Sobre ser ‘queer’, las siglas y los derechos de todas Marta Jaenes
Grande-Marlaska, ni un minuto más
Dos investigaciones, la liderada por la BBC y la de un consorcio periodístico del que forma parte el diario El País, confirman que en el asalto a Melilla hubo al menos un muerto en suelo español y la actitud manifiestamente inhumana de la Guardia Civil española (atar de manos y devolver en caliente a al menos 470 personas, muchas de ellas malheridas y desvanecidas, para que fueran duramente golpeadas por las autoridades marroquíes en lo que el presidente del Gobierno y el ministro del Interior han valorado como una actuación muy positiva) y directamente delictiva, al menos desde el prisma de este lado del Estrecho y el de la defensa más básica de los derechos humanos, de la gendarmería marroquí. La reacción de Grande-Marlaska y de Pedro Sánchez, además de otros miembros de la parte socialista del Gobierno, hace directamente inservible cualquier otro discurso que puedan tener, ahora o en el futuro, sobre derechos humanos. Las actitudes y discursos inhumanos que ha esgrimido el PSOE, homologables hasta el calco con los de Vox, son una mancha irremediablemente indeleble no solo para este Gobierno, sino para la historia de ese partido.
Que Grande-Marlaska siga un minuto más en su puesto es directamente insostenible, y me atrevería a decir que una dimisión encubierta no vale, porque sería solo cambiar a un hombre cuando lo grave es la estructura que ha permitido esto
Intento escribir desde la mesura y sin dejarme llevar por la rabia que me supone ver semejante exhibición de superioridad blanca, europea y rica ante seres humanos que no son ninguna de estas tres cosas. Trato de disfrazar este texto de las mejores palabras que me permite mi léxico para no decir lo que pienso, que solo podría ser veraz si escribiera insultos y demostraciones de rabia. Lo hago de manera consciente, porque no son maneras de expresarse en un medio como este, y porque no es mi labor aquí. Pero creo que hay que ser contundente con esta vergüenza perpetrada por nuestro Estado de manera tan continuada, tan sostenida, tan cínica. Seguir manteniendo esta comedia en medio de una orgía de sangre es muy grave.
Creo que debería haber responsabilidades penales por lo que ocurrió, pero no tengo la formación para saber si existen o hasta dónde deberían llegar. Pero, al margen de la repugnancia puramente humana y la vergüenza de ser español cuando veo al ministro del Interior, sí que creo que puedo exigir responsabilidades políticas. Que Grande-Marlaska siga un minuto más en su puesto es directamente insostenible, y me atrevería a decir que una dimisión encubierta no vale, porque sería solo cambiar a un hombre cuando lo grave es la estructura que ha permitido esto, tanto la actuación como la reacción a lo ocurrido.
Presidente del Gobierno Pedro Sánchez, ya sabemos que esto no da votos y que toda actuación parece que se mide en estos parámetros. Pero no sé muy bien dónde va un presidente socialista con semejante mancha en la defensa de los derechos humanos. No sé si quiere pasar a la historia así. Y de lo que ocurrió en Melilla ya sabemos mucho y sabremos y veremos más. De estas cosas la historia no absuelve.
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