la corrupción de Trump. Cuando el candidato republicano se refirió al hijo de Biden y a sus negocios en Ucrania, Biden replicó: “No se trata de su familia ni de la mía, se trata de la familia de todos ustedes”, señaló mientras se dirigía a los estadounidenses.

Frente a otro ataque de Trump, Biden miró a la cámara y añadió: “Ustedes saben quién es. Conocen su carácter. Conocen mi carácter. Conocen mi reputación de honor y verdad”.

El día anterior, Joe Biden había recibido un apoyo de peso. El hombre del que fue vicepresidente, Barack Obama, el predecesor de Donald Trump. En Filadelfia, Pensilvania, la tierra natal de Biden. Obama realizó una crítica en toda regla de su sucesor en el cargo. “Nunca pensé que Donald Trump adoptaría mi visión o seguiría mis políticas, pero esperaba por el bien del país que pudiera mostrar algún interés por tomarse este trabajo en serio. Pero no ha sucedido eso. No ha mostrado ningún interés en hacer el trabajo o ayudar a nadie más que a sí mismo y a sus amigos”, declaró Obama”, declaró Obama.

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Traducción: Mariola Moreno

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