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El otro día me entretuve haciéndole a la gente en mis redes una pregunta que me daba curiosidad: "¿Has hecho lo que querías en Nochebuena?" El 41% (de unas 5.000 respuestas) dijo que no. No se trata de poner este entretenimiento como una encuesta a tener en cuenta, aunque me temo que hay medios que dan como válidas encuestas electorales con menos muestra y peores sesgos. Pero sí me dio para una reflexión: ¿cuánta gente está obligada a hacer lo que no quiere en estas fiestas?

En ese "no" seguro que había gente que lo que quería era estar con sus familias en la cena más tradicional del mundo pero no podía, por vivir lejos o tener que trabajar, por ejemplo. Pero estoy seguro que en ese "sí" había personas que desertaron de lo que tocaba y decidieron hacer de ese día algo diferente. Cada vez veo más gente que toma caminos alternativos. Año tras año la conversación es menos tabú y el amigo o amiga "raros" que pasan de la cena tradicional reciben menos preguntas, menos reproches y menos invitaciones. Si tanto se ha hablado de La Gran Dimisión en los trabajos, quizá está pasando algo soterrado con este tema. La gente está dimitiendo de estas fechas

El otro día, una de estas personas que hace tiempo que dejó de pasar este día en familia me decía que, cuando se quejaba por tener que cumplir en la infancia y la adolescencia, también le decían aquello de "qué más te da, si es un día al año". Y me soltó algo que me hizo pensar: "Si no pasa nada y es un día al año, ¿por qué nos acordamos de esos días toda la vida?" También escuchaba a Terci en el podcast Maldito Bollodrama hablar de sentarse en la mesa con gente que te ha hecho mucho daño y tener que fingir que no pasa nada. Me parece, entonces, que ese día al año es algo serio que queda para siempre.

Año tras año la conversación es menos tabú y el amigo o amiga "raros" que pasan de la cena tradicional reciben menos preguntas, menos reproches y menos invitaciones.

Como padre lo que más me obsesiona es que mis hijos perciban su casa como un lugar seguro, en el que no exista el miedo y reine la confianza y la calma. Creo que es lo más importante que les podemos dar. Pasan los años y escucho más y más historias de gente para la que su casa nunca fue un lugar seguro, para la que la Nochebuena era un territorio hostil donde aguantar y cerrar los ojos para que pase. O, en el mejor de los casos malos, una noche en la que no quieres estar porque ya no es tu sitio o porque nunca lo fue. Soy bastante defensor de la familia, la verdad, más de lo que indicaría mi filiación de rojo irredento. Pero tengo claro que si no quieres, no hay que ir. Que es un tabú que hay que derribar. Que decir "no voy en Nochebuena, no voy en Nochevieja" debería comportar más preguntas de los demás que de uno mismo. 

Nunca hay que estar donde no quieres estar. En Nochebuena tampoco.

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