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¡A la escucha!

No sois referentes

Trabajar en equipo es un reto. Media vida sobreviviendo solo en el colegio y en la universidad sacando adelante asignaturas y exámenes y cuando llegas a la vida laboral te encuentras que la forma de funcionar y de trabajar es en equipo. Y no es fácil. Así que lo prioritario es aprender, cuanto antes, a escuchar opiniones diferentes a la tuya, a respetar otros modos de ejecutar o de llegar al mismo resultado, diferentes al tuyo pero igual de eficaces. A mis alumnos del máster de periodismo que imparto en la VIU y Atresmedia se lo repito muchas veces: este trabajo no es posible sólo con tu esfuerzo. Es un engranaje del esfuerzo, talento y trabajo de mucha gente y el resultado, sea un éxito o un fracaso, es colectivo. Así que aprender a amoldarte a perfiles laborales diferentes al tuyo es complicado, requiere de un aprendizaje, de saber gestionar egos diferentes, de humildad, de no perder nunca las ganas de aprender (aunque lleves media vida en el oficio) y de descubrir puntos de vista diferentes. Pocas veces vas a poder elegir el equipo con el que te toca trabajar, así que cuanto antes te adaptes a ese reto mejor. Evitarás muchas frustraciones y ahorrarás mucho tiempo en intentar cambiar algo que es inamovible. En las escuelas de negocios te enseñan a manejarte con diferentes culturas y modelos de trabajo para saber sacar lo mejor de tu equipo. Se trata de darte herramientas y mecanismos que te ayuden a combinar mejor esos diferentes perfiles. Hacer de lo diferente una virtud.

Respetar las formas siempre. Es lo que les pido cada día a mis hijos. Pueden no estar de acuerdo con ciertas normas, con ciertos comportamientos, con determinados posicionamientos, pero deben aprender a rebatirlos desde el respeto. Argumentando con ideas y palabras lo que quieren exponer. Porque cómo lo digan es tan importante como lo que digan. Respeta y escucha siempre a tu interlocutor. Párate a pensar en lo que está diciendo y, si crees que está equivocado, que no tiene razón, házselo saber sin gritos, sin elevar la voz, sin insultos. Emplea datos, cifras, evidencias que avalen tu postura. Háblale mirándole a los ojos e intentando que te escuche. Y, sobre todo, escucha. No sirve de nada una discusión en la que se suceden los monólogos. Y cuando haya terminado esa discusión repósala, revísala y haz autocrítica, porque seguramente en algo te habrás equivocado y, sorpresa, no siempre tienes razón.

Nunca afrontes una discusión mintiendo. Mentir nunca es una opción. Eso de que la mentira tiene las patas muy cortas es cierto. Cuenta siempre la verdad. Con la verdad nunca te equivocas. Aunque duela, aunque te haga sentir mal. Mentir es siempre mucho peor. Te engañas a ti y engañas a los demás. Y engañar es estafar a quien ha creído en ti, a quien ha confiado en ti. Y si confía en ti, aunque te equivoques, te sabrá perdonar si le cuentas la verdad. Es otra de las cosas que te dijeron a ti tus padres y que tú intentas enseñar a tus hijos.

Creo que son puntos esenciales para saber manejarte en el mundo, para saber vivir en comunidad. Hay más, seguramente, pero esto es lo mínimo que nos podemos pedir y exigir entre nosotros. Y a nuestros hijos, que beben de referentes. De lo que ven, de lo que escuchan. Cuando son pequeños, en sus héroes de los libros o las películas, en nosotros, sus padres. Y cuando empiezan a crecer, sus referentes son sus deportistas favoritos, sus cantantes, a quienes ven en las redes y en la tele. Y en la tele estos días han visto demasiado ejemplo que va en contra de todo esto. En contra de lo fundamental de la vida. De lo que nos hace mejores como sociedad.

Lo que se vio en el hemiciclo es justo la antítesis de todo esto. Quienes elegimos en las urnas para representarnos, para ejercer un cargo público para mejorar este país, para hacernos sentir orgullosos, fueron el peor ejemplo para nuestros hijos y para nosotros. Su papel en un debate que debía ser de altura, de explicar qué tipo de proyecto quieren para este país, se convirtió en una bronca tremenda, llena de insultos, de bajezas, de postureo, de falta de argumentos, de mentiras, demasiadas mentiras, de gritos, muchos gritos, sin escuchar lo que el contrario exponía, aunque fuera lo más opuesto a nuestra forma de pensar o de vivir. En el debate de ideas se construyen los grandes proyectos. En el debate de ideas diferentes se encuentran los puntos comunes. En el debate de ideas se evitan los enfrentamientos.

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