Ultreia

Cinco conclusiones de las elecciones en Madrid

No importa cuándo escuches esto: “Las elecciones dan al PP el Gobierno de la Comunidad de Madrid”. Tamayazo incluido, el PP gobierna la capital desde 1995. Podría parecer que, en realidad, “ha cambiado todo para que nada cambie”; es decir, que se ha producido una fuerte recomposición interna de cada bloque que deja a la derecha y a la izquierda donde estaban. La izquierda, en la oposición. El PP, en la Puerta del Sol.

Pero esta noche electoral da para mucho. Algunas conclusiones:

1. Gana Ayuso, ha nacido una estrella.

Hace dos años tuvo el peor resultado del PP en la historia. Ahora, gana el PP y gana Casado, pero quien más gana es Ayuso. Y en Génova siempre han sido más que cautos ante el brillo deslumbrante de los liderazgos madrileños. ¿Qué hará ahora Casado? ¿Buscará el voto moderado que llevó a Aznar y a Rajoy a la Moncloa o endurecerá aún más su oposición sin cuartel? ¿Le cantará las 40 a Abascal como hizo en la moción de censura de Vox o imitará parte de su estilo y coqueteará con él como Ayuso? ¿Venderá el PP la sede de Génova o ya no hace falta?

2. El “no” a Ayuso y no pelearse no es suficiente

No funcionó ni el sentido común al que apelaba Gabilondo ni la oposición de combate de Iglesias, que se marcha tras generar más rechazo que ilusión comprobando lo inhóspita que puede ser la política española. No por casualidad, el triunfo en la izquierda ha sido para la empatía de Mónica García y Más Madrid, la que además de decir “no” a Ayuso decía “sí” a algo. Los ciudadanos la han premiado con el liderazgo de la oposición. La izquierda tiene mucho que reflexionar. En 2023 hay reválida y puede ser mucho más difícil echar a Ayuso. No basta con no pelearse. No basta con ser oposición, es imprescindible ser alternativa.

3. Alarma en Moncloa

La materia prima de Gabilondo es innegable. No así el acabado, que se encargó de pulir a bandazos el equipo más estrecho del presidente en Moncloa, con Iván Redondo a la cabeza y en detrimento de la maquinaria de Ferraz o el partido en Madrid. Con Illa salió bien; con Gabilondo, mal. Es un toque de atención. Para Madrid, pero también, ojo, para Andalucía o Galicia. Es imprescindible renovar el discurso y los liderazgos.

4. Adiós a Ciudadanos

De 26 escaños a cero. La bofetada es, en parte, en diferido. En 2019 Albert Rivera renunció al centro para mirar de tú a tú al PP. Perdió y ni Arrimadas ni Aguado han aprovechado estos casi dos años para recomponerse. Rivera se pasó de ambición, Arrimadas se quedó corta en coraje. Y ahora cada día se parecen más a UPyD.

5. Vox no se ha ido a ninguna parte

Casado puede celebrar que el votante de Ciudadanos vuelve a casa, pero la reunificación del centroderecha es ciencia ficción. Vox no se va a ninguna parte. Seguirá siendo imprescindible para llegar a la mayoría absoluta tras haber hecho campaña atacando a menores extranjeros o tratando de echar del debate y de España a sus oponentes. A falta de Ciudadanos, a Casado sólo le queda Abascal.

Mucho cambiará, o no, pero hay algo que ya podemos constatar: las urnas llenas en Madrid. La participación histórica. La democracia venció al miedo a la pandemia. La tranquilidad casi aburrida de la jornada electoral venció a la crispación de la campaña. Toda una lección de civismo para todo aquel que quiera tomar nota.

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