Plaza Pública

Propuestas mediáticas: el debate prohibido

Miguel Álvarez

Ha vuelto a ocurrir: algunos grandes medios sienten amenazada su posición de privilegio en cuanto alguien abre el debate sobre cómo fomentar el pluralismo, y reaccionan manipulando contra el osado. Miento, no debería decir los grandes. Cada vez son menos leídos los viejos diarios que se enrocan a la defensiva, y cada vez más significativos los nuevos digitales que se atreven a albergar con honestidad el debate.

Desde Podemos propusimos una serie de medidas de fomento del pluralismo y la participación social en el espacio radioeléctrico, para dejar constancia de meses de diálogo con profesionales, expertos y sociedad civil. En realidad proponemos eliminar las verdaderas barreras a la propiedad de medios, para que haya más y más diversos. Pero los grandes diarios abren sus portadas con titulares engañosos. "Podemos propone regular los medios", titulaba uno de ellos. Ah, pero ¿es que no están regulados? ¿Somos la única democracia sin regulación mediática? ¿Y de qué hablan los sesenta artículos y treinta disposiciones de la Ley General de Comunicación Audiovisual, elaborada por PSOE y PP?

"Quieren limitar la propiedad de medios privados", afirman muchos titulares cortapegados de una conocida agencia. Pero lo cierto es que los medios están regulados y la propiedad ya está limitada legalmente (véase Título III de esa misma ley), y nosotros no proponemos ningún incremento en los límites. Propusimos tapar un agujero de la actual legislación, que limita la propiedad horizontal (es decir, en un sólo canal, como radio o TV) pero no tiene en cuenta la propiedad cruzada (en varios canales). Proponemos que los actuales límites se apliquen también a ese tipo legal, como hacen muchos países de nuestro entorno: Francia, Alemania o Reino Unido, también Canadá, Australia o Estados Unidos.

Para ser justos, he de decir que ésta no es una idea nuestra. Los últimos resultados del Media Pluralism Monitor 2015, de la Comisión Europea, sitúan a España como país cuyo pluralismo mediático está en “grave riesgo” ante la creciente concentración. Frente a ese dato, todos los partidos deberían tener el valor de explicar qué mecanismos proponen para afrontar la situación. El debate no es el problema, el debate puede ser la solución. Pero el debate académico no sirve si no alcanza los medios, y como reza el adagio periodístico “perro no come perro”.

Vivimos en un país donde la mayor parte de los ingresos que genera la radio quedan en manos de un sólo grupo, donde la televisión digital terrestre se explota en régimen de duopolio mientras la de pago se acerca al monopolio, donde la prensa se concentra en tres grandes grupos parcialmente en manos de entidades bancarias extranjeras (a través de su propiedad y su deuda). Vivimos en un país cuyos medios públicos son asfixiados por el control gubernamental y el hundimiento de sus presupuestos y audiencias, donde el tercer sector subsiste hostigado económica y jurídicamente pese a las denuncias de la Unesco. En España, las licencias audiovisuales y la publicidad institucional se adjudican de forma sesgada, en plena campaña electoral, prácticamente a dedo como pacto entre socios. De todo ello hablaban nuestras propuestas. Hemos recogido sugerencias de los mejores expertos y las ofrecemos a debate parlamentario. Pero estas cuestiones han merecido muy poca atención de la prensa, ni siquiera de las asociaciones de prensa. Perro no come perro.

Seguramente como consecuencia de todo ello, tenemos el sistema de medios con menor credibilidad de Europa, según un reciente informe del Oxford-Reuters Institute. Como consecuencia de ello, nuestros periodistas y emprendedores informativos trabajan, salvo excepciones, sobreviviendo a las condiciones más precarias en las que proliferan las becas de por vida, el trabajo gratuito, el periodismo de corta-pega, el falso autónomo sin cobertura, el goteo de EREs y los recortes de salario. Los datos del Informe APM sobre la profesión periodística 2014 o de la Federación de Sindicatos de Prensa (FESP) son escalofriantes. En este escenario, los Consejos de Redacción, cuando existen, se tornan en un mero formalismo estéril y el periodista queda desprotegido ante las presiones exteriores y de su propia empresa. Según ese mismo informe, casi un 80% de los periodistas reconoce sufrir presión para alterar la información.

Ciertos columnistas se llevaron las manos a la cabeza cuando Pablo Iglesias se atrevió a mencionarlo en la universidad, pero en la profesión todos sabemos que es habitual que te cambien titulares e incluso se recorten tus textos. Eso no es malo en sí, son labores de edición. El problema es que también sabemos que a menudo esos cambios sirven para manipular contenido y dar un giro sesgado a la pieza. De esto tampoco se habla en los medios. O en muy pocos, porque yo lo estoy contando en uno. ¿Perro empieza a comer perro? Buena cosa sería. Ninguna institución fundamental puede quedar exenta de críticas en una democracia, mucho menos el periodismo.

Las propuestas que hacíamos incluyen muchas cuestiones fundamentales, además de la propiedad cruzada. Hablaban de dar reconocimiento a los medios comunitarios sin ánimo de lucro (el sector más pluralista por naturaleza) y de incluir la educación mediática en programas escolares siguiendo las indicaciones de la Unesco (Media Literacy). Hablaban de dejar de ser el único país de Europa sin Consejo Audiovisual independiente, para que el proceso de gestión y reparto del radioespectro se realice de forma transparente y participada, con calendarios y criterios conocidos, y no por acuerdos entre el gobierno de turno y sus amiguetes. Hablaban de que la Agencia EFE deje de avergonzarnos por seguir sin Consejo de Redacción, en proceso de privatización y precarización, con el propio Gobierno como Consejo de Administración y una dirección nombrada a dedo, sin el menor rubor ante la falta de independencia. De que recupere su rol fundamental y su lugar en el mundo. Hablaban de inspirarnos en los mejores referentes, como la BBC, como el tercer sector francés o alemán, hablaban de salir del atraso mediático. En el mundo académico y profesional fueron muy bien recibidas, muchos periodistas me han escrito para felicitarme.

Podemos propone “poner límites” a la propiedad cruzada en medios de comunicación

Podemos propone “poner límites” a la propiedad cruzada en medios de comunicación

Poco o nada se ha hablado de esos aspectos, porque el objetivo último de algunos latifundios mediáticos (con hacienda en Panamá incluida) claramente no ha sido informar sino desacreditar al que osa proponer. El Mundo llevaba mi rostro en la cuarta página como personaje negativo del día. No sé ustedes, pero yo tengo la sensación de que cada día funciona peor esta operación de acoso y derribo a Podemos. ¿Recuerdan aquél “no pienses en un elefante” de Lakoff? Yo presiento que el efecto boomerang y el efecto underdog están en marcha: tanto señalar y disparar constantemente al elefante morado, están consiguiendo que muchos decidamos dar un paso al frente y ponernos a su lado. Nos están diciendo quién es el distinto, el que realmente trae una propuesta de cambio, el que no entra en el juego de la corrupción estructural sólo para renovar caras y cambiarlo todo para que nada cambie. Quizá se sorprendan ante una remontada definitiva en esta segunda vuelta electoral. Cuando la manipulación se vuelve asfixiante, ya sólo engaña a quien desea dejarse engañar, porque al resto nos está señalando el camino. Gracias por ello. Sigamos con el debate.

____________________Miguel Álvarez es coordinador de políticas mediáticas en Podemos

Miguel Álvarez

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