Obituario

Un hombre libre que nos hizo a todos más libres

José Luis Rodríguez Zapatero

Aún recuerdo su cara de alegría y satisfacción aquel 30 de junio de 2005 en el Congreso de los Diputados. Desde mi escaño, cuando aprobamos definitivamente la ley que reconocía el matrimonio homosexual, busqué su mirada en la tribuna del Congreso y le hice un gesto de complicidad y de agradecimiento.

Él era la figura más visible y conocida de aquel nutrido grupo de representantes del movimiento LGBT que, en la sede de la soberanía popular, lloraban aquel día de alegría. Lloraban por la memoria de una lucha, la lucha de tantos que, durante mucho tiempo, habían sido silenciados, marginados, humillados.

En aquel instante, pensé en el valor de la democracia, en la fuerza de las leyes, en la virtud de los derechos.

Pedro Zerolo fue una persona clave para que aquella aspiración de las calles durante los setenta, ochenta y noventa, muy minoritaria en la sociedad española, llegara a convertirse en una conquista con el reconocimiento de sus justos derechos.

Pedro Zerolo nos ha dejado hoy. Su vida ha sido corta, pero su herencia es larga, de las más dignas que nuestra democracia contemporánea recordará. Pedro Zerolo era valiente y nos hizo a todos más valientes. Pedro Zerolo era un hombre libre y nos hizo a todos más libres.

El legado de Zerolo: el matrimonio homosexual que doce años después tiene el consenso de la sociedad

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La inmensa mayoría de los ciudadanos le recordará como el líder del movimiento gay. Pero en el tiempo que trabajó en mi equipo, en la dirección del partido, sobre todo concentró su esfuerzo en la lucha por la dignidad y los derechos de los inmigrantes. Dejó un testimonio en defensa siempre de los otros, de los más débiles, de los que parece que no son como la mayoría.

Fue mi amigo y mi compañero. Creía en la política y en el PSOE y esa convicción le llevó a convertir los sueños en derechos.

Hoy es un día de tristeza, de pena, pero tenemos muchos días por delante, ya sin él, aunque para pensar en él, para recordarle, para quererle, y para no olvidar sus besos, los besos de Pedro, esos besos de fraternidad, los que se dan entre quienes se sienten profundamente semejantes e iguales.

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