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La chica de la Complu

Ayer vi, supongo que como casi todo el mundo, el vídeo de la mejor alumna de la Universidad Complutense de Madrid en el que critica el nombramiento de alumna ilustre de Isabel Díaz Ayuso. Cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid era homenajeada por la universidad en la que estudié, en la facultad por la que pasé (la misma que la de Ayuso, solo que ella es un año mayor), esa chavala, una brillante y vibrante joven, criticaba la elección de la política del PP. Lo hacía con un discurso valiente, bien estructurado, indiscutible e intachable. Mi primera reacción fue repostearlo en Instagram.

Al poco tiempo ya vi que estaba en todas partes y me empecé a agobiar por ella. "Es una cría, no va a sacar nada de esto, la que le va a caer", pensé, de seguido. Borré mi publicación con sus imágenes. Entendí que le iba a venir una tormenta de mierda que ella ni nadie de su entorno había calculado. Lo dejé estar.

Me hace sentir bien que siga habiendo chavales y chavalas como la chica de la Complu, gente dispuesta a dar un paso al frente y poner el cuerpo por los demás. Desde aquí mi admiración, mi ánimo y mi gratitud

Después, dándole vueltas, supongo que porque sé que a este lado de las noticias uno puede sentirse muy desamparado y sobrepasado por la opinión pública y el odio, justifiqué el no haber querido amplificar algo tan brillante por protegerla. Pero también creo que ejercí una manera de autocensura tan tremenda que me frustró. Al fin y al cabo, hace unos años ni me hubiera pensado aplaudir en público a esa chavala (lo hago desde esta columna, escrita y reposada, que no será viral) y ahora me pareció la mejor de las ideas no difundir su pequeña gran heroicidad por protegerla. Luego, mirando redes, vi la catarata de odio que le está cayendo y decidí no dar marcha atrás: ya estaba en todas partes.

Espero que esa muchacha esté bien. Le aconsejo que se aleje unos días de las redes, que no atienda a los medios y que no escuche más allá del mundo real y cercano. Le diría que lo que ha hecho está fantásticamente, que ha dado mucha dignidad a ese atril desde el que hablaba, que era algo necesario, que cuando uno tiene una voz y puede aprovecharla para hacer algo justo, tiene que intentarlo. Que siga siendo así de brillante, que trabaje y que continúe haciendo esas cosas en las que cree, aunque le generen un coste personal. Le daría, incluso, las gracias.

Ahora bien, también pienso que si fuera mi hija estaría muy orgulloso pero más preocupado, dolorido por lo que le ha llegado y le va a llegar, deseando que se pasara el vendaval. Y pienso en lo injusto que es, en la sociedad tan absolutamente mediatizada por el odio virtual que hemos creado entre todos. Pero me hace sentir bien que siga habiendo chavales y chavalas como la chica de la Complu, gente dispuesta a dar un paso al frente y poner el cuerpo por los demás. Desde aquí mi admiración, mi ánimo y mi gratitud.

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