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Que septiembre no se convierta en la cuesta de enero

El grito de Pepe Álvarez al Gobierno y a quienes auguran un otoño lleno de baches y problemas económicos, incluida una posible recesión, recoge lo que muchos piensan estos días: “Que nadie me amargue el verano”. Ese “¡que se vayan a hacer puñetas!” del secretario general de UGT resume el hartazgo y las ganas de no ver lo que viene de tantos y tantos que llevan meses aguantando el tirón. “Vamos a disfrutar del verano porque es nuestro”, decía Pepe Ávarez, y es lo que muchos repiten mientras hacen las maletas para esa gran escapada del año. “Que no nos quiten lo que nos hemos ganado”, añadía el líder sindical. Y con ese mantra algunos cierran la puerta de casa y “pa' lante”. Y es verdad que no le falta razón, pero quizás ahora mismo ponerse la venda en los ojos y apelar a cierta rebeldía es un poco arriesgado

El panorama económico pinta bastante complicado para los próximos meses: algunos efectivamente hablan de recesión, otros como el vicepresidente del BCE, el español Luis De Guindos, no lo ven tan claro. Pero ahí están los números. Hay varios indicadores marcando una tendencia que, desde luego, no promete bonanza. El desplome del euro frente al dólar va a encarecer todo aún más, las gasolinas, la cesta de la compra… Las amenazas de Rusia de cortes puntuales o del cierre total del grifo del gas hace temblar a Europa, especialmente a Alemania. Y todo eso con los precios y la inflación disparada. Comer está caro, vivir está caro, viajar está caro.

Y sí, nos hemos ganado un descanso, desde luego que nos lo hemos ganado. Nuestra salud nos lo repite a gritos, algunos llegamos con la batería completamente a cero, y arrastrando un desgaste emocional que amenaza con desbordarse en cualquier momento. Necesitamos parar y disfrutar un poco. Y recalco lo de que es una necesidad. Todo lo que hemos pasado ha sido un tsunami emocional y ha habido meses durante el invierno que costaba tirar, costaba levantarse y seguir. El verano era el horizonte prometido, el objetivo hacia el que caminar cuando ya no quedaban motivos o razones. Y llegar hasta aquí para que nos digan que la vuelta será peor aún es desalentador.

Ni siquiera el covid nos ha dado una pequeña tregua. Ahí está, de nuevo, pidiendo paso: suben los contagios, los hospitales empiezan a lanzar voces de alarma ante el aumento de hospitalizaciones y las mascarillas han vuelto a algunos puestos de trabajo. Volvemos a hablar de olas y eso agota, y harta.

Este verano nos merecemos desconectar, vivir, disfrutar. Y sí, claro que nos lo merecemos, pero quizás no sea todavía el momento de hacerlo como antes

Vivamos el verano como si no hubiera invierno. Es el lema que se han autoimpuesto muchos. Este verano nos merecemos desconectar, vivir, disfrutar. Y sí, claro que nos lo merecemos, pero quizás no sea todavía el momento de hacerlo como antes.

Es complicado apelar a la responsabilidad en esto. Cada uno hace sus números y cada uno vive una realidad diferente. Pero sí que podemos pedir que los que mandan tengan un plus de cordura. Que de un roto no hagan un agujero. Esto, a Boris Johnson le entra por un oído y le sale por otro, claro. La que ha liado en Reino Unido por atrincherarse en el poder es monumental. Desde luego que, con este panorama, la receta de la sensatez parece la más acertada. Seamos sensatos, no agigantemos los problemas. Encontremos el equilibrio entre poder descansar y disfrutar un poco, y no penar luego a la vuelta del verano. No convirtamos septiembre en la cuesta de enero.

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