Lo que entiendo y lo que no entiendo de Sumar

Entiendo que es profundamente injusto lo que ha pasado con Irene Montero y la realidad es que nadie dice haberla vetado pero lo han hecho. Asumir públicamente la responsabilidad de no contar con una ministra en una lista, o al menos explicar por qué se ha hecho, debería ser básico para asentar pilares sólidos. Si se considera que espanta votantes, que se diga, y a ser posible que se justifique con datos demoscópicos. Si hay algo más, también. Si es personal, incluso, que quede claro. Sin querer deidificar su figura, hablamos de una ministra. Tanto ella como quienes la consideran un valor a la hora de ir a votar merecerían una explicación pública.

Habrá que analizar, por cierto, el retroceso del feminismo en la izquierda española atendiendo a la elaboración de las listas en estas elecciones. Si PSOE y Sumar han asumido que el feminismo no es rentable electoralmente ahora, no solo le han dado la mayor de las victorias a algo tan execrable como el antifeminismo, sino que se han traicionado a sí mismas. Me parece especialmente grave lo sucedido en el PSOE con sus referentes feministas parlamentarias en esta legislatura. 

Entiendo que habrá motivos para el veto de Montero y que aquí todo el mundo ha hecho muchas cosas mal. Ella también, y apuesto a que bastantes. A la interna y a la externa. Pero Podemos podía haber planteado por las mismas que otras personas no formaran parte de las listas y o no lo hizo o no se les hizo caso. También entiendo que ninguna persona debe ser imprescindible. Y que, sobre todo, un proceso de algo llamado Sumar no debe ir de personalismos. Ahora la realidad es que Podemos solo parece pelear por que Montero entre en las listas y nada más. El reto que hay enfrente, desgraciadamente, es mucho mayor.

Si PSOE y Sumar han asumido que el feminismo no es rentable electoralmente ahora, no solo le han dado la mayor de las victorias a algo tan execrable como el antifeminismo, sino que se han traicionado a sí mismas

De la misma forma, parece evidente que otras formaciones hubieran reaccionado con vehemencia si se hubieran vetado a sus nombres de referencia. Eso no quita para que la actitud de Podemos, firmar entrar en una coalición para seguir machacando con una actitud monotemática, sea infantil. O no firmas o, si firmas, asume. Sobre todo porque es difícil de prever cuándo pararán con esto. ¿En algún momento? ¿Nunca? No tiene sentido mantener esa postura cuando habrá que exhibir un mínimo de unión en la campaña. Por no decir si algún día esto se transforma en un grupo parlamentario.

Entiendo que el proceso de formación de esta coalición, teniendo en cuenta la complejidad de negociar con 15 partidos en tan pocos días, es un rotundo éxito. También soy consciente de que las listas son limitadas, que ceder es una de las claves y que siempre se van a quedar fuera nombres y corrientes que todos querríamos. Igualmente, no concibo un proyecto así sin una de las personas más válidas de la izquierda española, Sira Rego, y me consta que cuando hay organizaciones como IU que negocian con responsabilidad y minimizando los cadáveres que uno tiene que dejar en el camino, suelen salir perdiendo porque todos se aprovechan. Aquí ha sucedido. Sin ruido. Y como ha sido sin ruido, pues volverá a ocurrir, a no ser que después de esta locura electoral se elaboren mejores protocolos de funcionamiento y negociación. Mejores y, sobre todo, más justos.

Creo que los diferentes partidos regionales han tenido un tratamiento mucho más benévolo que las organizaciones nacionales en esta negociación, tanto en el resultado de las listas como en la misma denominación con la que se presentan, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana o Cataluña. Entiendo, porque lo entiendo, que el mayor error de Podemos estos años ha sido descuidar la implantación territorial, no conceder autonomía a los territorios y configurar un partido centralista y teledirigido, y que Sumar no quiere repetir ese error.

Pero, sobre todo, lo que entiendo es que Sumar es esto y es ahora. Creo que si estás, tienes que remar con todo. Y que minar el increíble activo electoral que es Yolanda Díaz poniendo el foco en lo que te diferencia de ella solo es darse un tiro en el pie. Después del 23J habrá tiempo de matarse, que ya sabemos todos que es lo que pasará porque así ha sido siempre. Pero apretar las filas, aunque sea una vez en la vida, durante un mesecito, debería ser lo mínimo exigible a este proceso

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