Esta es la pregunta que está empezando a correr de boca en boca entre los electores progresistas. Resulta difícil abstraerse a las portadas de los medios repletas de casos de corrupción y de acoso sexual y laboral, que afectan tanto al PSOE como al PP. Pero mientras a quienes apoyan a Ayuso, por ejemplo, no les importa que el novio sea un defraudador confeso o que la comunidad inunde con dinero público a Quirón, que es precisamente de donde proviene el abultado aumento de ingresos del consorte, a los de izquierdas se les revuelven las tripas con Ábalos, Cerdán, Salazar y cía.
Tan conmocionados están los votantes progresistas que verbalizan el ¿a quién vamos a votar?, tratando de que alguien les despeje la encrucijada en que se encuentran. Buscan argumentos para seguir manteniendo su apoyo al proyecto en el que confiaban. La opción PP y Vox en el Gobierno les resulta aterradora. No está claro qué es Sumar, más allá de la vicepresidenta, y Podemos ya hemos visto cómo reacciona. En Madrid, facilitó la salida de Carmena y extendió la alfombra roja a Almeida. El histórico odio cainita que ve al enemigo en el hermano y con tal de acabar con él no duda en beneficiar a la derecha.
Pocos sienten que Sánchez se pueda librar de la que está cayendo a su alrededor. El pálpito de que es capaz de sobreponerse a cualquier adversidad está abandonando a los suyos, que ven estrecharse el cerco. El acoso político, judicial y mediático está dando sus frutos. Se ha creado un totum revolutum para sembrar el caos. Y sus propios votantes están comprando exactamente lo que las fuerzas que tratan de derribarlo desde julio de 2023 querían. La bofetada de Extremadura además va a resonar en toda España.
Se ha creado un 'totum revolutum' para sembrar el caos. Y sus propios votantes están comprando exactamente lo que las fuerzas que tratan de derribarlo desde julio de 2023 querían
En el PSOE, internamente, se ha abierto la veda, quien más quien menos parece querer poner su granito de arena en la autodestrucción, aumentan las filtraciones y los cafés con los periodistas para expresar dudas sobre la continuidad del Gobierno. Solo unos pocos, los más cercanos al presidente, mantienen la esperanza. “Tenemos que saber aprovechar el tiempo que queda hasta las elecciones. Hay fondos Next Generation para que el 2026 sea un año de progreso y futuro. Cinco casos de corrupción no pueden imponerse frente a lo que de verdad afecta a la vida de la gente. Y ahí están los datos, se ha mejorado la vida de las personas, las condiciones laborales. Que estén aflorando casos de acoso ha servido también para destaparlos en otros partidos, y eso es positivo”, clama un alto cargo muy próximo a Sánchez. El MeeToo se ha extendido, no cabe duda.
Circulan nombres como alternativa a Sánchez, que si los Óscar, Bolaños y vete a saber quién más. Por especular que no quede. Incluso hay quien dice que Juan Lobato se ve con posibilidades, o que el entorno de Felipe González tiene preparado ya un candidato. Lo que viene siendo vender la piel del oso antes de cazarlo. Porque Sánchez durará mientras los socios sostengan al Gobierno.
Si PP y Vox llegan al poder, jugarán a incendiar el País Vasco y Cataluña. Cuanto más solivianten a ambos territorios, más crecerá el populismo independentista. Se sienten a gusto dividiendo a España y poniendo a partirse la cara a unos con otros, potenciando conflictos y volviéndolos irresolubles. Ya lo han hecho, y no van sobrados de ideas. La guerra santa contra la izquierda, contra el independentismo, contra los inmigrantes y hasta contra los viejos, que cobran más pensión que sueldo sus nietos. Ya han conseguido que las familias o los amigos no puedan debatir de política ni de los problemas reales sin querer romperse la cara. Ten presente que a los agitadores les importas más bien poco. Piensa antes de romper con alguien a quien aprecias por la polarización que te han metido en vena. Medita qué se ajusta más a tus intereses. Y ya decidirás entonces lo que te conviene votar.
Esta es la pregunta que está empezando a correr de boca en boca entre los electores progresistas. Resulta difícil abstraerse a las portadas de los medios repletas de casos de corrupción y de acoso sexual y laboral, que afectan tanto al PSOE como al PP. Pero mientras a quienes apoyan a Ayuso, por ejemplo, no les importa que el novio sea un defraudador confeso o que la comunidad inunde con dinero público a Quirón, que es precisamente de donde proviene el abultado aumento de ingresos del consorte, a los de izquierdas se les revuelven las tripas con Ábalos, Cerdán, Salazar y cía.